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Lo que puede pasar con la película de “Breaking Bad”

- Pablo O. Scholz pscholz@clarin.com

La noticia emo (y conmo)cionó a los fervientes seguidores (¿en el caso habría que llamarlos adictos?) de Breaking Bad: su creador, Vince Gilligan, anunció que habrá una película sobre la mítica serie de AMC.

Mientras el buen hombre confirmaba que el guión, por suerte, sería de su autoría, cosa de que no quede en manos inexpertas y hagan cualquiera, que él la produciría y que hasta tal vez la dirigiese, Bryan Cranston , uno de sus protagonis­tas, aseguraba no saber si él estaría en el filme.

“Honestamen­te ni siquiera he leído el guión”, dijo Cranston. “No me han dado el guión. Entonces, la pregunta es si Walter White estará en la película. Piensen en eso”.

White era un profesor de química que, al descubrir que padecía cáncer, para poder dejar a su familia un futuro estable, se convertía junto a un joven (Aaron Paul) en un fabricante de metanfetam­ina y narcotrafi­cante. La serie se emitió de 2008 a 2013, fueron cinco temporadas y hasta tiene su spin-off y precuela, Better Call Saul -que en 2019 tendrá su quinta temporada-, también en formato de serie por streaming.

Lo cierto es que mientras no se sabe si la película será una secuela, una precuela o un spin-off –y ahora hasta está en duda si será para el cine o para ver por TV-, el proyecto se está trabajando bajo el título de Greenbier. Se dice que cuenta el escape de un hombre secuestrad­o y “su búsqueda de la libertad”. Se espera que la producción comience este mes en Nuevo México, algo que la Oficina de Cine de Nuevo México confirmó.

Hasta aquí, la noticia. Pero -casi siempre hay un pero- la duda que nos carcome a los fans es si esa película logrará estar a la altura de la serie original, y de las nuestras, o será otro fiasco como tantas series que al saltar a la pantalla grande fueron un bochorno.

Fiascos sólo entendible­s por el afán de lucrar con personajes mejor o peor engarzados en nuestra memoria.

Cada uno tendrá su Top Ten, pero bueno, hace un año y medio, con el estreno de CHIPS publicamos uno, y nos preguntába­mos, previsores, “¿Qué pasará cuando quieran adaptar series que son éxito ahora, o lo fueron recienteme­nte, como Lost, Breaking Bad, House of Cards o The Walking Dead?”

No se salva nadie. Al margen de las 10 que publiqué (la encabezaba Los Picapiedra­s, en el podio de honor seguían Starsky & Hutch y Hechizada, y de ahí al 10° lugar descendían Los Dukes de Hazzard, Yo soy espía, Las aventuras de Jim West (The Wild Wild West), Brigada A, El agente de CIPOL, El Santo y Los vengadores no la de Marvel-) se me ocurren otras, como Sex in the City, que tuvo dos, una peor que la otra; Los Angeles de Charlie y Alf (tiemblen, porque de ésta sí que hay problema, porque se vendría otra).

Hace unos meses Damián Szifron ya no estaba relacionad­o con El Hombre nuclear, y hace semanas se supo que el proyecto quedó en el limbo.

Y por el lado local, hay que recordar un Teen Angels: El adiós, o una propia High School Musical, que si bien no estaba basada en una serie sí en una película de TV, y que hasta tuvo un reality, High School Musical: La selección.

Pero ¿qué es lo que queremos ver cuando se anuncia una película de una serie que pasó hace rato y que nos gustó mucho? ¿Es la necesidad de rememorar buenos momentos disfrutado­s, o alargar el deseo que teníamos para consumir más y más capítulos, esperando que saliera la nueva temporada al aire?

Sea lo que sea, Breaking Bad también plantea -como su hija no reconocida Ozark, con Jason Bateman, por Netflix- que los personajes que la sociedad nos ha enseñado que son malos – narcotrafi­cantes, bah- pueden generar empatía y hacernos desear que no los estafen ni los golpeen ni maten, por separado o todo eso junto.

Tan cierto como que los protagonis­tas de Breaking Bad y Ozark son padres de familia… y blancos. Nada de latinos o negros.

O sea.

¿Qué es en verdad lo que queremos ver cuando hacen una película sobre una serie que nos gustó mucho?

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