Primer recital en un videojuego
El bandoneonista y el contrabajista proponen un diálogo de instrumentos. Aquí hablan de su conexión.
Dos artistas de generaciones diferentes logran darle al tango un sonido contemporáneo sin desoír la tradición. El bandoneonista y compositor Néstor Marconi, uno de los grandes músicos del género, y el talentoso contrabajista Juan Pablo Navarro proponen un camino distintivo, moderno y sin falsos efectismos.
“Para el tango llegó la hora de la verdad; hoy tocás o no tocás. Ya no hay orquestas donde los músicos puedan ocultarse”, dice Marconi durante la charla con Clarín, antes de su presentación en Bar Bargoglio, hoy a las 21.
-¿Qué presentarán en este show?
Marconi: Es una selección en la que hay temas tradicionales, de Troilo, como Responso y La última curda,
luego un original como Bajo tangueado, que se lo dediqué a Juan Pablo; un set de Piazzolla, con Oblivion
y otras composiciones... El sustento en este dúo está en que preparamos la música de manera bastante libre. Me armo desde el bandoneón los solos, la parte armónica, y él prepara su propia historia desde su instrumento.
-¿Hay improvisación?
Navarro: En realidad hacemos variaciones de manera constante, y por momentos, parece que improvisamos. Lo que tenemos de original también es la formación. Hay pocos dúos de bandoneón y contrabajo. Nuestra música es un diálogo, y lo podemos hacer porque llevamos tiempo tocando juntos. Hace unos años reemplacé a Oscar Giunta en una actuación de la orquesta de Marconi, en Pigamalión, y quedó el vínculo. Cuando se alejó Giunta quedé de manera estable.
-¿Desde tus comienzos quisiste ser contrabajista de tango?
Navarro: Sabía que con el tango iba a tener la posibilidad de lograr un discurso personal, y tengo que agradecer a maestros como Marconi o Angel Ridolfi que me hicieron ver que había un camino para esa búsqueda.
Entre tantas transformaciones que recorrió la escena del tango también está su bohemia. “Llegué a Buenos Aires de Rosario con la orquesta de José Basso a principios de los '60, y viví los últimos suspiros de aquella hermosa bohemia. Había lugares como el Marabú, el Maipo, pero después vino una época muy difícil para el género. Fueron años duros y vi momentos malos. Pero no los sufrí, salvo cuando pasé de Caño 14 al Café Homero. En los '60 y principios de los '70, en Caño 14 actuaban Troilo, Copes, Goyeneche. Abría la noche Rubén Juárez. Yo estaba con Enrique Francini, y la cola para entrar al segundo show ya daba vuelta la esquina, y todavía no había empezado el primero. La gente veía a todos estos músicos con un whisky en toda la noche. Hoy, es todo lo contrario. Está todo preparado para turistas, con precios exorbitantes en la carta, y muchas veces falta de nivel artístico", reflexiona el bandoneonista.
Para Navarro, la bohemia aún se percibe en situaciones como las de ir a tocar y no llevarse casi nada porque no fue gente. "Pero a pesar de este inconveniente, cada vez son más los proyectos y músicos que quieren tocar. Esa es la bohemia de hoy”, dice. -¿Dónde quedó el machismo en el tango? Marconi: El machismo en el tango está terminado desde el momento en que hay tantas mujeres tocando. Eso es algo que, salvo excepciones está aceptado. El asunto se reduce a que toquen bien.
Además de su presentación en Bargoglio, Marconi y Navarro estarán los jueves de marzo, a las 11, en el Teatro 25 de Mayo con la Orquesta del Tango de Buenos Aires y con un ciclo de cuatro conciertos de Marconi, con diferentes formatos, a partir del último domingo de marzo en la Usina del Arte.w