Una capacitación que ayuda a formar cristianos desde el ejemplo
Es una diplomatura que instruye a docentes y agentes pastorales para priorizar el testimonio por sobre la doctrina.
El mayor desafío que tiene la educación en estos tiempos, según los docentes, no pasa sólo por captar la atención de los jóvenes y buscar formas creativas para transmitirles conocimientos, sino llegar a ellos con un mensaje de esperanza y vida.
Frente a esta realidad, la misión de las escuelas católicas y de toda la pastoral educativa está en abandonar las estructuras caducas que ya no favorezcan la transmisión de la fe. Por lo tanto, cabe preguntarse cuál es su papel en la propuesta educativa que ofrece a los jóvenes, que muchas veces se guía más por la capacitación para la competitividad en el mercado que para el desarrollo de la vida.
“Hoy la educación se dirige a una generación que cambia, y por tanto, los educadores y la iglesia están llamados a cambiar, en el sentido de saber comunicarse con los jóvenes que tienen delante”, decía el Papa en la Plenaria de Educación Católica de 2014. Esto se traduce en que nadie da lo que no tiene dentro de sí mismo, y de ahí la importancia de renovar la labor de sus docentes y agentes con un fuerte impulso misionero.
Este es el objetivo que plantearon los obispos en el documento de Aparecida en Brasil, y que llevó a crear la Diplomatura de Pastoral Educativa que se realiza desde Costa Rica para la región de América Central, México y Caribe; y más recientemente desde Argentina, para todo el Cono Sur.
Destinada a directivos, educadores, sacerdotes, religiosas, profesores de religión y catequistas, la propuesta formativa es semi presencial con clases de abril a agosto y una semana de asistencia obligatoria. Está coordinada por el CebitepAL (Centro bíblico teológico pastoral para América Latina y el Caribe), la Jurec (Junta regional de educación católica), la Vicaría de Educación del arzobispado de Buenos Aires y la Universidad de San Isidro.
El programa de estudios prevé cuatro módulos: Perspectivas pastorales (planes, programas y proyectos); situación de la educación y la pastoral educativa en América Latina y el Caribe; fundamentos teológicos y magisteriales; identidad y mística de la pastoral educativa y de las instituciones educativas católicas.
“El objetivo es impregnar con la fuerza del Evangelio todo hecho educativo para lograr una transformación personal y social”, señala Rodrigo Martínez, presidente de la Jurec San Isidro y coordinador del curso.
Para Laly Ruiz Torres, una de las asistentes, coordinadora de pastoral, psicopedagoga y docente en el Instituto parroquial del Niño Jesús de Villa Lugano, la diplomatura apunta a los valores evangélicos en los proyectos educativos “entendidos como la posibilidad de que el currículum escolar esté atravesado por la propuesta de Jesús, en todo lo que ocurre en la escuela: nuestros idearios, las planificaciones, los acuerdos de convivencia, los criterios de admisión y de permanencia en los colegios”.
Quienes participan aseguran que no se trata de bajar una doctrina o moral a los colegios, sino de buscar “alimentarse” ellos mismos del Evangelio para testimoniar la vida de Jesús y contagiar así a los jóvenes.
“El camino es compartir a través de las palabras, acciones y gestos lo que nos mostró Jesús”, afirma el padre Juan Delgado Arreola, coordinador de Pastoral Educativa en la diócesis de Saltillo, México, y “procurar reproducir y vivir lo esencial de su Evangelio, respetando celosamente tanto el contenido de su mensaje como su estilo de comunicarlo”.
Martínez opina que el Diplomado es una forma de renovación misionera puesto que “en la formación de los educadores católicos no existen actualmente espacios para un estudio orgánico y sistemático de una dimensión tan importante como esta”.
Además, basándose en experiencias de años anteriores, asegura que la modalidad a distancia favorece la participación desde distintos lugares del país y la región. “Esto lo confirma la asistencia a la semana intensiva presencial de personas de varios puntos de nuestro país, de México, Uruguay, Chile, Costa Rica, Colombia, Bolivia, Paraguay, Perú y Brasil, convirtiéndolo en un espacio fundamental para el intercambio y el encuentro”.