De rebelde a chica espiritual
Hubo un tiempo en que Lindsay Lohan se hundía sin darse cuenta: una vida ligada a las drogas, el alcohol, la velocidad, la cárcel. Después de consagrada como niña Disney, a la actriz le fue difícil procesar la fama salvaje que adquirió y mantener los pies sobre la Tierra en un mundo frívolo como es Hollywood. Y vivió un tormentoso proceso hasta llegar a lo que hoy llama “la luz”.
Hoy su actualidad es otra. Parece que se ha volcado con dicisión al mundo de la espiritualidad. “Comience su propio día volviendo a sí mismo con una mentalidad genuina. Corazón genuino. Honestidad. Gratitud (...) Ahora cierre los ojos y agradezca a Dios. Gracias mundo. Dios bendiga este día”, posteó hace unos días la muchacha que se hizo fanática, además, de la práctica del yoga.
Empezó su carrera como modelo cuando tenía tres años, y cuando cumplió diez ya era una avezada en el mundo de las cámaras y los flashes. Para cuando se estrenó Juego de gemelas, en 1998, su popularidad paseó por el globo. La adorable pelirroja que jugaba en pantalla grande a tener una hermana gemela tenía entonces 12 años y la esperaba un duro camino. Como ese viejo karma de los niños famosos de Hollywood, Lindsay comenzó a crecer y a ser noticia por cuestiones fuera de lo artístico. Drogas, accidentes y visitas a tribunales se convirtieron en moneda corriente.
Hoy pregona la espiritualidad y escribe pacíficos mensajes en sus redes sociales. Hace unas horas, para sus más de 8 millones de seguidores en Instagram, por ejemplo, soltó: “Oremos todos por la paz”.w