“Me decepciona que tanta gente se quede en lo superficial”
A casi 10 años de la despedida de Los Piojos, habla de su regreso hoy a River con Los Persas, de su relación con las redes sociales y de la cuestión de género.
Para Andrés Ciro Martínez, el estadio de River no es un lugar desconocido. Al contrario, al frente de Los Piojos, le tocó transitar ese estadio cerca de una decena de veces; por las suyas, como en el marco de la programación de algún festival, o abriendo las noches del tercer paso por la Argentina de The Rolling Stones.
Sin embargo, ahora es distinto. Porque cuando el hoy el hombre se plante en escena frente al Monumental repleto, ya no será como integrante de una de las bandas más importantes del rock de acá, que hace casi una década se despedía en ese mismo lugar; esta vez será él el eje de la convocatoria. Acompañado, por supuesto, por esa máquina de rock que conforman Los Persas, su banda desde poco después de aquel adiós; y precedido por las presentaciones de tres viejos compañeros de ruta: Chucky De Ípola, ‘Micky’ Rodríguez y Daniel Buira, con La Chilinga.
“Sinceramente, creo que va a ser un show extraordinario. Se juntan cosas emotivas: los casi 10 años del adiós a Los Piojos, que vengan a tocar y a acompañarme Chucky, Micky y Dani, y el momento en el que están sonando Los Persas, lo que pasa en vivo con la banda. Creo que va a ser excelente”, dice Ciro. -Es como si la historia se repitiera, pero en otro marco. Primero fue Ferro, una y otra vez, después Vélez y ahora esto. ¿Qué es River: una competencia contra el pasado, una manera de demostrarse que solo tam- bién podés? -Me parece que es parte de desafíos que uno se plantea, porque de lo contrario te quedás tocando en la esquina, con los amigos. Siempre podés elegir hacer unos Luna Park poniendo la información en Instagram, en Facebook, en Twitter, y chau. Pero creo que es parte de la naturaleza humana, ver si podés llegar más allá del mar. Esto de River genera una adrenalina especial, un espíritu distinto; te pone muy arriba. -En mayo de este año estábamos en este mismo lugar, en la previa de un ensayo, como hoy, con una maqueta del Monumental sobre la mesa, y con el spot del anuncio del show a punto de ser lanzado a las redes. ¿Qué pasó desde entonces? -A partir de entonces fuimos tocando temas de Naranja Persa 2, que había salido un mes antes, como para que estén bien sólidos en vivo, pensando un poco en River... Y de alguna manera se fue armando el show, que al ser en Buenos Aires siempre te exige un condimento extra, porque está el público que más te conoce, que a veces quiere algo distinto. -Las redes sociales impusieron un ida y vuelta que hace que la respuesta frente al lanzamiento de un disco o de un tema sea inmediata. ¿Tomás en cuenta esa devolución a la hora de armar una lista de temas para un show? -Te tira pautas. Pero más allá de eso, para mí, un disco nuevo lleva un tiempo hasta que la gente lo mastique y lo adopte. Recuerdo que cuando editamos 27, supuse que Ciudad animal era un tema que iba a pegar mucho. Sin embargo, lo tocamos en el Luna dos o tres meses después de haber salido el disco, y la gente no lo tenía. Hoy en día es una fiesta. La referencia de las redes es medio mentirosa. Vos podés ver que un tema se escuchó un montón, pero de los que
Hoy en día hacés una canción en la que te metés en la mente de un asesino y corrés el riesgo de que te conviertan en él, porque es todo literal”. Tenés que tener cuidado”.
escribieron, escucharon u opinaron sobre él, es un 20 o un 30 por ciento el que va a verte. Además, no es fácil entender por qué un tema es el más escuchado en un lugar y no en otro. -Hace muy poco publicaste el videoclip de “Dale darling”, que tiene mucho que ver con la cuestión de género. ¿En qué medida lo que está pasando en la calle guía la elección de una canción para hacer un video con ella o para incluirla en un show? -Generalmente quiero tocar o hacer videos de los temas que más me copan. Es un elemento que ayuda a que la gente los mastique, los consuma de otra forma, les preste más atención y los vea desde otro lugar. Muchas veces el video valoriza el tema. Me doy cuenta que muchas veces la gente no escucha la letra, no la analiza ni la ve en profundidad. Y muchas veces los videos ayudan a pensar y a entender de qué se está hablando. -Tenés 50 años. ¿Cambia el sentido de la responsabilidad por lo que uno canta y dice, a medida que pasa el tiempo? -Creo que cambia... Por un lado, sí. Por el otro, trato de que no, para que el sentido de la responsabilidad no afecte a la obra artística. De que no se convierta en el teatro stalinista, que no sea un discurso dogmático y pasquinero, que nunca me interesó. Por eso trato de buscar la vuelta para decir las cosas de otro modo, como en el caso de Toaster (Give Me
Back My). ‘A los jueces quién los juzga; más vigilancia a los politicos’. Aunque después hay gente que te dice: “¡Eh, ahora hablás de una tostadora!” Y me doy cuenta de que nunca escucharon la letra. -Se quedaron con la cáscara.
-Lamentablemente, me doy cuenta de que hay una gran cantidad de gente que es muy superficial, a la hora de analizar un chiste, la letra de una canción, una declaración de un político... Es muy poca la gente
que analiza el discurso. La mayoría se queda con una cosa frontal, superficial, elemental y básica. Fue un descubrimiento doloroso. -¿Qué te genera darte cuenta de eso?
-Me produce una profunda decepción que tanta gente se quede en lo superficial. En realidad, me produce fastidio. Me da ganas de usar la expresión “es la economía, estúpido”, para decirles “es la metáfora, idiota”, o “habla de otra cosa, idiota”. Pero ocurre que cuando alguien te insulta y contestás, los medios titulan: “La desbocada reacción de Ciro, que insultó a un fan”. Es el juego perverso de las redes sociales y los medios, que toman lo que quieren para que llame la atención y se lea esa nueva nota que acaban de escribir. Y como, una vez más, mucha gente se queda con lo de arriba, son nuevamente carne de cañón de ese engranaje. Y es lo que produce que un tipo como éste, que debe tener un nombre difícil porque todos lo llaman ‘el hijo de la fiscal’, quizá en un tiempo aparezca en el Bailando o sea tapa de una revista. -¿Qué sucede cuando esa mirada superficial se combina con cuestiones tan sensibles como la de género, que están tan presentes? ¿Hasta qué punto condiciona la decisión de lo que vas a cantar o contar? -Hoy hay que tener en cuenta todas esas cuestiones. Vos podés escribir un cuento o una novela… O sea, Dostoievsky no mató a la vieja, en
Crimen y castigo. Pero hoy en día hacés una canción en la que te metés en la mente de ese asesino y corrés el riesgo de que te conviertan en él, porque todo es literal. La interpretación es literal. Tenés que tener cuidado por el día a día. Creo que ya se acomodarán las cosas, y que en un tiempo habrá habido una evolución positiva y se habrán limado los extremos, el quilombo por el quilombo, la defenestración del masculino… -¿Cómo vivís el tema con tus hijas? ¿Sentís que hiciste un buen trabajo como padre? -Creo que sí. Recuerdo haber ido a defender a una de mis hijas, en la primaria -un colegio que la iba de moderno y progre-, porque ella quería jugar al fútbol en el recreo y le gustaban los superhéroes masculinos, y me llamaron para planteármelo. Y mi respuesta fue: “¿Cuál es el problema? Ella hace lo que quiere. Yo no le impongo nada. Si invita a una amiga, tiene que jugar con muñecas, y a ella le gusta correr, treparse... Por eso invita varones.” Ella siempre jugó a la pelota. Hoy en día juega en un club, y es de las mejores. En ese momento no podía creer que me citaran por eso. -¿Siempre lo viste así?
-Nunca tuve rollo con esa cuestión. Sé que soy parte de una generación que vivió una infancia y una adolescencia con una televisión distinta, con humoristas que hoy no podrían hacer el humor que hacían entonces, y crecimos con un montón de mandatos que creo que estaban equivocados, y que por suerte están cambiando. Lo que pasa es que a veces hay cosas que se leen mal y se analizan de una manera distinta a lo que uno quiere decir. Pero son momentos históricos.