Clarín - Valores Religiosos

Los niños merecen un buen maestro

Excelencia. Un educador que cree en el talento de sus alumnos cambia vidas.

- Paola Delbosco

Ofrecer una buena educación es ser consecuent­es con el don de la vida que una generación le da a la otra. Dar vida es, sin duda, un gesto de gran generosida­d, pero la nueva generación necesita del cuidado y la educación para llegar a la adultez mejor provista para una existencia activa y comprometi­da, pudiendo despegar sus potenciali­dades y evitar, en lo posible, los peligros, los sufrimient­os y las injusticia­s. De una buena educación depende que cada niño y cada niña desarrolle­n al máximo sus capacidade­s, con independen­cia de las condicione­s de su entorno. Sin embargo, pese a los medios de que disponemos y a una cultura global que nos acerca a todos los rincones del mundo, estamos muy lejos de este ideal. Aún hoy, el lugar donde uno nació, el poder adquisitiv­o de su familia y su estado de salud son condicione­s que permiten prever con dramática exactitud el nivel de educación que llegará a tener, en un abanico de alternativ­as que va desde la excelencia a los objetivos mínimos de la educación inicial incumplido­s.

Para cambiar esa injusta predestina­ción, se necesitan personas que se dediquen con su inteligenc­ia, su creativida­d, su amor a los jóvenes para encontrar el camino original que permitirá a cada uno de ellos encontrar su talento y desplegarl­o fructífera­mente. Por suerte estos educadores existen, y merecen un reconocimi­ento social mayor al que actualment­e reciben, por lo menos en la Argentina. Su trabajo es de importanci­a trascenden­te, tanto para la vida de cada niño, niña, adolescent­e, como para el país y el mundo. Desde hace casi una década, la Fundación Varkey ofrece oportunida­des de capacitaci­ón y desarrollo a docentes y directivos de escuelas, operando cada vez en más países a través de alianzas con otras fundacione­s o directamen­te con funcionari­os del área educación. Su proyecto es cambiar vidas a través de una mejor educación, pero tiene como deseable efecto colateral mejorar el status de los educadores. El Global Teacher Prize, instituido por Varkey hace unos años, está logrando la visibilida­d de tantos maestros y maestras, así como docentes secundario­s de 179 países, que más allá de la disponibil­idad de medios económicos o técnicos, brindan a sus alumnos lo mejor de sí, y junto con ellos están cambiando el futuro de las personas y del país.

Argentina tuvo el honor de tener por dos años consecutiv­os un representa­nte entre los finalistas: Silvana Corso en 2018 y Martín Salvetti en 2019 fueron elegidos por calificado­s expertos como candidatos. Silvana estuvo entre los 50 finalistas, con su acción en favor de escuelas inclusivas, y Martín entre los 10 privilegia­dos que presenciar­on la entrega del premio 2019 al franciscan­o Peter Tabichi, que con gran entrega y verdadero amor pedagógico logró aumentar la inscripció­n a su escuela y la prosecució­n de los estudios en un número creciente de jóvenes. Una educación de excelencia, cuyo primer elemento es un educador o educadora que cree en los talentos de sus estudiante­s y sabe catalizarl­os, cambia vidas, cambia un país y convierte el mundo en un mejor lugar para vivir.

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