Reflexionar para entender qué nos pasa y corregir los errores
Es necesario sacar provecho del día a día. En esta vida nunca hay que dejarse engañar por la vanidad. El tiempo va transcurriendo con sus noches, días y horas. Los acontecimientos se suceden y uno no sabe hacia dónde se va dirigiendo ni lo que le guarda Dios en esta etapa de la vida. Dice el Altísimo en el Corán: “Sólo Dios sabe cuándo llegará la hora [el Día del Juicio], cuándo hará descender la lluvia y qué hay en los vientres maternos; y nadie sabe qué le deparará el día siguien- te ni en qué tierra ha de morir”.
Por eso, es necesario que reflexionemos cuidadosamente y nos aprovisionemos de perspicacia para sacar provecho de lo que nos ocurre día a día, y al finalizar una etapa llegar a nuestras conclusiones y, por supuesto, proponernos corregir el error.
No hay que dejarse engañar por la vanidad de esta vida porque es una morada de cansancio y aflicciones, no de perpetuidad ni de estabilidad. Intentemos tener una visión
más amplia y transitemos por el camino de los que intentan contribuir con el bien, la buena palabra, el consejo y la obra de caridad –que es luz– para que las nuevas generaciones sean más virtuosas, más piadosas, con mejores cualidades. No nos dejemos llevar por la palabra vacía, la obra hecha por ostentación, ni la falsa adoración que se hace por hipocresía. Dice Dios en el Corán: “La vida de este mundo no es más que juego y distracción, pero la morada de la Otra Vida es mejor para los que se guardan. ¿No van a razonar?” (6:32).
Este continuo llamado a la reflexión al ser humano en general, y al lector comprensivo en particular, es un invitación a utilizar esta inmensa Gracia que nos otorga el Creador y que es “la razón”.
Los días van discurriendo rápidamente y hacen que todo esté computado en nuestro favor o en contra, ya que nuestro tiempo va terminado sin habernos preparado como se debe para el Final. ¿Qué es lo que realmente hemos hecho para ese último día? ¿Con qué obra terminará nuestro tiempo? ¿Una obra buena o mala? ¿Y de qué manera iremos al encuentro de Dios?
No nos dejemos seducir por la infinita paciencia que tiene Dios para con nosotros. Que nuestra vida no nos distraiga de lo que realmente debemos hacer para la Otra Vida. Que la rutina diaria no nos domine ya que nos dice: “Y si Dios tomara en cuenta a los hombres por sus injusticias no dejaría sobre ella (la tierra) ningún ser viviente. Sin embargo, los deja hasta un plazo fijado. Pero cuando les llega su plazo no se les retrasa ni se les adelanta una sola hora” (16:61).
Pero como seres humanos, muchas veces no reflexionamos sobre el alcance de las palabras divinas. Sin duda, podemos ser alcanzados por la Misericordia y bendición de Dios, pero debemos estar precavidos mientras la corrupción carcome nuestro tejido social, volviendo a analizar Sus palabras, y saber que debemos ser protagonistas de ese cambio de actitud ordenando el bien y absteniéndonos del mal. Dice en el Corán: “Para que de vosotros surja una comunidad que llame al bien, ordene lo reconocido e impida lo reprobable. Esos son los que cosecharán el éxito” (3:104). “Los que se vuelven después del error, los que adoran, los que alaban, los que ayunan, los que se inclinan, los que se postran, los que ordenan lo reconocido como bueno y los que impiden lo reprobable y los que guardan los límites de Dios” (9:112).
Cada etapa llega a su término pero la pregunta insistente es cómo
será ese Final. En qué condición iremos a la siguiente etapa para que nos juzgue por toda una vida y por largos años en los que hubo cosas buenas y malas: “Y el que haya hecho el peso de una brizna de bien, lo verá; y el que haya hecho el peso de una brizna de mal, lo verá” (99:78). “Y se colocará el libro, entonces veréis a los que hayan hecho el mal atemorizados por lo que pueda contener. Dirán: ¡Ay de nosotros! ¿Qué tiene este libro que no deja nada ni pequeño ni grande sin mencionar? Y encontrarán delante lo que hicie- ron. Tu Señor no vas a tratar injustamente a nadie” (18:49).
Así, debemos reconsiderar nuestra situación, ya que estamos en esta etapa de la vida porque no sabremos cuándo será la partida. Aprovechemos la ocasión antes de que todo llegue a su fin. Pues el Profeta dijo: “Aprovecha cinco antes de cinco: tu juventud antes de tu vejez, tu salud antes de tu enfermedad, tu riqueza antes de tu pobreza, tu tiempo libre antes de que estés ocupado y tu vida antes de tu muerte”.
Sin duda, como seres humanos podemos ser alcanzados por la bendición de Dios.