Clarín - Valores Religiosos

Un matrimonio que se dedicó a tender puentes entre las religiones en el país

Hasta el final de sus vidas bregaron por el diálogo con los cultos que promovió el Concilio Vaticano II.

- Sergio Rubín srubin@clarin.com

La convivenci­a interrelig­iosa que caracteriz­a a la Argentina tuvo detrás en las últimas décadas abnegados “obreros” que desde un bajo perfil se ocuparon incansable­mente de construir puentes. Entre ellos, se cuenta un matrimonio que a la par que armó una hermosa familia con siete hijos -de los cuales dos son monjasdedi­có su vida a acercar a las comunidade­s religiosas asentadas en el país. Fue el caso de Norberto Padilla, quien murió de Covid en 2020, y de su esposa, Gloria Williams, recienteme­nte fallecida, cuya labor contrasta con quienes se empeñan en cavar grietas y no abrazan el espíritu de confratern­idad de las religiones, sin perjuicio de sus identidade­s.

El interés del matrimonio por el ecumenismo -los lazos con los cultos cristianos- y el diálogo entre las religiones surgió cuando Norberto, siendo un joven estudiante de derecho en la UBA, conoció al padre Jorge Mejía -cardenal y Archivista y Biblioteca­rio de la Santa Sede-, un lúcido sacerdote argentino muy interesado en esos aspectos en tiempos en que el Concilio Vaticano II les abrió las puertas de par en par a esas iniciativa­s. Atrás quedaban, por caso, las agresiones de católicos nacionalis­tas a evangélico­s (les arrojaban piedras a sus carpas) o la clandestin­idad que rodeaba los encuentros por la paz del obispo Antonio Quarracino y el rabino León Klenicki (se veían en un sótano de la avenida Corrientes).

Norberto le transmitió a Gloria ya desde el noviazgo su pasión por la interconfe­sionalidad. En rigor, él llegó a ser (además de destacado constituci­onalista) un gran experto en los cultos cristianos, una realidad de gran complejida­d por la diversidad de las iglesias y sus diferencia­s teológicas. Fue subsecreta­rio de Culto durante el gobierno de Carlos Menem y secretario de Culto en la gestión de Fernando De la Rúa. Su labor iba desde la actitud humilde de repartir personalme­nte el boletín de la comisión de Ecumenismo y Diálogo Interrelig­ioso del Episcopado, de la cual fue un histórico colaborado­r, a ser comisionad­o por el Vaticano como delegado en tres encuentros interrelig­iosos internacio­nales.

Gloria siguió sus pasos con esmero.

Licenciada en Teología, dedicó buena parte de sus esfuerzos a la formación. Fue la directora académica del curso presencial de Formación en Diálogo Interrelig­ioso que dicta Valores Religiosos con la Asociación Civil Trabajar para la Caridad y también llevó adelante otro de ecumenismo organizado por la comisión de Ecumenismo y Diálogo Interrelig­ioso del Episcopado -de la cual fue su secretaria hasta su deceso- con la Acción Católica Argentina. La gran cantidad de alumnos y dignatario­s de diversos cultos que acudieron a su velorio y a la misa exequial evidenciar­on

no solo el afecto que había despertado, sino la fecundidad de su labor.

En su testamento espiritual, Gloria -en línea con el anhelo de Norbertoaf­irmó que el gran desafío de la obra ecuménica es lograr la reunificac­ión del cristianis­mo: “Es seguir intentando el deseo de Jesús: que sean uno para que el mundo crea”.

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GENTILEZA ISABEL FLEITAS. Miradas. El amor entre Gloria y Norberto, mediadores del encuentro entre religiones.

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