Un matrimonio que se dedicó a tender puentes entre las religiones en el país
Hasta el final de sus vidas bregaron por el diálogo con los cultos que promovió el Concilio Vaticano II.
La convivencia interreligiosa que caracteriza a la Argentina tuvo detrás en las últimas décadas abnegados “obreros” que desde un bajo perfil se ocuparon incansablemente de construir puentes. Entre ellos, se cuenta un matrimonio que a la par que armó una hermosa familia con siete hijos -de los cuales dos son monjasdedicó su vida a acercar a las comunidades religiosas asentadas en el país. Fue el caso de Norberto Padilla, quien murió de Covid en 2020, y de su esposa, Gloria Williams, recientemente fallecida, cuya labor contrasta con quienes se empeñan en cavar grietas y no abrazan el espíritu de confraternidad de las religiones, sin perjuicio de sus identidades.
El interés del matrimonio por el ecumenismo -los lazos con los cultos cristianos- y el diálogo entre las religiones surgió cuando Norberto, siendo un joven estudiante de derecho en la UBA, conoció al padre Jorge Mejía -cardenal y Archivista y Bibliotecario de la Santa Sede-, un lúcido sacerdote argentino muy interesado en esos aspectos en tiempos en que el Concilio Vaticano II les abrió las puertas de par en par a esas iniciativas. Atrás quedaban, por caso, las agresiones de católicos nacionalistas a evangélicos (les arrojaban piedras a sus carpas) o la clandestinidad que rodeaba los encuentros por la paz del obispo Antonio Quarracino y el rabino León Klenicki (se veían en un sótano de la avenida Corrientes).
Norberto le transmitió a Gloria ya desde el noviazgo su pasión por la interconfesionalidad. En rigor, él llegó a ser (además de destacado constitucionalista) un gran experto en los cultos cristianos, una realidad de gran complejidad por la diversidad de las iglesias y sus diferencias teológicas. Fue subsecretario de Culto durante el gobierno de Carlos Menem y secretario de Culto en la gestión de Fernando De la Rúa. Su labor iba desde la actitud humilde de repartir personalmente el boletín de la comisión de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso del Episcopado, de la cual fue un histórico colaborador, a ser comisionado por el Vaticano como delegado en tres encuentros interreligiosos internacionales.
Gloria siguió sus pasos con esmero.
Licenciada en Teología, dedicó buena parte de sus esfuerzos a la formación. Fue la directora académica del curso presencial de Formación en Diálogo Interreligioso que dicta Valores Religiosos con la Asociación Civil Trabajar para la Caridad y también llevó adelante otro de ecumenismo organizado por la comisión de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso del Episcopado -de la cual fue su secretaria hasta su deceso- con la Acción Católica Argentina. La gran cantidad de alumnos y dignatarios de diversos cultos que acudieron a su velorio y a la misa exequial evidenciaron
no solo el afecto que había despertado, sino la fecundidad de su labor.
En su testamento espiritual, Gloria -en línea con el anhelo de Norbertoafirmó que el gran desafío de la obra ecuménica es lograr la reunificación del cristianismo: “Es seguir intentando el deseo de Jesús: que sean uno para que el mundo crea”.