Los nuevos mártires
El cristianismo vive hoy su peor hora desde que allí estalló la guerra civil, hace casi tres años. Un obispo de la Iglesia Ortodoxa de Antioquía dice que las persecuciones responden más a motivaciones políticas que religiosas.
Como parte del horror de la guerra civil en Siria, los seguidores de Jesús se debaten entre quedarse y correr el riesgo de ser aniquilados por los sectores radicalizados, o emigrar engrosando la lista de refugiados. Una tragedia dentro de otra.
Desolación, crueldad, intolerancia, muerte. Todo eso y más transmite una foto de la agencia de noticias AP de la semana pasada. Retrata una pila de cadáveres de civiles -incluidas varias criaturas- que yacen como escombros sobre una calle de la ciudad de Banias. Los cuerpos retorcidos, las miradas desencajadas, la cara del horror. Es así: el peor de los cócteles que sólo una guerra puede ofrecer, ha convertido a Siria en un campo de batalla de tal magnitud que empequeñece el recuerdo, hasta extinguirlo casi, de aquella tierra de convivencia ejemplar entre los creyentes -mayoritarios- de la fe islámica y los devotos de las distintas confesiones cristianas.
En poco más dos meses se cumplirán tres años del inicio de la confrontación civil que envuelve al país, con un saldo provisorio igual de macabro que si fuera definitivo: casi 150 mil muertos, el doble de heridos, unos dos millones (prin- cipalmente cristianos) refugiados en los países limítrofes, más el daño que pueda cobrarse un brote de polio que se verificó estos días en el noroeste del país. El mundo no había vivido una crisis humanitaria tan profunda desde el genocidio que se cometió en Ruanda (Africa), a mediados de los 90.
Lo peor es que son pocas las perspectivas de que se alcance, en un plazo razonable, un acuerdo entre las potencias mundiales, en el marco de la ONU, para poner fin a tanta irracionalidad. La diplomacia internacional se toma las cosas con calma (¿o indiferencia?), pero los ataques con morteros y misiles que se lanzan los mayores contendientes de la guerra siria, gobierno y rebeldes, se renuevan todos los días, en distintas partes del territorio. En el reparto de padecimientos, los cristianos se llevan la peor parte de un conf licto en el que prevalecerían las razones políticas por sobre las religiosas.
“La razón que llevó a esta actualidad responde a la intervención de otros países en Siria, en forma directa o indirecta, sofisticada o brutal; todo ello generó la ruptura del tejido social, destruyendo la armonía y el equilibrio en nuestra nación. No debemos hablar de minorías porque somos un solo pueblo. Musulmanes y cristianos trabajamos juntos para elevar el nombre de Siria contra todas las dificultades. Por lo que la destrucción de iglesias y mezquitas, y la muerte de cristianos y musulmanes nos afecta a todos”.
Esto dice monseñor Crisóstomo Gassali, arzobispo de la Iglesia Siriana Ortodoxa, designado por el Patriarca de Antioquía y de todo el Oriente, Ignatius Zakka I Iwas, como cabeza de esta comunidad en la Argentina. “Lo que llaman ‘primavera árabe’ ha convertido a Siria en un estado de caos, inestabilidad e inseguridad”, señaló a VR Gassali, para quien hay dos factores determinantes que ponen en riesgo la futura existencia de los cristianos en su país: la aparición de corrientes extremistas con “ideologías disolventes” y la importación de ideas que, dice, promueven “el desprecio de los símbolos sagrados del cristianismo”.
El drama sirio, en verdad, encaja en el contexto de un mosaico de países con preeminencia de Africa y de Oriente Medio, donde en pleno siglo XXI se persigue con fiereza al cristianismo. Cada caso tiene sus bemoles, pero en casi todos se verifica la actuación de grupos o estados con una visión intolerante y extremista del Islam. Esto convierte a los cristianos como los fieles más perseguidos del planeta, según una investigación del diario inglés The Independent. “La persecución tiene dimensiones enormes, es una de las mayores tragedias de este comienzo de milenio”, asegura el periodista español Fernando de Haro, autor de “Cristianos y leones”, un porme- norizado trabajo sobre una persecución que causa la muerte de 100.000 cristianos al año. En Siria, el “desplazamiento” de cristianos ya es caracterizado por la Iglesia ortodoxa como un “plan de limpieza étnica por acto”, que llevaría impresas las huellas dactilares de militantes fundamentalistas vinculados a Al Qaeda. Muchos cristianos, so pena de ser asesinados, se han visto obligados a convertirse al Islam por parte de elementos armados radicalizados.
Monseñor Gassali elude una definición política sobre el presidente Bashar al-Asad (sospechado por EE.UU. de ocultar armas quími-
cas), pero admite que “la comunidad cristiana no tenía mayores problemas para llevar una vida en paz antes del conflicto. En el pasado no se oía que grupos armados vinieran, destruyeran y mataran”.
Para tener en cuenta: Bashar alAsad pertenece a los musulmanes alauitas, una secta islámica no ortodoxa que siempre defendió a los cristianos porque ellos también eran hostigados por la mayoría de los musulmanes.
Respecto de este presente incierto, a Gassali le preocupa la marginación de los cristianos en la toma de decisiones, y que se olvide el valor de su participación. “Es fundamental en las raíces de Siria, ya que este nombre lo adoptó de los propios sirianos arameos”, asegura, al tiempo que llama a no perder de vista “los cambios demográficos” en Oriente Medio, para entender lo que está pasando.
Gassali dice desconocer si los países más poderosos tienen una vocación auténtica para saldar la cuestión de manera pacífica, pero se deshace en elogios al juzgar el papel del Papa Francisco cuando en septiembre convocó a una Jornada Mundial de Ayuno y Oración por la paz en Siria, en medio de versiones que hablaban entonces de una “inminente” invasión militar norteamericana a ese país.
“La personalidad del Papa es única, carismática, y de inmensa sabiduría. Sus declaraciones sobre la situación en Siria movilizan el espíritu de la humanidad. En su personalidad vemos el liderazgo del exitoso pastor que vive el sufri-
“Las declaraciones de Francisco sobre Siria movilizan el espìritu de la humanidad” Arzobispo Crisóstomo Gassali Iglesia Siriana Ortodoxa de Antoquía.
miento de otros hermanos”, sostuvo, antes de destacar “las cálidas relaciones” entre el Vaticano y la Iglesia Siriana Ortodoxa.
Participante en octubre del último Santo Sínodo de Antioquía, que se pronunció por una solución pacífica de la crisis en Siria, el arzobispo Gassali recordó que en la reunión celebrada en El Líbano se pidió a los cristianos “perseverancia en la oración” para superar el trance, además de aconsejarles que tomaran los recaudos a su alcance para evitar la emigración.