La pertenencia, un debate pendiente
Es tiempo ya de discutir si la condición judía se transmite sólo por la madre y no por el padre.
Mi amigo, el sociólogo Ezequiel Erdei, se dedica en nuestro país a investigar los mismos tópicos que los llevados a cabo por el Instituto Pew. Y con un indudable conocimiento académico me confirma que los porcentajes en la Argentina son aún mayores a los recabados por sus colegas norteamericanos. Creo que a estas cuestiones debemos añadir, en estas latitudes, un debate honesto y necesario sobre el tema de la “patrilinealidad”, discusión que ya viene llevándose a cabo en los Estados Unidos y en otros países hace no menos de tres décadas.
Lamentablemente en Latinoamérica todavía tenemos recelo por discutirlo. Según la ley hebrea, la condición de judío se adquiere por descendencia materna, independientemente del origen o religión del padre. Hay buenas razones y suficientes argumentos entre aquellos que apoyan la “patrilinealidad” y entre aquellos que la niegan. Pero me detengo en las palabras del rabino Harold Schulweiss perteneciente a la rama conservadora del judaísmo, quien sostiene que a esta altura no es posible estar discutiendo cuestiones jurídicas independientemente de la situación existencial y de una lectura sociológica. Y que es más fácil y cómodo adherir a una posición de status quo legal, que mirar a los ojos de los descendientes patrilineales que se identifican con los valores judíos y separarlos de la vida comunitaria.
Precisamente esto fue lo que motivó al rabino Alexander Schindler en 1983 a traer el tema a la superficie, y respaldar a que con amor aquellos puedan ser miembros plenos de la comunidad, educarse en la escuela judía, y participar activamente en todos los rituales sinagogales.
Muchos pueden no coincidir conmigo, pero en lo personal abogo por presumir que si el padre es judío, el hijo también lo sea. Asumo este debate con plena responsabilidad, convicción y madurez.