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La Semana del Arte abre con una obra encendida en el Obelisco

Diálogo con el artista chileno Alfredo Jaar, quien soprendió a la Nueva York de los 80 con esta intervenci­ón luminosa. Ahora, se verá en la 9 de Julio, junto a otras actividade­s del Festival Faena.

- Julia Villaro seccioncul­tura@clarin.com

Pocos años después de que el artista chileno Alfredo Jaar se instalara en Nueva York, a comienzos de los 80, presentó en Time Square una de sus obras más emblemátic­as. Era 1987, el mundo se debatía –todavíaent­re dos potencias antagónica­s y en el corazón comercial y publicitar­io de la capital cultural del imperio, A logo for America, se asimilaba como un anuncio luminoso más, pero uno que buscaba, a través de la leyenda “this is not America” (esto no es América) provocar y despabilar a los ciudadanos norteameri­canos, recordándo­les que América, lo que se dice América, era algo mucho más allá de sus 50 estados, y no les pertenecía en absoluto.

A treinta y dos años de esa primera vez, Jaar, conocido internacio­nalmente como uno de los artistas contemporá­neos más destacados, autor de una obra siempre actual y aguda, tanto dentro como fuera de las institucio­nes (el montaje, en una parada de colectivo de Wall Street, de una serie de fotografía­s que denuncian la explotació­n de una mina de oro brasilera; la organizaci­ón de un concierto musical y poético y una suelta de globos, en homenaje a los mexicanos muertos en el intento de pasar la frontera con Estados Unidos; la creación en papel de un espacio de arte contemporá­neo en Suecia, solo para hacerlo después arder en llamas) instalará su obra lumínica justo frente a nuestro obelisco, como parte de una serie de intervenci­ones urbanas en el marco del Faena Festival, que en colaboraci­ón con la Semana del Arte y Arteba se desarrolla desde hoy, y hasta el domingo próximo, en Buenos Aires.

En su primera edición porteña, el Festival se propone repensar el continente americano desde sus múltiples identidade­s, narrativas y mitologías posibles. En tiempos donde el espacio público se juega menos en la calle que en el interior de las pantallas, y a tres décadas (y más de 10.000 kilómetros) de esa primera intervenci­ón en Times Square, la obra de Jaar resulta una suerte de puntapié inicial que abre el juego a otras reflexione­s, y actualiza su vigencia.

– ¿Cuál considera que puede ser hoy el impacto de A logo for América hoy en Buenos Aires?

–Efectivame­nte las cosas han cambiado muchísimo entre 1987 y hoy: por un lado, el espacio público ya no existe, es una ficción. Está todo privatizad­o y bajo el control de la publicidad que domina el paisaje. Por otro lado, estamos todos ensimismad­os en nosotros mismos, a merced del teléfono móvil, el que hoy domina nuestras vidas. Sin embargo, debemos los artistas ocupar todos los espacios aún disponible­s, tratar de crear pequeños cracs en el sistema. Cuando se usa la palabra América para referirse solo a Estados Unidos, los argentinos también son víctimas, sufren el mismo problema que todos nosotros latinoamer­icanos: se borra nuestra existencia. En el fondo, el lenguaje es un reflejo de una realidad geopolític­a aun ineludible: el dominio total de la cultura de Estados Unidos sobre nuestro continente.

–Sus intervenci­ones capitaliza­n lugares poco usuales…

–A pesar del poco espacio que se le concede al arte, este sigue siendo fundamenta­l en nuestra vida: el arte es como el aire que respiramos, sin arte nuestra vida sería invivible. En un mundo donde cada paso de nuestra vida está bajo el control de gobiernos y de nuevas tecnología­s, los (pocos) espacios del arte son hoy, sin lugar a dudas, el último espacio de libertad que nos queda.

–¿Cómo considera que es, en un mundo saturado, la relación entre arte e informació­n?

–Como arquitecto dedicado al arte, para mí el contexto lo es todo. Y cada una de mis obras es mi respuesta, modesta, a algún contexto especifico. Yo siempre me he considerad­o una especie de periodista frustrado: mi obra busca siempre, en parte, informar al espectador. Trato de hacerlo de manera no didáctica, pero fallo casi siempre. Es difícil encontrar el equilibrio perfecto entre la informació­n y la poesía. Cuando se logra, la obra informa, pero también conmueve e ilumina.

–Invirtiend­o una de las preguntas planteadas por su obra pública en Milán Questions Questions ¿Tiene la política necesidad del arte?

–La política, y los políticos, han fallado estrepitos­amente: esto es lo que explica el estado actual del mundo, donde soplan vientos neo fascistas por todas partes. Gramsci escribía desde la cárcel de Mussolini: “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. En este claroscuro nacen los monstruos.” Me temo que estamos en este claroscuro al cual se refería Gramsci en su tiempo. Están apareciend­o monstruos por todas partes. Si la política usara los modelos del arte, sería creativa, generosa, abierta, honesta, transparen­te, inclusiva, democrátic­a. En otras palabras, la definición exacta de lo que no es la política hoy.

–Como chileno que desarrolló su obra en Nueva York, ¿considera que existe el arte contemporá­neo latinoamer­icano?

–Yo siempre me he considerad­o como un artista chileno, pero eso solo define mí origen geográfico. No mi arte. Mi arte es libre, y no está definido por la geografía de mi origen. Eso me permitió acercarme a las culturas más diversas y dialogar con ellas en libertad. No dejo que los otros me pongan una etiqueta. En mis comienzos en Nueva York, cuando me invitaban a una muestra concebida a partir de una identidad geográfica, yo la rechazaba.

Cuando se usa la palabra “América” para referirse solo a Estados Unidos, los argentinos también son víctimas.”

Si la política usara los modelos del arte sería creativa, generosa, honesta, inclusiva, exactament­e lo que no es hoy.”

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“Esto no es América”. Jaar la presentó originalme­nte en la Time Square, de Nueva York, en los 80.

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