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El largo viaje de Margaret a la Luna

- Silvia Fesquet Sfesquet@clarin.com

Faltaban apenas tres minutos para entrar en la Historia. Por un instante, eterno, pareció que el sueño terminaría en pesadilla. El código de alarma 1202, que apareció en la pantalla de la computador­a de abordo, hizo pensar que la Apolo 11 fracasaría en su intento de hacer que por primera vez el hombre pisara la Luna. Por suerte, muy lejos de allí, en la Tierra, estaba ella.

¿Quién? Margaret Hamilton, matemática, ingeniera de sistemas y, a los 32 años, jefa del equipo encargado de desarrolla­r el software de navegación on board para el Programa Espacial Apolo. Gracias a su pericia y a la de los hombres que trabajaban con ella el módulo en que viajaban Neil Armstrong y Buzz Aldrin, descendió sin problemas sobre la superficie lunar, para emoción y asombro del mundo entero. Era el 20 de julio de 1969. Para dar una dimensión de lo que significó su tarea, valgan las palabras de Barack Obama cuando en 2016 le entregó la Medalla Presidenci­al de la Libertad, el mayor galardón otorgado por el país a civiles: “Nuestros astro- nautas no tenían mucho tiempo, pero afortunada­mente tuvieron a Margaret Hamilton. Ella simboliza aquella generación de mujeres olvidadas que ayudaron a enviar a la humanidad al espacio”. Para reafirmar lo del olvido vaya como muestra la sorpresa de Renee Horton, ingeniera jefa de la NASA, que recién en 2003 conoció la historia de aquella pionera.

“Desde que era una nena quise trabajar en la NASA y hacer algo que provocara un impacto”, declaró alguna vez Hamilton, una de las poquísimas mujeres en un universo netamente masculino. Contaba, de todos modos, con un sólido impulso que le permitió focalizars­e en el trabajo, y no en los obstáculos, para alcanzar sus logros. Ya cuando estudiaba en la Universida­d de Michigan o en el Earlham College era casi siempre la única mujer en las clases de matemática y física. Eso no la amilanaba: tanto su padre, el filósofo y poeta Kenneth Heafield, como su abuelo, un pastor cuáquero, la habían alentado desde siempre a seguir la carrera o el camino que eligiera en su vida. A los 24 años, recién graduada en Matemática, Hamilton ingresó al MIT (Instituto de Tecnología de Massachuss­ets), donde trabajó bajo las órdenes de Edward Lorenz, el matemático pionero de la teoría del caos y creador del “efecto mariposa”. Allí llegaría su gran oportunida­d, cuando la NASA eligió a esta institució­n como la responsabl­e de diseñar los sistemas de manejo y navegación de las misiones Apolo. Poco después dirigiría el equipo encargado de diseñar el software de abordo, un inmenso desafío. “Estábamos creando un campo nuevo, no había ninguna institució­n que enseñara a programar... en los primeros días de la misión Apolo el software no era tomado tan en serio como otras formas de ingeniería. La acción del software fue la de eliminar tareas de prioridad baja y restablece­r las más importante­s. Si la computador­a no hubiera reconocido este problema y llevado a cabo la acción de recuperaci­ón, dudo de que el Apolo11 hubiera logrado su aterrizaje exitoso en la Luna”, explicó a la BBC. Buscando jerarquiza­r lo que hacían, fue ella quien acuñó el término “ingeniería de software”: recuerda como un “día memorable” aquel en que un gurú del hardware legitimó la disciplina.

Cuentan que Hamilton solía llevar a su hija a su lugar de trabajo. Lauren es fruto de su matrimonio con James Hamilton, a quien conoció en el Earlham College, recibido después de abogado en Harvard, de quien se separó. No eran tiempos fáciles para hacerlo. Como recordó en una entrevista, en aquel momento los bancos pedían la autorizaci­ón del marido para otorgar un préstamo a una mujer, y la excusa para que sus sueldos fueran inferiores era que contaban con el salario de los esposos. Fundadora y CEO de su propia empresa, Hamilton Technologi­es, a los 82 años Margaret mantiene intactas la curiosidad y la determinac­ión con las que ayudó a conquistar la Luna.

“Nuestros astronauta­s no tenían mucho tiempo, pero afortunada­mente tuvieron a Margaret Hamilton”, dijo Obama al premiarla.

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