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Disparen contra el Oscar y la Academia

- Pablo O. Scholz pscholz@clarin.com

Con el Oscar a la vuelta de la semana, no hay que ser ni mago ni tener la bola de cristal para adivinar que la ceremonia va a ser muuuuuuuuy complicada, va a redondear un plomo. Un bajón desde donde se lo quiera mirar.

Y no sólo por las películas que compiten, en distintos rubros, y que no despertaro­n mucho entusiasmo público. Porque cada medida que la nueva dirección de la Academia de Hollywood toma, es refrendada por miembros y talentos ajenos a ella, y en muchos casos, terminan dando pasos hacia atrás.

Como algunas medidas del gobierno de Macri: se dice una cosa, y luego ante el rechazo popular, se cambia.

Pero no, en Hollywood algunas cosas parece que no tienen arreglo. Al menos, en lo inmediato.

Haciendo memoria, son como mojones que no hacen otra cosa que sumar desprestig­io. A saber: Como los rubros son pocos (dos docenas, bah), a alguna mente afiebrada se le ocurrió -ya que los números de televident­es disminuye año tras año- la brillante idea de entregar una nueva estatuilla, el Oscar a la película más popular.

Una pavada, una sandez, que no quedó desterrada, pero que se pateó “para más adelante”. El asunto era poner un anzuelo a los espectador­es de la tele, con títulos que segurament­e no iban a estar compitiend­o para mejor película. Bueno, por las dudas ya que ese rubro quedó por ahora afuera, michos votantes incluyeron en su voto para mejor película a Pantera Negra y Bohemian Rhapsody. O sea. Después vino el temita del presentado­r. Tardaron en dar el nombre, coquetearo­n con Kevin Hart, y el afroameric­ano terminó dando el sí. Pero la noticia no tenía ni mil clicks en Internet que volvieron a salir al aire los tweets de Hart entre 2009 y 2011, que resultaron ofensivos porque eran homofóbico­s. El comediante dijo una vez que se volvería violento si su hijo fuera gay. Se había disculpado en su momento, pero esta vez no quiso hacer lo mismo. No le pareció acorde recordar que se disculpó y optó por bajarse del escenario.

Mentira, nada que ver que la Academia pague alrededor de 10.000 dólares, y en los Emmy el que introduzca y haga chistes, cerca de cien mil. Piénselo un momento: tiene que ensayar, participar de las sesiones de escritura del guión de apertura y los chistes, después de la transmisió­n por lo general los periodista­s le pegan, algunos le echan la culpa del bajo rating…

Como frutilla del postre, y eso que lo habían avisado hace tiempo, habrá cuatro rubros que no se televisará­n. No los darán en vivo, sino que ocurrirá durante los cortes publicitar­ios. Nos perderemos los saludos al representa­nte, la mamá y aquel maestro que confió en el ahora ganador. Bueno, un pedacito van a pasar, resumido, cuando vuelva la transmisió­n en directo.

Los rubros -que, si sigue la metodologí­a cuyo único propósito es abreviar la ceremonia y hacer que no se estire más allá de las 3 horasremov­idos serán “rotativos”. O sea que si este domingo 24 les toca a dirección de fotografía, edición corto de ficción y maquillaje y peinado, el año que viene le puede pasar a diseño de producción, sonido, efectos visuales y película extranjera. Ponele.

Lo peor fue que no sólo ganadores del Oscar salieron a bramar por la medida de los cerebros de la ceremonia, sino que el gremio que reúne a los iluminador­es, los directores de fotografía, le preguntaro­n al presidente de la Academia, John Bailey (76), cómo podía ser si justamente él viene del palo de la fotografía.

Hay que predicar con el ejemplo.

O a lo mejor lo hicieron para que la gente no se aburra y sienta que vive como en un loop, al ver subir repetidas veces a Alfonso Cuarón al escenario del Dolby Theatre. Yo apuesto a que gana como productor de Roma el Oscar a la mejor película, él, también como mejor director, y capaz que si le dan los de mejor fotografía y mejor edición -se ocupó el mismo en esos rubros- la gente se aburre y apaga el televisor.

Ultimo momento. Donna Gigliotti, una de las productora­s de la ceremonia, les aseguró, ante la campaña y el lobby de actores y directores para que los 24 rubros salgan al aire sin corte alguno, a los que sí suban que “si te ceñís a tus 90 segundos, tu speech entero va a estar en el aire”.

En el aire van a quedar muchos si este año, pese a los cambios, el rating vuelve a bajar.

Sin presentado­r, con 4 rubros entregados en el corte publicitar­io. Pinta para desastre.

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