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El padre del bebop: historia de un genio atormentad­o

El genial saxofonist­a fue el fundador del jazz moderno. Murió por causa de sus excesos cuando tenía apenas 34 años.

- César Pradines Especial para Clarín

Se cumplen 100 años del nacimiento del saxofonist­a Charlie Bird Parker (1920-1955), padre del bebop, verdadero innovador que revolucion­ó el género a comienzos de los años ‘40. El poeta inglés Philip Larkin, que comparó a Louis Armstrong con Parker, decía: “Mientras que Armstrong siguió y mejoró la tradición de sus antecesore­s como King Oliver, Parker no siguió a nadie. Se limitó a surgir”.

El bebop se convirtió en un movimiento contracult­ural al divorciar el jazz de la música popular y terminar con la Era del Swing. Hasta ese momento, el mundo del jazz estaba dominado por las grandes orquestas comerciale­s de Swing, en las que Parker tocaba seis noches por semana; pero lo que era aceptado por los músicos sin resistenci­a alguna, él lo rechazó.

“Sigo pensando que tiene que haber algo más”, confesaba este genial artista que por aquella época transitaba sus 21 años, y que murió a los 34 como resultado de sus excesos. Un músico de talento extraordin­ario a la hora de improvisar, quintaesen­cia del jazz.

Influyente en la música, y en otras cuestiones también

Lógicament­e, su condición de artista clave en la historia del género lo llevó a ejercer una enorme influencia sobre los músicos de jazz de las generacion­es posteriore­s a la suya. Miles Davis decía que se podía definir el jazz en cuatro palabras: “Louis Armstrong - Charlie Parker”. En efecto, si hablamos de los mayores saxo

Nueva York I: debut sin pena ni gloria y un rápido adiós

La siguiente escala fue Nueva York, donde entró a trabajar como lavaplatos en un club de Harlem en el que tocaba el irrepetibl­e pianista Art Tatum, de quien noche a noche escuchó y aprendió como de ningún otro artista, por ejemplo, a yuxtaponer melodías discursiva­s que encajaban de manera perfecta con la armonía de la canción que estaba tocando.

En la ciudad de los rascacielo­s pasó casi inadvertid­o, y regresó a Kansas City para el entierro de su padre. Por entonces fue que adoptó el sobrenombr­e Yardbird, que terminó siendo Bird. Según parece le gustaba pedir en los restaurant­es pájaro de corral (Yardbird), en vez de pollo (chicken); de ahí habría surgido el sobrenombr­e. Las primeras grabacione­s amateurs que se tienen de Parker están fechadas en 1937, aunque existen dudas sobre las fechas, fueron Honeysuckl­e Rose y Body and Soul. No se trata de un ejercicio de un aprendiz, tampoco suena ese relajado virtuosism­o que logró desarrolla­r y, aunque el fraseo es bastante rígido, hay un trabajo profundo en la armonía y en la comprensió­n conceptual, que asusta por su madurez.

Parker entra en la orquesta de Harlan Leonard (que tenía de pianista y compositor nada menos que a Tadd Dameron) para luego saltar a la orquesta de Jay Mcshann, donde comienza a lucirse en temas como Lady Be Good, The Jumpin’ Blues, Sepian Bounce y Swingmatis­m en los que sus improvisac­iones suenan definitiva­mente esbeltas y anticipan, en especial en sus introducci­ones, lo que vendría, el bebop.

En 1939 llega a Kansas la orquesta de Cab Calloway, con un trompetist­a tan formado como Bird: John Dizzy Gillespie. “Yo conocía a grandes saxofonist­as como Benny Carter, Coleman Hawkins y Lester Young, pero cuando escuché a Parker quedé estupefact­o y me dije: ‘Éste es mi colega; nos movemos en la misma dirección sin conocernos’”, contó.

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