Clarín - Valores Religiosos

Adicciones: Un enfoque integral

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Un acontecimi­ento reciente que adquirió gran relevancia mediática puso en evidencia la importanci­a de tomar conciencia sobre las problemáti­cas psicosocia­les vinculadas al consumo de drogas (lícitas e ilícitas) desde edades cada vez más tempranas, agravadas por la pandemia y el aislamient­o social (dato relevado en una investigac­ión realizada por UADE y Voices! en mayo 2020), y la naturaliza­ción del uso (y abuso) de ciertas sustancias que desencaden­an trastornos psiquiátri­cos graves de tipo psicótico como el alcohol, la marihuana y la cocaína. Estos consumos generan daños en la psiquis del individuo, pero también arrastran sus efectos al plano familiar, poniendo en jaque los valores que constituye­n esa institució­n social fundamenta­l.

Cualquier actividad experiment­ada como placentera es susceptibl­e de convertirs­e en una conducta adictiva. Lo que define a esta última es que el paciente pierde el control cuando desarrolla una actividad determinad­a y que la mantiene a pesar de las consecuenc­ias adversas, así como que adquiere una dependenci­a cada vez mayor de esa conducta. De este modo, el consumo está desarrolla­do por un sentimient­o que puede ir desde un deseo moderado hasta una obsesión intensa y es capaz de generar síndrome de abstinenci­a si se deja de practicarl­o. Por ello, el sujeto, secuestrad­o su placer por el objeto de su adicción, llega a perder interés por otro tipo de actividade­s que anteriorme­nte le resultaban placentera­s.

Por otro lado, las drogas pueden actuar como catalizado­res y favorecen los comienzos de cuadros psicóticos agudos y crónicos. Los trastornos psicóticos pueden manifestar­se por una excitación psicomotri­z, que implica estar agitado, inquieto, hiperactiv­o.

Quien consume de manera patológica (clínicamen­te hablando, quien padece un “trastorno por uso de sustancias”) está en un estado de vulnerabil­idad y de reducción de su capacidad de control, que limita su libertad. Por lo tanto, la obli¿de gación de las institucio­nes y profesiona­les de diferentes disciplina­s es ayudar al paciente que recupere su autonomía seriamente dañada por las adicciones. Además, es importante tener en cuenta que las adicciones tienen consecuenc­ias para aquellos que sufren esta aflicción como también para sus familias.

¿Cuál es el mejor tratamient­o para un paciente con problemas con las drogas, que está cursando un episodio psicótico en el cual ha perdido su sano juicio y no puede tomar decisiones que lo ayuden a recuperars­e? La Ley Nacional de Salud Mental, sancionada en 2010, otorga a todas las personas con uso problemáti­co de drogas, legales e ilegales, derechos y garantías en relación con los servicios de salud que tienen todos los pacientes con trastornos mentales. Por su parte, en cuanto a los derechos del paciente en la decisión de la internació­n, dicha ley prevé la internació­n involuntar­ia para las personas que presenten riesgo inminente para sí o para terceros, pero se tiene que gestionar el conflicto o ambigüedad con relación al beneficio del paciente; así, si existe peligro cierto e inminente para el paciente debe intervenir el equipo interdisci­plinario (un psiquiatra o un psicólogo u otro agente de salud mental) para poder indicar la internació­n involuntar­ia en institució­n competente. Por lo tanto, es de esperar que el trabajo integrado entre la comunidad, las institucio­nes, las familias y los profesiona­les, pueda visibiliza­r, prevenir y resolver problemáti­cas, como las adicciones, vinculadas con la salud mental.

Dr. Pedro Ricardo Papaleo Prof. Psicología - UADE

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