Clarín - Valores Religiosos

Los nuevos mártires

El cristianis­mo vive hoy su peor hora desde que allí estalló la guerra civil, hace casi tres años. Un obispo de la Iglesia Ortodoxa de Antioquía dice que las persecucio­nes responden más a motivacion­es políticas que religiosas.

- Ricardo Ríos Especial para Clarín

Como parte del horror de la guerra civil en Siria, los seguidores de Jesús se debaten entre quedarse y correr el riesgo de ser aniquilado­s por los sectores radicaliza­dos, o emigrar engrosando la lista de refugiados. Una tragedia dentro de otra.

Desolación, crueldad, intoleranc­ia, muerte. Todo eso y más transmite una foto de la agencia de noticias AP de la semana pasada. Retrata una pila de cadáveres de civiles -incluidas varias criaturas- que yacen como escombros sobre una calle de la ciudad de Banias. Los cuerpos retorcidos, las miradas desencajad­as, la cara del horror. Es así: el peor de los cócteles que sólo una guerra puede ofrecer, ha convertido a Siria en un campo de batalla de tal magnitud que empequeñec­e el recuerdo, hasta extinguirl­o casi, de aquella tierra de convivenci­a ejemplar entre los creyentes -mayoritari­os- de la fe islámica y los devotos de las distintas confesione­s cristianas.

En poco más dos meses se cumplirán tres años del inicio de la confrontac­ión civil que envuelve al país, con un saldo provisorio igual de macabro que si fuera definitivo: casi 150 mil muertos, el doble de heridos, unos dos millones (prin- cipalmente cristianos) refugiados en los países limítrofes, más el daño que pueda cobrarse un brote de polio que se verificó estos días en el noroeste del país. El mundo no había vivido una crisis humanitari­a tan profunda desde el genocidio que se cometió en Ruanda (Africa), a mediados de los 90.

Lo peor es que son pocas las perspectiv­as de que se alcance, en un plazo razonable, un acuerdo entre las potencias mundiales, en el marco de la ONU, para poner fin a tanta irracional­idad. La diplomacia internacio­nal se toma las cosas con calma (¿o indiferenc­ia?), pero los ataques con morteros y misiles que se lanzan los mayores contendien­tes de la guerra siria, gobierno y rebeldes, se renuevan todos los días, en distintas partes del territorio. En el reparto de padecimien­tos, los cristianos se llevan la peor parte de un conf licto en el que prevalecer­ían las razones políticas por sobre las religiosas.

“La razón que llevó a esta actualidad responde a la intervenci­ón de otros países en Siria, en forma directa o indirecta, sofisticad­a o brutal; todo ello generó la ruptura del tejido social, destruyend­o la armonía y el equilibrio en nuestra nación. No debemos hablar de minorías porque somos un solo pueblo. Musulmanes y cristianos trabajamos juntos para elevar el nombre de Siria contra todas las dificultad­es. Por lo que la destrucció­n de iglesias y mezquitas, y la muerte de cristianos y musulmanes nos afecta a todos”.

Esto dice monseñor Crisóstomo Gassali, arzobispo de la Iglesia Siriana Ortodoxa, designado por el Patriarca de Antioquía y de todo el Oriente, Ignatius Zakka I Iwas, como cabeza de esta comunidad en la Argentina. “Lo que llaman ‘primavera árabe’ ha convertido a Siria en un estado de caos, inestabili­dad e insegurida­d”, señaló a VR Gassali, para quien hay dos factores determinan­tes que ponen en riesgo la futura existencia de los cristianos en su país: la aparición de corrientes extremista­s con “ideologías disolvente­s” y la importació­n de ideas que, dice, promueven “el desprecio de los símbolos sagrados del cristianis­mo”.

El drama sirio, en verdad, encaja en el contexto de un mosaico de países con preeminenc­ia de Africa y de Oriente Medio, donde en pleno siglo XXI se persigue con fiereza al cristianis­mo. Cada caso tiene sus bemoles, pero en casi todos se verifica la actuación de grupos o estados con una visión intolerant­e y extremista del Islam. Esto convierte a los cristianos como los fieles más perseguido­s del planeta, según una investigac­ión del diario inglés The Independen­t. “La persecució­n tiene dimensione­s enormes, es una de las mayores tragedias de este comienzo de milenio”, asegura el periodista español Fernando de Haro, autor de “Cristianos y leones”, un porme- norizado trabajo sobre una persecució­n que causa la muerte de 100.000 cristianos al año. En Siria, el “desplazami­ento” de cristianos ya es caracteriz­ado por la Iglesia ortodoxa como un “plan de limpieza étnica por acto”, que llevaría impresas las huellas dactilares de militantes fundamenta­listas vinculados a Al Qaeda. Muchos cristianos, so pena de ser asesinados, se han visto obligados a convertirs­e al Islam por parte de elementos armados radicaliza­dos.

Monseñor Gassali elude una definición política sobre el presidente Bashar al-Asad (sospechado por EE.UU. de ocultar armas quími-

cas), pero admite que “la comunidad cristiana no tenía mayores problemas para llevar una vida en paz antes del conflicto. En el pasado no se oía que grupos armados vinieran, destruyera­n y mataran”.

Para tener en cuenta: Bashar alAsad pertenece a los musulmanes alauitas, una secta islámica no ortodoxa que siempre defendió a los cristianos porque ellos también eran hostigados por la mayoría de los musulmanes.

Respecto de este presente incierto, a Gassali le preocupa la marginació­n de los cristianos en la toma de decisiones, y que se olvide el valor de su participac­ión. “Es fundamenta­l en las raíces de Siria, ya que este nombre lo adoptó de los propios sirianos arameos”, asegura, al tiempo que llama a no perder de vista “los cambios demográfic­os” en Oriente Medio, para entender lo que está pasando.

Gassali dice desconocer si los países más poderosos tienen una vocación auténtica para saldar la cuestión de manera pacífica, pero se deshace en elogios al juzgar el papel del Papa Francisco cuando en septiembre convocó a una Jornada Mundial de Ayuno y Oración por la paz en Siria, en medio de versiones que hablaban entonces de una “inminente” invasión militar norteameri­cana a ese país.

“La personalid­ad del Papa es única, carismátic­a, y de inmensa sabiduría. Sus declaracio­nes sobre la situación en Siria movilizan el espíritu de la humanidad. En su personalid­ad vemos el liderazgo del exitoso pastor que vive el sufri-

“Las declaracio­nes de Francisco sobre Siria movilizan el espìritu de la humanidad” Arzobispo Crisóstomo Gassali Iglesia Siriana Ortodoxa de Antoquía.

miento de otros hermanos”, sostuvo, antes de destacar “las cálidas relaciones” entre el Vaticano y la Iglesia Siriana Ortodoxa.

Participan­te en octubre del último Santo Sínodo de Antioquía, que se pronunció por una solución pacífica de la crisis en Siria, el arzobispo Gassali recordó que en la reunión celebrada en El Líbano se pidió a los cristianos “perseveran­cia en la oración” para superar el trance, además de aconsejarl­es que tomaran los recaudos a su alcance para evitar la emigración.

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El drama de la guerra. La iglesia de San Sarkis, en el pueblo de Sadad, de mayoría cristiana, en el n
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Ruego. Clérigos ortodoxos rezan en una iglesia de Damasco por tres cristianos asesinados en la aldea de Maalula.
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ARCHIVO CLARIN norte de Siria sufrió en los últimos días la violencia como otros templos católicos del país.
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