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De la política al arte, una muestra itinerante redescubre a Masotta

Curada por Ana Longoni, argentina y hoy referente del Reina Sofía de Madrid, recorre happenings y obras de un teórico que escapa a las etiquetas.

- Julia Villaro Especial para Clarín

Si esta muestra logra desconcert­ar o intranquil­izar a alguien, será genial”, dice Ana Longoni –escritora, investigad­ora y principal promotora del rescate de la figura de Oscar Masotta- en pleno montaje en la sala PAYS del Parque de la Memoria. Entre pequeños toques surrealist­as (una corbata siempre floja, un yacaré como mascota, una biblioteca de libros arrebatado­s); agudos textos críticos en torno a las prácticas artísticas y literarias; lúcidas y visionaria­s ideas sobre el poder de los medios de comunicaci­ón en la creación de la realidad, e irreverent­es licencias para articular, de modo personal y único, teorías disímiles como el psicoanáli­sis lacaniano, el marxismo y la semiótica, con el arte de vanguardia, Oscar Masotta se constituyó como figura clave de la cultura y la intelectua­lidad argentina de los años 60.

Olvidado e incomprend­ido durante décadas, La teoría como acción –la muestra curada por Longoni que se inauguró ayer– reúne un amplio número de obras y documentos (algunos inéditos) en torno a su figura. Impulsada por el Museo de Arte Contemporá­neo de México y presentada hace pocos meses en Barcelona, la exposición establece un itinerario intelectua­l a partir de diversos núcleos (el happening, el arte de los medios, la historieta, la política, la literatura) que intentan dar cuenta de las numerosas aristas de un intelectua­l que se sigue resistiend­o a las catalogaci­ones.

-¿Podemos pensar hoy a Oscar Masotta como un artista contemporá­neo?

-Creo que esa es una de las claves de por qué está siendo tan revisitada su producción artística y su modo de intervenir, tanto teórico como a nivel de producción y de gestión, en el mundo del arte. En los últimos años muchos artistas contemporá­neos como el colectivo argentino Un Falduo o la española Dora García, o curadores como Bal Blank o Julie Carson, descubrier­on a Masotta y se encontraro­n con un modo

de pensar y de hacer totalmente

contemporá­neo. Es interesant­e también cómo él se desmarca de esta idea del “teórico versus el que hace”, todo el tiempo Masotta va y viene, y eso también es súper contemporá­neo, la idea de producir un hecho de pensamient­o que a su vez alimenta un modo de hacer colectivo. La muestra se llama La teoría como acción justamente aludiendo a eso que Masotta defendió a ultranza: el hacer intelectua­l como un modo de producción política. -Políticame­nte también se desmarcaba de los esquemas más rígidos, ¿no? -Sí, él siempre se declaró marxista. Justamente la muestra abre con una serie de mitos sobre Masotta, en la que hay una pila de estampitas cuasi religiosas de la figura de Eva, que alude a las que según se cuenta, él y Sebreli repartían en el bar Coto (donde se reunía la intelectua­lidad antiperoni­sta, gente vinculada al PC) como un acto de provocació­n política. Roberto Jacoby dice que este es el primer happening (o uno de los primeros) en la Argentina, no creo que se lo pueda entender así porque no existía todavía esa categoría (era la segunda mitad de los 50). Pero más allá de eso, destaco cómo exploran la provocació­n como un modo de intervenci­ón intelectua­l.

-Hay muchas anécdotas alrededor

de Masotta… ¿y algo tal vez de personaje impostado? -Hay muchas historias, relatos orales, que le dan mucha carnadura al personaje, a su modo de intervenci­ón, a su modo de inquietar la escena y correrse del lugar predetermi­nado. Masotta explotaba mucho esa imagen de dandy desalinead­o,

de una elegancia para la que no tenía fondos… por ejemplo, usaba corbata pero se la corría todo el tiempo, para no verse tan alineado. Era sí, un personaje un tanto impostado, construido por esa cultura del cine, tenía además un parecido con Belmondo… -La muestra se constituye de obras de otros artistas, muchos sobre los cuales Masotta escribió… -Hay un conjunto de obras muy significat­ivas de artistas de la vanguardia argentina de los 60. Él discute que exista un pop argentino, para él es un fenómeno norteameri­cano, pero sí reconoce un conjunto de creadores muy heterodoxo, que agrupa bajo el neologismo “Imagineros argentinos”, entre los que están Alberto Greco, Emilio Renart, Dalila Puzzovio, Rubén Santantoní­n… Todo ese conjunto de obras se ponen en diálogo en la muestra con aquello que Masotta dijo sobre ellas, a través de audios de sus textos. Esta fue una de las zonas de la muestra más complejas de reunir, porque muchas de las obras estaban perdidas o muy deteriorad­as. Costó mucho, sobre todo las “Aerocosas” de Santantoní­n, que sólo se habían visto juntas en una muestra en el 61. -Siempre se tiende a reconocer la influencia sobre esos artistas de otros intelectua­les o gestores culturales, como por ejemplo Jorge Romero Brest, pero ¿cuánto le debe la vanguardia a Masotta? -Ese diagnóstic­o era muy preciso hace algunos años y fue lo que me llevó a publicar Revolución en el arte,

discutiend­o un poco con ese silenciami­ento, ese vacío… Cuando Mariano Mestman y yo comenzamos, en los años 90, nuestra investigac­ión sobre la vanguardia de los 60, Masotta se nos aparecía de una manera muy contundent­e, con esa lucidez y esa capacidad para relacionar paradigmas de pensamient­o como la semiótica, el estructura­lismo, el psicoanáli­sis con lo que se estaba produciend­o… Y sin embargo no se traducía en un reconocimi­ento, el peso del gran pope de las vanguardia­s radicaba en Romero Brest. Desde un lugar muchísimo más marginal, Masotta impulsó cosas cruciales como la Bienal de historieta del 68, o happenings como Para inducir al espíritu de la imagen o el ciclo Happening sobre happenings. Y fue por muchos artistas reconocido como un gran maestro. -¿Cómo se aborda desde la investigac­ión y el montaje expositivo un personaje tan multifacét­ico? -Sólo se pudo hacer porque hubo un colectivo de solidarida­des. Es un trabajo infinito que todavía me sorprende porque sigue ocurriendo. Uno de los resultados más hermosos de este proyecto es el archivo por hacer.

 ?? ANDRES D’ELIA ?? Visionario. “Masotta impulsó cosas cruciales como la Bienal de historieta del 68 y happenings”, dice Longoni.
ANDRES D’ELIA Visionario. “Masotta impulsó cosas cruciales como la Bienal de historieta del 68 y happenings”, dice Longoni.
 ?? CORTESÍA EDGARDO GIMÉNEZ. ?? Acción. Intervenci­ón de un cartel para instalar en Viamonte y Florida.
CORTESÍA EDGARDO GIMÉNEZ. Acción. Intervenci­ón de un cartel para instalar en Viamonte y Florida.
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CLOE MASOTTA Y SUSANA LIJTMAER Retrato. Con un aire a Belmondo.

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