Primer premio
El origen. Desde muy chica le gustó hacer cosas con las manos. Probó varias artes, hasta que un día, buscando qué regalarle a su mamá, se le ocurrió tomar clases de joyería. Iba una vez a la semana a un taller en Viña del Mar, su ciudad natal, después del trabajo. “La joyería fue más una coincidencia que una elección consciente”, cuenta. Poco a poco, el hobby se transformó en su profesión.
La pieza. El prendedor premiado lleva el nombre Las nuevas vecinas. Usó flores artificiales de tela, uñas acrílicas y resina. De esta forma, creó unas cáscaras resistentes y translúcidas, cubiertas por coloridas escamas móviles. Esto es parte de un trabajo que venía realizando desde el año pasado, que toma el adorno doméstico (las flores artifi- ciales) como una declaración de amor, profundamente femenina.
Casi no se postula al concurso porque no había tenido tiempo de desarrollar su trabajo, como ella quería.
Se inspiró en dos cosas: por una parte, en la costumbre de poner flores artificiales en las casas, que para ella es “el equivalente a clavar una bandera en un territorio para proclamarlo conquistado”. Y por la otra, en la llegada de estas nuevas vecinas, mujeres exuberantes y coloridas que no temen a su femineidad y que muestran un modo mucho más extrovertido y urbano del adorno.
El concurso. “Representa una tremenda felicidad participar y ganar este premio. Además, este trabajo en particular me gustó mucho. Por eso me hace más feliz aún que haya logrado emocionar al jurado”, expresa.