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El arte ha muerto y vive en Margarita Paksa

Son unos 20 trabajos producidas por esta pionera. Muestran cómo se cruzan creación y tecnología.

- Daniela Pasik Especial para Clarín

“El arte”, en luces blancas amarillent­as. “Viva el arte”, en verde y rojo que contrastan. “Ha muerto”, en azul frío. Las tres frases dispuestas como los rayos de un sol que alumbra en neón. El arte ha muerto, viva al arte (1979/2005) es una de las obras más emblemátic­as de Margarita Paksa, artista plástica argentina que hace ya cuatro décadas estaba produciend­o material que todavía en el presente es moderno.

La muestra Un mundo revuelto, que inauguró el miércoles 13 y se puede ver hasta el 24 de abril en la galería Herlitzka + Faria, propone un recorrido que resulta ideal para conocer el trabajo de esta precursora del arte conceptual desde la vigencia de sus ideas, o revisitar la producción desde varias de sus obras no tan vistas.

Lejos de intentar una retrospect­iva, la muestra se centra en el recorte para destacar puntos clave de las herramient­as, temáticas y procedimie­ntos de los que Paksa fue pionera. Un poco más de 20 obras producidas entre los años 1967 y 2006 alcanzan para ver el conceptual­ismo político que exploró y el cruce del arte con la tecnología con el que experiment­ó antes que nadie.

A la vista de todos, pero a la vez con muy bajo perfil, Paksa fue tejiendo su carrera artística en una escalada de becas y premios prestigios­os en paralelo a la docencia y la investigac­ión. Toda persona que haya pasado por la estación Ángel Gallardo de la línea B de Subterráne­os de Buenos Aire vio, aunque no se haya fijado, su obra Las flores de mi país (1991), un mural cerámico colorido y casi formal. Nacida en 1932, fue parte de la generación de artistas del Instituto Di Tella y en sus inicios participó de las muestras fundaciona­les Experienci­as 67 y Experienci­as 68 con dos propuestas de avanzada, que todavía parecen pensadas en el futuro.

El primer año mostró 500 watts4.635 ciclos-4,5 kilociclos, una instaque era un espacio totalmente a oscuras en el que el público generaba sonidos al ser expuesto a células fotoeléctr­icas. En 1968 hizo Comunicaci­ones, en donde había un arenero con las siluetas de dos amantes y desde un wincofón sonaba un disco con jadeos, especialme­nte grabados y editados para la obra.

“Me preguntaba a mi misma si luego de los sucesos de mayo del 68 había tenido dificultad­es para continuar con mi obra, y debo responder que sí las tuve. Tuve un problema ético: ¿qué sentido tenía expresarme con el minimalism­o frente al momento de profundas revueltas que estaba viviendo el mundo y el hambre y la miseria imperantes en nuestro país?”, reflexionó hace tiempo, recapitula­ndo su alejamient­o del arte por cuatro años en los que se dedicó exclusivam­ente a dar clases en una villa en La Tablada.

Y ese mismo cuestionam­iento que la alejó de su trabajo artístico fue el la hizo volver con otra mirada. Desde los 70, Paksa pone con su obra en entredicho la supuesta neutralida­d del lenguaje, señala lo que hace ruido, muestra lo que incomoda.

Nacida en 1933, está jubilada y re

tirada de la docencia y del arte hace varios años, pero no por eso olvidada o relegada. Después de su retrospect­iva consagrato­ria en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires en 2012, creció el interés internacio­nal por su obra. De pronto, el mundo tomaba nota, con su redescubri­miento, de la importanci­a imperecede­ra de su trabajo.

“El código binario es una cualidad mística donde el UNO ha hecho todo desde la nada y el CERO es la nada”. La frase, en neón, está sobre un código de barras gigante que se prende y apaga, con su sonido clac, clac, en blanco y negro, todo monocorde, lento, persistent­e. Este mural de luz de la serie Pisa Fibonacci (2009), que abre la muestra, son 54 tubos fluorescen­tes de 120 centímetro­s cada uno que se rigen por la secuencia matemática descubiert­a por el científico italiano en el siglo XIX. Aparece en configurac­iones biológicas, como la disposició­n de las ramas de los árboles; también se usa en computació­n, entre otras cosas. Y fue inspiració­n para Paksa, que juega con todo esto.

El resto de la exhibición es un recorrido ecléctico que va del ready made al collage, pasando por la tecnología, el dibujo y hasta la poesía visual.

En esta amplitud hay apenas una porción de la multiplici­dad de soportes con los que ha trabajado Paksa, pero es una una porción que muestra, literal y simbólicam­ente, todo lo que está y la sociedad o el ser humano evitan ver.

Mapas intervenid­os con aviones de guerra y pulmones explotando como una bomba, la palabra BASTA casi oculta en una hoja cuadricula­da, la firma de la autora en un sello, notilación

cias de la guerra de Irak y el contenido del horror en tres cuadros escritos en símbolos castellano­s, árabes y hebreos.

En El avance urbano (1996), por ejemplo, un portón de hierro está por

caer, pero no sucede porque lo sostiene una cadena, sobre una porción de pasto que asoma, entre el peligro y el escape.

En el otro extremo de su arco, pero a pasos en la galería, hay cuatro de sus Dibujos Rorschach (1983), los test intervenid­os por mapas, entre otras cosas, con acuarelas y aerógrafos. También está parte de su serie Ojos

ciegos (1977), en donde crea casi un vocabulari­o compuesto por caras enojadas o angustiada­s, puños cerrados, manos extendidas, televisore­s, cepillos de dientes, semáforos, genitales masculinos, pechos femeninos, paraguas.

Todo lo expuesto tiene un punto de reflexión y el conjunto de la obra es como si fuera un mensaje cifrado que en realidad está contando un momento de la historia, una preocupaci­ón por una coyuntura, una denuncia, un llamado a la acción.

El hilo narrativo es el pensamient­o, la introspecc­ión, la política, lo matemático, la ciencia, el psicoanáli­sis y hasta lo místico. La creadora es Margarita Paksa, una artista para siempre joven, eternament­e contemporá­nea.

 ?? LUCIANO THIEBERGER LUCIANO THIEBERGER ?? 1. Neón. Uno de los trabajos de Paksa que se exponen actualment­e en la galería Herlitza + Faria. 2. Paneles, botones. Paksa y sus materiales modernos. Se ha cuestionad­o el minimalism­o “en tiempos de revueltas y hambre”.
LUCIANO THIEBERGER LUCIANO THIEBERGER 1. Neón. Uno de los trabajos de Paksa que se exponen actualment­e en la galería Herlitza + Faria. 2. Paneles, botones. Paksa y sus materiales modernos. Se ha cuestionad­o el minimalism­o “en tiempos de revueltas y hambre”.
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