Cuatro argentinos que eligieron hacer cultura en Uruguay
Se fueron hace tiempo y se quedaron. Conocen lo bueno, lo malo, lo difícil de la otra orilla. Y dan algunos consejos.
Si Buenos Aires era la París de América, a Uruguay le tocó ser la Suiza del continente: un país territorialmente pequeño con un promedio de tres millones de habitantes en los últimos treinta años. Es el menos habitado de la región, dejando de lado los territorios ultramarinos de Surinam, Guyana y Guayana. Sin tener en cuenta la reciente iniciativa del actual gobierno uruguayo para atraer a argentinos –y habitantes de otras nacionalidades– a radicarse en el “paisito”, como le dicen con cariño los propios uruguayos, con el objetivo de “poblar” el territorio y, de paso, también, captar capitales, Uruguay tiene una larga historia en cobijar argentinos por distintos motivos y en distintas épocas.
¿Por qué? ¿Qué tiene Uruguay? ¿Y qué pasa en el ámbito de la cultura? Clarín contactó a los escritores Elvio Gandolfo y Manuel Soriano y a los gestores culturales José Miguel Onaindia y Facundo De Almeida, cuatro argentinos vinculados a la cultura, radicados hace más o menos tiempo en el país de Enzo Francescoli, Mario Benedetti y Natalia Oreiro, para que cuenten sus experiencias de vida del otro lado del Río de la Plata.
Pero, antes, ¿cómo es la industria cultural en un país de baja densidad poblacional? Según cifras del último informe del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe, en 2017, Uruguay registró 2.230 libros por código ISBN, lo que significa una incidencia del 1,1 por ciento en la región, muy por detrás de Brasil, Argentina y México, que ocupan el podio con el 45 por ciento, 14 por ciento y 13 por ciento, respectivamente.
Sin embargo, Uruguay es el país que más libros publica por cada 100 mil habitantes y grandes grupos editoriales como Penguin Random House y Planeta tienen representación en ese país. “Uruguay es el país de la región donde más se lee y el que cuenta con la mayor producción de libros por habitante en América Latina”, expresa el Informe de Industrias Creativas, elaborado por Uruguay XXI en noviembre pasado.
No sólo la industria editorial mueve
en Flacso y atender su estudio de abogados. Desde 2013, ocupó diferentes cargos de gestión cultural en Uruguay, entre ellos, fue asesor artístico del Teatro Solís, dirigió el Instituto Nacional de Artes Escénicas y el Festival Internacional de Artes Escénicas y actualmente es director artística de los auditorios del Servicio Oficial de Difusión, Representaciones y Espectáculos (Sodre).
“Decidí mudarme fundamentalmente por una cuestión de ecología social, la turbulencia política y la intolerancia me empezaron a afectar en mis actividades principales”, explica Onaindia. “Uruguay –sigue– es un país que conozco de chico, adonde vine no sólo a veranear, sino a visitar, siempre estuve atento a la actividad cultural. Es un país que me permitía esta ‘binacionalidad’ por la cercanía y la tecnología, y no me equivoqué”. También rescata la tolerancia y la austeridad republicana.
Lo del escritor y periodista Elvio Gandolfo fue distinto: trabajaba en Rosario, en la imprenta de su papá, el poeta Francisco Gandolfo, donde hacía la revista cultural El Lagrimal Trifurca, editada entre 1968 y 1976. Elvio pisó Uruguay por primera vez en 1968 invitado por una revista literaria.
Vivió en Montevideo un par de años hasta que la dictadura de Juan María Bordaberry en 1973 lo hizo regresar a la Argentina. Luego fue la dictadura argentina, iniciada en marzo de 1976, la que lo obligó a exiliarse. Si bien nació en Mendoza hace 73 años, las tres ciudades donde se siente más cómodo son Rosario, Buenos Aires (fue corresponsal del diario El País,
Similitudes y diferencias
“En Argentina, tienen idealizado a Uruguay. Dicen cosas como que duermen con la puerta abierta o que el colectivero te saluda. Pero la gente es parecida”, considera Soriano. “Hay una especie de amabilidad propia de la ciudad por su tamaño, pero no sé si por el tipo de gente. Alguien decía que Montevideo era la versión unplugged de Buenos Aires”. Vecino del barrio El Cordón, cerca de la feria Tristán Narvaja, rescata los beneficios de la capital uruguaya: “No hay tráfico, hay playa, todo queda cerca”.
“¿Si me adapté? Tengo una frase en