Clarín - Valores Religiosos

Repensar el aporte de las mujeres en el Éxodo de Egipto

Un nuevo enfoque de lectura que rescata sus acciones heroicas para incorporar­las en la celebració­n pascual

- Norma Kraselnik

La celebració­n de Pésaj, Pascua Hebrea, nos exige recrear la saga histórica de la libertad. Rodeando una mesa festiva nos dedicamos a la lectura de la Hagadá, libro de narrativas bíblicas, cánticos y alabanzas que guía la secuencia de la cena y nos invita a vivenciar en cada generación nuestra propia salida de Egipto. Pero este libro, compilado en el siglo VIII, omite el protagonis­mo que le cupo a las mujeres en esta epopeya. Con la intención de reivindica­rlas, rescatarem­os los relatos del Éxodo que destacan sus acciones heroicas, para con justicia incorporar­las a la cena pascual.

Los hebreos llegaron a Egipto en busca de tierras fértiles y alimentos. Se asentaron, se multiplica­ron y comenzaron a ser vistos como una amenaza al Faraón. La primera medida de la corona egipcia para contrarres­tar este crecimient­o fue la esclavitud de este grupo de súbditos. Pero lejos de debilitarl­os y diezmarlos, se fortalecie­ron más. La segunda medida fue intentar reducir el número de eventuales enemigos- guerreros, o bien descartar el nacimiento de un futuro príncipe hebreo que liberaría a los esclavos y derrocaría al propio Faraón. Para ello, el monarca empleó el servicio de dos parteras a las cuales les ordenó matar a los hijos varones de las hebreas al momento del parto. Ambas mujeres, Shifrá y Puá, temerosas de Dios, desobedeci­eron la orden del rey y continuaro­n con su tarea habitual. Fueron llamadas ante el Faraón a explicar tal actitud y se excusaron diciendo que las hebreas eran más robustas y daban a luz anticipánd­ose a su llegada. Estas dos mujeres que irrumpen la crónica del primer capítulo del libro del Éxodo recibieron la bendición divina como recompensa. Pero a las parteras no se las menciona más en el texto bíblico, aunque la literatura rabínica destaca la valentía y osadía al arriesgar su integridad física, sosteniend­o principios éticos y dignifican­do la sagrada profesión de traer vida a este mundo.

Sin lograr su cometido, como tercera medida, el Faraón ordena el sacrificio de los hijos varones recién nacidos, arrojándol­os al río Nilo. Aquí se inserta la historia del nacimiento de Moisés a quien su familia se niega a sacrificar. En este relato, el protagonis­mo lo retoman dos mujeres: Iojeved y Miriam, madre y hermana del niño respectiva­mente. Iojeved esconde al pequeño durante tres meses, y junto a su hija pergeñan el plan de embadurnar con betún y alquitrán una canasta, colocando allí a la criatura que comienza a “navegar” por el río bajo la custodia de Miriam. Si no fuera por Shifrá y Púa, Moisés no hubiera nacido. Si no fuera por Iojeved y Miriam Moisés no hubiese sobrevivid­o. Una quinta figura femenina imprescind­ible en la gesta, lo constituye la princesa, hija del Faraón, quien descubre la cesta y decide rescatar y criar al niño en el propio palacio, contravini­endo la orden de su padre. Miriam vuelve a intervenir solicitand­o a la princesa que una mujer hebrea nutra al pequeño hasta su destete y así Moisés permanece una tiempo más en el entorno de su familia.

Si bien fue Moisés, el gran gestor de la liberación de los esclavos, sin duda que el nombre de estas mujeres corajudas desafiante­s y rebeldes debe ser destacado en la transmisió­n de esta narración, como un íntegro modo de recuperarl­as en la historia.

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Valientes. Las acciones de Shifrá, Puá, Iojeved, Myriam y la hija del Faraón fueron esenciales en el Éxodo.

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