Al rescate de la dignidad que da el trabajo
San Cayetano. En el día del patrono del pan y del trabajo movimientos sociales pidieron más ayuda al Estado. Pero lo más digno que este puede hacer es crear las condiciones para la generación de empleo.
ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA
Sacerdote - Arquidiócesis de Bs. As.
San Cayetano nació en Vicenza, en la entonces República de Venecia, en 1480. En Roma, fundó una congregación de clérigos conocida como la de los Teatinos. San Cayetano, llamado el “Santo de la Providencia”, murió en Nápoles en 1547. El papa Clemente X lo proclamó santo en 1671. Pero la devoción y los pedidos de trabajo surgieron mucho después. Cuentan que a fines del 1800 un campesino le pidió que intercediera por la falta de agua y, a modo de agradecimiento, le dejó una espiga de trigo a los pies de su imagen. Tres días después llovió tanto que la ciudad se inundó. En la década del 30, en plena crisis económica, comenzó a extenderse el culto al santo, que vivió en la austeridad y ayudó a los más necesitados.
Por generaciones muchos acudieron a San Cayetano para pedir por el pan y el trabajo, pero también otros tantos para agradecer, sobre todo haber podido obtener un empleo, porque era su fuente de dignidad. Hoy son masivas las manifestaciones que reclaman más asistencia del Estado. En la reciente marcha que cada 7 de agosto realizan desde hace un lustro los movimientos sociales nucleados en “Los Cayetanos”, el secretario gremial de la Unión de la Economía Popular, Gildo Onorato, declaró: “En cada movilización hicimos propuestas concretas, algunos le dicen reclamos, pero más que reclamar estamos proponiendo una ley de salario básico para la economía popular, para que haya un piso de ingresos por encima de la línea de indigencia, y el acceso al crédito no bancario”.
De esta forma el dirigente destacó que cooperativas y mutuales podrán “ganar escala en la producción, acceder a nuevos mercados de consumo, tener reservas del mercado y mover la rueda de la economía de abajo para arriba”. El tema es que ese salario universal que reclaman sale de los impuestos de los que trabajan en blanco, o de la maquinita de imprimir billetes que genera la inflación, o de los préstamos externos que tan poco les gustan a esos sectores.
Los sucesivos gobiernos no crearon situaciones favorables para la generación de empleo. Todo lo contrario, persiguen y oprimen con impuestos. Además, en ocasiones abren las importaciones de países asiáticos que tienen trabajadores sin derechos sociales ni posibilidad de reclamarlos. Mientras que los gremios hacen reclamos imposibles. Así que los comercios y las pymes cierran sus puertas y las empresas se van.
La Iglesia también debería corregir sus predicaciones, ya que si quiere que los pobres salgan de la pobreza tiene que fomentar y alabar que los que pueden sean generadores de empleo y no fustigar su riqueza.
El Papa Francisco dice algo muy importante en el capítulo quinto de su encíclica Fratelli Tutti, hablando de la mejor política. En el número 162 afirma que “ayudar a los pobres con dinero tiene que ser siempre una situación provisoria, por supuesto que puede ser urgente; tenemos que acompañarlos ayudándoles a crear esa dignidad que da el trabajo”.
“Tenemos pues que pedirle a san Cayetano por las fuentes del trabajo y por la capacidad de que el país pueda unirse en torno a esta realidad donde cada uno pueda aportar lo mejor de sí”, afirmaba monseñor Oscar Ojea, en la homilía de la festividad del santo. Y finalizaba con esta intención: “Pidámosle a San Cayetano, el santo del pan y del trabajo, que mire una vez más nuestra Argentina, que considere la enorme necesidad que tenemos de salir a flote a través del trabajo para todos, que podamos entendernos en este punto empresarios, trabajadores, todo tipo de trabajadores, trabajadores de la economía popular y tantos hermanos y hermanas nuestras que están desocupados. Que Dios los bendiga y que san Cayetano les dé fortaleza y esperanza para que el Señor nos regale trabajo”.