Innovando la música de raíz
El dúo conformado por Nadia Larcher y Andrés Pilar presenta hoy su repertorio de folclore aggiornado.
Hay un folclore emergente que reúne sin tensiones la tradición con la modernidad. Música de raíz que se vuelve sustento de esta innovadora mirada que tiene como uno de sus baluartes al noneto Don Olimpio, un colectivo de una llamativa sensibilidad interpretativa, dirigido por el pianista y arreglador, Andrés Pilar y Nadia Larcher en canto. El grupo se presenta hoy, a las 21, en el Auditorio de La Usina del Arte y el 13 de marzo y 10 de abril en Vinilo.
-¿Cómo nació el proyecto Don Olimpio (nombre del abuelo del fundador del grupo, Pilar)?
Pilar: A mediados de 2016, pero lo tenía pensado varios años atrás; dirigía ensambles de folclore en instituciones como el Manuel de Falla y la Universidad de San Martín, donde me gustaba el resultado aunque teníamos limitaciones en el resultado sonoro, y además yo no tocaba y me daban ganas de participar. En un momento dado comencé a pensar en el ensamble y si bien tenía lo tímbrico muy en cuenta, quería reunir principalmente un grupo de calidad humana y técnica.
-Desde el comienzo hicieron mucho hincapié en la música anónima folklórica, ¿es un sello de Don Olimpio?
Pilar: Tenía una serie de arreglos que había hecho en los ensambles que dirigí, y Don Olimpio partió con ese puñado de composiciones arregladas que mostraron una línea hacia un repertorio antiguo más un par de temas de Leda. El repertorio anónimo tiene una belleza enorme y está bastante inexplorado, como que pasó de largo.
-¿Resignan la composición en pos de la interpretación?
Pilar: No del todo, hacemos algún tema mío, otro de Carlos Moscardini, de Coqui Ortiz, pero esencialmente hacemos música de compositores antiguos, aunque nos interesa lo contemporáneo, pero se da más que nada en la interpretación y no descontamos que vayamos hacia un repertorio con temas originales, aunque creo que la variabilidad del material es parte del estilo que hoy transita el ensamble. Por ejemplo, ahora agregamos música de José Luis Aguirre y dos temas de los her- manos Núñez (Don Tula y Andando a gatas) con unas letras hermosas.
-¿Cómo afrontás un repertorio tan variado como el de Don Olimpio?
Larcher: Pongo mi voz al servicio del arreglo y en función de la interpretación que pensamos en el colectivo; se borra, se desdibuja esa noción de que me están acompañando estos músicos, una noción bastante común en quienes cantamos; acá tenemos otra manera de trabajar. La música la trae Andrés y en la banda terminamos de darle forma al lugar que va a tener cada uno. Mi voz es un timbre en el grupo y tiene la responsabilidad de nombrar el poema.
Ambos coinciden en que los arreglos cobran vida por la sutileza de los músicos que componen el grupo con Juan Pablo Di Leone en flauta, Federico Randazzo en clarinete, Caliva en bandoneón, Juan Manuel Colombo y Leopoldo Andersen en guitarras, Diego Amerise en contrabajo y Agustín Lumerman en percusión. “Hoy siento que hay un sonido Don Olimpio, en el que si bien cada uno sigue la partitura hay variaciones que se salen de ese corset para integrarse a un sonido más espontáneo”, dice Pilar.
¿Cómo trabajan con la voz?
Pilar: En general la melodía y la letra ya está dadas, y hay menos posibilidades de hacer cambios, pero Nadia aporta desde el fraseo, la intensidad o el énfasis que no está escrito y eso se vuelve un timbre más.
El grupo viene de participar en un festival en Andalgalá, Catamarca (donde creció Larcher) en el que recibió una respuesta mayúscula por parte del auditorio. “Debemos romper el miedo de participar en esos espacios que quizá por comodidad o por un prejuicio que muchas construimos nosotros o el mercado y nos alejamos de la gente: hay que dar la pelea y romper ese miedo que nos aleja del pueblo. Esta música es de ellos”, dijo Larcher.
Un tema insoslayable es el del cupo femenino en los festivales, que tanto Larcher como Pilar sostienen que es un reclamo capital y urgente. “Nos parece fundamental porque la mayoría de los festivales de folclore están financiados por los gobiernos provinciales o municipales: debería ser una preocupación del Estado la presencia femenina. Es ahí donde el municipio debe garantizar el espacio como una política de igualdad, es su obligación en la equidad laboral. Las artistas somos trabajadores de la cultura y debe haber equidad laboral para nosotras. Estamos listas para subir al escenario y dar nuestro mensaje. El folclore no tiene memoria de mujer”, concluye Larcher.