Un musulmán que salvó a cientos de judíos y luchó contra los nazis
La odisea del imam Abdelkader Mesli, que arriesgó su vida para proteger a los hebreos de París, sale a la luz.
Secretario de Cultura del CIRA
Hace una década su historia era desconocida. Sin embargo, es un símbolo emblemático de los sacrificios de ciertos justos durante la Segunda Guerra Mundial, lo que hizo posible, a través de su abnegación, coraje y benevolencia, salvar muchas vidas judías frente a las abominaciones nazis. Nos referimos a Abdelkader Mesli, nacido en Orán (Uahrán), noroeste de Argelia, en 1902.
Arribó a Marsella, Francia, en 1919, donde se desempeñó como obrero portuario, carpintero, vendedor y minero. Más tarde, instalado en París en la década de 1930, pasó a ser uno de los cuatro imames (conductores de la oración canónica islámica) en la Mezquita Central, fundada en 1926 en el Barrio Latino, en la orilla izquierda del Sena.
El 14 de junio de 1940, luego de una guerra relámpago, los ejércitos hitlerianos entraban en París. La rápida victoria se debió al colaboracionismo de ciertos militares franceses, entre ellos el mariscal Henri Pétain, que simpatizaban con los invasores. En pocos días, los ocupantes, que se caracterizaban por su política criminal y racista, iniciaron una sistemática e implacable persecución de la comunidad judía.
La Redada del Velódromo de Invierno, organizada del 16 al 17 de julio de 1942, fue el apresamiento más importante realizado en Francia contra los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. A esta redada se la conoce popularmente en francés como Rafle du vel d’hiv debido al nombre popular abreviado (Vel d’hiv) que los parisinos le daban al Velódromo de Invierno (Vélodrome d’hiver), y se la llama así porque muchos de los arrestados fueron primero retenidos en ese velódromo, antes de ser enviados a otras ciudades francesas y dirigidos más tarde a los campos de exterminio que la Alemania nazi tenía en el Este de Europa.
En París, 9.000 policías y gendarmes franceses colaboracionistas tomaron parte en ella. Los judíos franceses estaban fichados desde 1940 y las autoridades conocían sus direcciones. El 16 de julio de 1942, a las cuatro de la madrugada, 12.884 judíos fueron arrestados (4.051 niños; 5.802 mujeres; 3.031 hombres). Sólo 811 estarían vivos al finalizar la guerra.
Por entonces, nadie sabía que la Gran Mezquita de París se había convertido en un santuario para los judíos sefardíes parisinos gracias a la actitud de su director, el sheij Si Kaddour Benghabrit, y su inmediato colaborador, el imam Abdelkader
Mesli. Ambos dirigentes musulmanes se las ingeniaron para emitir certificados de fe musulmana para proteger a los judíos. Estos además recibieron boletos de racionamiento y trabajo para engañar a la policía y a la Gestapo. Juntos, según los historiadores, habrían salvado entre 500 y 1.600 judíos.
La administración del gobierno colaboracionista francés con sede en Vichy tenía grandes sospechas contra ambos, como lo demuestra un documento oficial de la época.
A fines de 1942, cuando las sospechas aumentaron, Si Kaddour Benghabrit envió a Mesli a Burdeos (Gironda, Aquitania).
En febrero de 1943, Mesli se alistó en la resistencia francesa como combatiente. Detenido en agosto de 1944 tras ser acusado por un delator, fue deportado a los campos de la muerte de Dachau (a 13 km al noroeste de Múnich, en Baviera, en el sur de Alemania) y Mauthausen (a 20 km de Linz, en el noreste de Austria). Incluso bajo tortura, Mesli no cedió ni denunció a los judíos que ayudó ni a sus cómplices. Liberado en mayo de 1945, retomó posteriormente su cargo en la mezquita de París.
Abdelkader Mesli se casó con Aisha en 1950 y tuvo dos hijos, Yamina y Mohammed. Murió a los 59 años el 21 de junio de 1961. Durante sus últimos años, Mesli nunca habló de lo que había hecho o de los padecimientos sufridos. Su hijo, Mohammed (nacido en 1951), descubrió el secreto de su padre recién en 2010 cuando registró unos documentos en una vieja maleta. Mohammed explica que en los documentos encontrados se dice que su padre tenía “todos los huesos rotos luego de las torturas en los campos de concentración”. Cuando volvió a casa estaba muy enfermo. Un documento confirma que pesaba solo 30 kilos. Su odisea nunca fue reconocida públicamente.
Hoy, su hijo siente la necesidad de testificar “no para rendir honores a mi padre ni para presentarme, sino para demostrar que judíos y musulmanes son capaces de vivir juntos, puesto que ya lo han hecho en el pasado”. En 2021, en septiembre, se elegirá una calle de París en su homenaje para que lleve su nombre. Y Mesli dejará de ser un héroe anónimo.
Incluso bajo tortura, Mesli no cedió ni denunció a los judíos que ayudó.