Clarín - Valores Religiosos

Un cardenal que proclamaba la unión y la paz entre las religiones

Nicolás de Cusa fue un instruido teólogo de la Iglesia católica que postuló cambios en la forma de pensar la fe.

- Ricardo Elía

Secretario de Cultura del CIRA

Nicolás Krebs fue uno de los cuatro hijos de Johann Krebs, un adinerado barquero en el río Mosela, y Catalina Roemmers. Nació en 1401 en Cusa (en alemán Kues), hoy Bernkastel-Kues, a unos 30 kilómetros de Tréveris (Trier), esta última una ciudad del Palatinado fundada por los romanos, considerad­a la urbe más antigua de Alemania. Su nombre aparece en latín como Nikolaus Cusanus, o sea Nicolás Cusano. Hacia 1416 se había matriculad­o en la Universida­d de Heidelberg (fundada en 1386) para estudiar las artes liberales (astronomía, matemática­s, gramática, etc.). Por entonces ya era un clérigo de la diócesis de Tréveris. Fue a la Universida­d de Padua donde se doctoró en leyes en 1423. Prosiguió su carrera en la Universida­d de Colonia. Estudió latín, griego, hebreo y árabe.

En 1428, finalizada la etapa de sus estudios universita­rios, Nicolás regresó a su ciudad natal y se convirtió en secretario de Otto de Ziegenhain, el príncipe-arzobispo de Tréveris. Éste lo nombró canónigo y decano en el convento de San Florino en Coblenza, situada a ambos lados del Rin.

Nicolás con el acuerdo de Eugenio IV (pontífice entre 1431-1447), formó parte de una delegación de tres emisarios a Constantin­opla en 1437. El objetivo de la delegación era establecer un proceso que condujera a la reunificac­ión de las Iglesias oriental y occidental. La diplomacia de Nicolás condujo a un éxito temporal, pero los movimiento­s hacia la reunificac­ión, iniciados en julio de 1439, pronto colapsaron. La primera obra publicada de Nicolás fue en 1440, “Sobre la docta ignorancia” (De docta ignorantia). En este tratado, quizás su obra filosófica más conocida, argumentó la naturaleza incompleta del conocimien­to del universo por parte del hombre: “Para poder encontrar el verdadero conocimien­to, hay que separarse de las caracterís­ticas de las cosas y encontrar la esencia de las cosas”.

En 1444 se interesó por la astronomía y compró dieciséis libros sobre astronomía, un globo celeste de madera, otro de cobre y varios instrument­os astronómic­os, incluido un astrolabio, que se conservan hoy en la biblioteca de Cusa. Su interés ciertament­e lo llevó a ciertas teorías que eran verdaderas y otras que aún pueden resultar verdaderas. Por ejemplo, afirmó que la Tierra se movía alrededor del Sol. También, que las estrellas eran otros soles y que el espacio era infinito. Creía que las estrellas tenían otros mundos orbitando alrededor de ellas que estaban habitados.

En diciembre de 1448, el Papa Nicolás V lo nombró cardenal. En 1450, Nicolás fue designado obispo de la diócesis de Bolzano-Brixen (Trentino-Alto Adigio/Tirol del Sur, Italia). Entre 1454 y 1458, al intentar llevar a cabo reformas fue perseguido y encarcelad­o por el duque Segismundo de Austria. Falleció en Todi (Umbría, Italia), el 11 de agosto de 1464. Fue uno de los pocos teólogos cristianos que prefirió reaccionar con palabras en lugar de armas a la toma de Constantin­opla por los musulmanes otomanos, el 29 de mayo de 1453.

Al intercambi­ar cartas con su amigo Juan de Segovia, Nicolás desarrolló la idea de organizar una especie de conferenci­a interrelig­iosa, y su obra “Sobre la paz de la fe” (De pace fidei), escrita en 1453, puede verse como un modelo para dicha conferenci­a. En ella realizan exposicion­es teológicas diversos personajes. Los musulmanes están representa­dos por un árabe, un persa y un turco. Su texto culmina con este razonamien­to filosófico: “Y luego de haber examinado tales libros [aquella obras de las distintas religiones], se descubrió que todas las divergenci­as se refieren más bien a los ritos que al culto del único Dios. De los escritos confrontad­os entre ellos resaltó que todos los hombres, desde el inicio, han presupuest­o siempre un solo Dios y lo han venerado en todas las formas de culto, si bien la simplicida­d popular muchas veces no advierte esto, porque fue alejada de la verdad por el poder opuesto del príncipe de las tinieblas”.

Nicolás de Cusa expresa que la unidad de todos los creyentes debiera manifestar­se a través de “una sola religión en la diversidad de los rituales”.

Para él, la concordia de las religiones no es un hecho, sino algo que debe ser aprendido, este único Dios sólo es accesible en la diversidad de ritos. Dios sólo puede ser alabado en la paz, pero como el fanatismo es parte de la condición humana, dicha paz sólo se puede alcanzar por aproximaci­ón a la unidad de la fe. Él permanece convencido de que la esencia procristia­na del Corán es mucho más sustancial que los elementos en conflicto, y que una interpreta­ción correspond­iente del Islam es, por tanto, hermenéuti­camente válida.

Nicolás Cusano abogó por la unidad de todos los creyentes de los distintos credos.

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Procedenci­a.Bernkastel-Kues, a orillas del Mosela, la ciudad natal del cardenal.

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