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Cómo se vino abajo Johnny Lawrence

Secuela de la película de 1984, la serie de Netflix llegó al streaming con los mismos actores.

- Diego Jemio Especial para Clarín

La nostalgia siempre cotiza bien en el mercado de las series y las películas. Si se trata de una secuela con un giro interesant­e en la trama, el éxito está casi asegurado. Doblemos la apuesta. Si hablamos de una película icónica de los años '80, que vuelve a convocar a sus actores originales, estamos hasta en un pequeño boom. Eso sucede con la serie Cobra Kai, que se puede ver en Netflix.

Y tal es el fenómeno de audiencia, que la plataforma ya la puso en su solapa de Tendencias, a raíz de la gran demanda de sus millones de suscriptor­es.

Surgida originalme­nte en Youtube Premium, la serie de dos temporadas, con episodios de media hora, es una secuela de Karate Kid (1984). A 36 años de aquella película dirigida por John Avildsen -ganador de un Oscar por Rocky-, la producción reedita la vieja pelea entre los dojos enemigos: Cobra Kai y Miyagi-do.

Los personajes son los mismos de aquellos años: el rubio Johnny Lawrence y el bueno de Daniel Larusso, interpreta­dos también en esta oportunida­d por los actores William Zabka y Ralph Maccio. Pero el tiempo hizo lo suyo y la vida trató muy distinto a los dos, que ya son cincuenton­es con un camino recorrido.

Larusso pasó de ser un tímido adolescent­e a un empresario exitoso. Ahora es un hombre seguro de sí mismo, dueño de una gran agencia de venta de autos y abnegado padre de familia. El camino de Johnny fue el reverso: de ser el má´s popular y carilindo de la escuela a un tipo amargado y alcohólico que desayuna con cerveza. Alguien a quien todavía le resuena en la mente la sentencia de “perdedor”, que recibió cuando era un chico luego de aquella competenci­a de karate contra Daniel. Cada tanto, también se la repite su hijo, con quien casi no tiene vínculo.

Buena parte del interés de la serie está en el vuelco del personaje de Johnny, que ya no es lo que era. Y ese cambio de registro, en parte, le aporta verosimili­tud al relato que agita la bandera del paso del tiempo.

Karate Kid representa­ba el clásico camino del héroe en el cine, en el que Daniel debía superar las pruebas y renacer de la mano de su maestro. Acá el rubio intentará resurgir de las cenizas, a partir de enseñarle karate a un vecino, un adolescent­e tímido, asmático y acosado por sus compañeros de colegio. Pone su propio dojo y se convierte en un nuevo Señor Miyagi, pero en versión occidental, sexista y políticame­nte incorrecta.

Por otro lado, las escenas muestran la vida en apariencia perfecta de Larusso.“soy un padre responsabl­e preocupado por su hija”, le dice a su mujer, luego de echar a todos los amigos de la nena de una fiesta en la pileta. Un aspecto interesant­e es el desarrollo del rol de maestro de un Johnny imperfecto. Los creadores subrayan las marcas del pasado que aún siguen vigentes en los personajes. Lo hacen no sólo con los numerosos flashbacks de la película original, sino con marcas sutiles en las personalid­ades de los adultos que son ahora. “Hay cosas que no cambian”, dice un desafiante Daniel cuando conoce el nuevo centro de karate de su enemigo.

El desarrollo de la serie es bastante obvio y va forjando lentamente una revancha, con guiños constantes que los fanáticos festejarán y fondo de música de los años ‘80, que incluye canciones de Poison y The Human League.w

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Los chicos crecen. William Zabka y Ralph Maccio en nuevos roles.

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