Una encíclica clave para afrontar el desafío medioambiental
Con Laudato Si (Alabado seas), el papa Francisco -que toma su nombre del patrono de la ecología- se convirtió en el primer pontífice en escribir una encíclica sobre medio ambiente. Allí señala que el santo de Asís recordaba en el cántico que lleva el nombre de la encíclica “la hermana nuestra madre tierra, tal cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas”. “Esta hermana -agrega el Papa- clama por el daño que le pro- vocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios han puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes”. Y más adelante dice: “Hay una verdadera ‘deuda ecológica’, particular- mente entre el Norte y el Sur, relacionada con desequilibrios comerciales con consecuencias en el ámbito ecológico, así como con el uso desproporcionado de los recursos naturales llevado a cabo históricamente por algunos países. Las exportaciones de algunas materias primas para satisfacer los mercados en el norte industrializado han producido daños locales, como la contaminación con mercurio en la minería del oro o con dióxido de azufre”.