Frida: todas las caras de la artista que se volvió ícono
La vida íntima, su legado como símbolo feminista y la obra que cruzó el mundo y la historia.
En Las dos Fridas (1939), considerada su pintura más famosa, Frida Kahlo (México, 1907-1954) se pintó a sí misma desdoblada en dos personas, y con dos corazones que laten con independencia, unidos por una arteria imaginaria. Un cielo grisáceo y amenazante que anuncia tormenta parece representar su soledad. Pero, además, se da la mano a sí misma. Cuando pintó ese cuadro, acababa de separarse de Diego Rivera, junto a quien a comienzos de esa década había atravesado un traumático aborto espontáneo en Detroit, durante una temporada en que habían vivido en los Estados Unidos, y que pocos años después la había traicionado con su propia hermana, Cristina: Frida se sentía escindida, aunque para entonces la vida ya le había enseñado a ampararse en su propia capacidad de resiliencia.
Los padecimientos que sufrió a lo largo de los años –psicológicos y físicos– fueron su tormento, pero al mismo tiempo la convirtieron en una mujer de una fortaleza de la que se registran pocos antecedentes entre las figuras de la historia del arte.
Alguna vez dijo que “su” Diego, como le decía al famoso muralista mexicano, ese hombre de proporciones inmensas y ojos de cíclope, había sido su “segundo accidente en la vida”. El primero, a sus 18 años, en 1925, la partió literalmente al medio, cuando el colectivo en el que viajaba fue arrollado por un tranvía: aunque hay algunas diferencias en las versiones de las lesiones puntuales, se cree que la columna vertebral de Frida quedó fracturada en tres partes, sufrió además roturas en dos costillas, en la clavícula y tres en el hueso pélvico. Su pierna derecha se fracturó en once partes, su pie derecho se dislocó, así como su hombro izquierdo, y un pasamanos la atravesó por la cadera izquierda y salió por la vagina. Estuvo sin poder caminar durante tres meses y sufrió treinta y dos operaciones pero eso no la detuvo, de hecho, la impulsó hacia adelante: postrada, la artista comenzó a dar forma a una obra monumental que terminaría incluyendo unas 200 pinturas, en gran parte autorretratos. Ese accidente la marcó de por vida.
Frida –que contaba que había sobrevivido a la poliomielitis a sus 6 años, aunque hay quienes discuten su versión– probaría por muchas razones ser dueña de un poder casi sobrehumano para sobreponerse a la desgracia. Su legado pictórico, impulsado por una personalidad arrolladora, la convertiría en un referente del arte del siglo XX y de la moda, y en ícono pop: la estética de su estilo inspiró a diseñadores y artistas del mundo entero.
Para millones de mujeres en el mundo es también, desde hace más de medio siglo, un símbolo de la fortaleza femenina: el dolor la confrontó con la muerte (“Mi cuerpo carga con todas las llagas del mundo”, escribió), pero ella tomó partido por la vida; en ese empeño radicaba su fuerza.
Esa es la razón implícita por la que, en el Día de la Mujer, que se celebra este lunes, National Geographic estrenará un documental original que le rinde homenaje a la artista mexicana.
Con dirección de Giovanni Troilo y la participación de la actriz Asia Argento -a cargo de las presentaciones y lecturas de sus escritos íntimos, como cartas y fragmentos de sus diarios-, la película, que respeta una secuencia cronológica, intenta responder a una pregunta que renueva su sentido en esta fecha: ¿quién era realmente Frida Kahlo?
La reconstrucción de su historia adquiere nuevos matices a la luz de entrevistas exclusivas, videos y fotos de la época, reconstrucciones y un análisis pormenorizado de algunas de sus obras centrales, incluyendo sus sugerentes autorretratos, todavía portadores de algunos misterios y abiertos a interpretaciones variadas.
La producción combina contribuciones de especialistas en su obra y artistas –como James Oles, historiador del arte; Alfredo Vilchis, pintor; o Graciela Iturbide, fotógrafa–, a las que suma el relato de una de sus descendientes directas, Cristina Kahlo, su sobrina nieta, así como de Hilda Trujillo, directora del Museo Frida Kahlo. Los momentos en que se recrean bailes regionales mexicanos y postales que reflejan la cultura mexicana en imágenes, son algunos de los puntos fuertes de un documento que se vuelve precioso.
“Frida representa a las mujeres en un sentido muy amplio, y muestra cómo, a pesar de la adversidad, una mujer puede salir adelante”, opina su descendiente directa, Cristina Kahlo. “El hecho de pasar tanto tiempo sola la llevó hacia la autorrepresentación, se pintó a sí misma: 'Soy el sujeto que mejor conozco', decía ella”.
El espejo que la madre de Frida coloca sobre su cama tras el accidente que hipoteca para siempre su salud, y las pinturas que le regala su padre, le servirán para crear su propio refugio doméstico. Sus primeros retratos son algo rígidos: añora el cuerpo que perdió. “No pinto mis sueños, pinto mi propia realidad”, dirá años después. Allí, postrada, con determinación y paciencia, empezaba a dar forma a una constelación de imágenes que harían historia y marcarían un hito en la historia del arte latinoamericano del último siglo.
A Diego Rivera, que ya era un pintor célebre en su país, lo conoció a finales de la década del 20, y le llevó “cuatro cuadritos”, cuando él pintaba un mural en la Secretaría de Educación de la capital mexicana: “Sin más le dije, Diego baje. Y así como es, tan humilde y amable bajó”, contaría Frida en sus diarios. Y después: “Nos hicimos amigos, camaradas, amantes”.
En 1929 se casaron: “Un elefante y una paloma”, comentaba la gente. Ella le escribió: “Me acogiste destrozada y me devolviste entera, íntegra a la vida”.
Muchos calificaron esa relación como “tóxica”. Ella, sin embargo, aseguraba que lo amaba, y terminó perdonándole sus reiteradas infidelidades, entre ellas, la que más la hizo sufrir, cuando él la engañó con su propia hermana, Cristina, en 1935: Unos cuantos piquetitos (1935), inspirado en parte en una noticia aparecida en los periódicos, es el cuadro que simboliza esa traición: vemos a una mujer sangrando sobre una cama, su cuerpo apuñalado reducido a un objeto inerte. Y a su asesino con un puñal en la mano. Ella está obligada a volver a reinventarse, “a emerger de la sombra de Diego”, plantea el documental en relación a aquel capítulo de la vida de Frida.
Frida, a su vez, tiene sus propios romances secretos, entre ellos con el revolucionario ruso León Trotsky, exiliado junto a su esposa en México en 1937 y a quienes Diego y Frida alojan en la Casa Azul. Tras ser expulsado
Banksy parece haber dado su apoyo a una campaña para transformar una antigua cárcel de un pueblo inglés en centro cultural. Una obra del enigmático artista callejero acaba de aparecer, con toda la atención que siempre merecen sus trabajos. En sus redes sociales, el propio creador anónimo confirmó la autoría del mural realizado sobre la pared de ladrillos rojos.
El elusivo Banksy publicó un video en su cuenta de Instagram que reconoce ese trabajo. La imagen pintada en blanco y negro muestra a un hombre escapando con una cuerda hecha con papel de una máquina de escribir.
Apareció el lunes pasado fuera de la prisión de Reading, famosa por ser el lugar donde el escritor Oscar Wilde estuvo encarcelado dos años por “indecencia repugnante” en la década de 1890. La ciudad queda a 65 kilómetros al este de Londres.
La prisión cerró en 2013 y existen campañas para convertirla en un centro dedicado al arte. El ministerio de justicia de Gran Bretaña, propietario del inmueble, decidirá a mediados de marzo cuál será su futuro.
En su video en Instagram, Banksy aparece haciendo el esténcil a hurtadillas, rociando pintura con spray y pintando con rodillo para crear la obra de arte, titulada Create Escape (Crea escape). Las imágenes están mezcladas con un episodio de la serie clásica de clases de pintura El placer de pintar con Bob Ross.
La campaña para convertir la antigua prisión en un centro cultural tiene el apoyo de actores como Judi Dench, Stephen Fry y
Kenneth Branagh.
Un vocero del ayuntamiento de Reading dijo que estaban “encantados de que Banksy parezca haber dado su apoyo al deseo del ayuntamiento de transformar la prisión vacía de Reading en un faro para las artes, el patrimonio y la cultura con esta obra de arte que muy a su modo ha titulado Create Escape”. Y ya tomaron medidas para preservar lo que sería la primera obra del futuro centro cultural. w
En la década de 1890, en ese penal estuvo encerrado el célebre escritor Oscar Wilde.