Clarín - Valores Religiosos

Drogas: también atacar las causas

El documento de los obispos sobre el avance del narcotráfi­co trascendió por su llamado al Estado para que asuma su responsabi­lidad en el combate del flagelo. Pero no por su análisis sobre las causas y la salida de las adicciones.

- Presbítero Guillermo Marcó Sacerdote del Arzobispad­o de Buenos Aires

¿Quién no ha sentido de cerca el f lagelo de la droga? En nuestra sociedad no es un problema poco frecuente y lejano: cada vez con más frecuencia -sobre todo los que recibimos confidenci­as de personas- nos encontramo­s con las terribles consecuenc­ias que deja el consumo de estupefaci­entes. Los obispos lo decían así el documento que difundiero­n días pasados: “Nos conmueve acompañar a las madres y los padres que ya no saben qué hacer con sus hijos adictos, a quienes ven cada vez más cerca de la muerte. Nos quedamos sin palabras ante el dolor de quienes lloran la pérdida de un hijo por sobredosis o hechos de violencia vinculados al narcotráfi­co”.

Los medios de comunicaci­ón dieron amplia cobertura al tema desde el punto de vista de la responsabi­lidad política reflejada en el siguiente párrafo del documento: “Lo que escuchamos decir con frecuencia es que a esta situación de desborde se ha llegado con la complicida­d y la corrupción de al- gunos dirigentes. La sociedad a menudo sospecha que miembros de fuerzas de seguridad, funcionari­os de la justicia y políticos colaboran con los grupos mafiosos”. A la vez que afirman que “perseguir al delito es tarea exclusiva e irrenuncia­ble del Estado” tras lo cual señalan deficienci­as como la desprotecc­ión de las fronteras.

Sin embargo, quisiera detenerme en otro tema que hace al trasfondo de la cuestión y que también fue analizado en el documento. Lo hago desde la experienci­a pastoral y tratando de responder la pregunta que segurament­e se hacen numerosos padres: ¿Por qué mi hijo se droga? Drogarse, generarse una dependenci­a de una substancia externa que afecta el estado de ánimo tiene que ver con evadirse de la realidad y no querer afrontar problemas. La cuestión de fondo es cómo formamos a los chicos frente al desafío de la vida, sobre todo teniendo en cuenta que lo que han venido perdiendo es la resistenci­a a la frustració­n y la fuerza espiritual para afrontar el desafío de la propia existencia.

Vivimos tiempos en que se quiere “todo ya” y, si no se lo obtiene, “más vale me evado o me deprimo”. Así aparece el alcohol en la primera adolescenc­ia ante los problemas de socializac­ión y de enfrentar al sexo opuesto: “tomo para estar desinhibid­o”, dicen los chicos y las chicas. “Fumo un porro porque me hace sentir bien”, afirman. Esto transcurre en el horario en que los adultos dormimos. Ellos salen a las dos de la madrugada y vuelven a las 8 o 9 de la mañana. Y todo frente a la negación de los padres porque lo más curioso para mí es haber conocido chicos que se alcoholiza­n y fuman porros cada fin de semana y escuchar a sus padres decir “qué suerte que mi hijo es distinto”.

Hoy la drogadicci­ón ya no constituye una cuestión de marginalid­ad. Está despenaliz­ada de hecho. Hay fiestas electrónic­as auspiciada­s por marcas de bebidas, donde la droga es el pan de cada día. “Podés convivir con un adicto y no darte cuenta”, me decía alguien que se drogó muchos años sin que nadie de su entorno lo sospechara”. Por eso, me parece importantí­simo poder mantener un diálogo franco con los jóvenes, sin escandaliz­arnos y tratando de proporcion­ar la oreja, que es la mejor ayuda. Una persona puede salir de la droga “si quiere”; ese querer es lo que hay que trabajar. Si realmente lo desea, se le puede brindar ayuda; si no quiere, no se la puede internar por la fuerza.

El narcotráfi­co funciona porque hay consumidor­es. En donde se optó por la despenaliz­ación ayudó a que se consuma más, y más fácilmente. Por eso, sigo con la cuestión de fondo y vuelvo a citar el documento de los obispos: “A cada uno de los que han caído en la droga, le decimos con el Papa Francisco: ‘Podés levantarte, podés retomar; te costará, pero podés conseguirl­o si de verdad lo querés. Vos sos el protagonis­ta de la subida, esta es la condición indispensa­ble. Encontrará­s la mano tendida de quien te quiere ayudar, pero nadie puede subir por vos’”.

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