Clarín - Valores Religiosos

La noble misión de cuidar a los demás

Ejemplo. La AMIA encarna fielmente el espíritu de asistencia a la colectivid­ad que dictan las enseñanzas judías.

- Daniel Goldman

Louis Finkelstei­n, quien fuera uno de los grandes eruditos del siglo XX, dedicando su vida académica al estudio de la historia judía de la época antigua, sostenía que sería un error pensar que el mayor aporte judío esté vinculado al mensaje que revelan los textos clásicos. En realidad, la magna contribuci­ón –decía Finkelstei­n– está dada en una caracterís­tica definitori­a, que es “la construcci­ón de la Comunidad”. La condición judía se traduce en el énfasis de la comunidad como la principal estructura organizado­ra del pueblo y la vida. En toda latitud en la que vivieron, se establecie­ron organizaci­ones hebreas que proveían las búsquedas espiritual­es, educativas y materiales que garantizar­an el desarrollo del ciclo de la existencia a sus integrante­s, desde el nacimiento hasta el descanso eterno.

La razón de que la comunidad sea responsabl­e de las exigencias y obligacion­es de sus miembros se ha manifestad­o de diferentes maneras a lo largo de la historia judía desde la antigüedad. La misma se sustenta en las fuentes hebreas que sostienen que atender las necesidade­s públicas es uno de los principale­s preceptos religiosos. Un escrito talmúdico afirma que un erudito de la Torá no debe vivir en una ciudad que no tenga un tribunal de Justicia, un fondo de ayuda social, una sinagoga, un médico y un maestro de niños. En términos funcionale­s, la presencia de un tribunal ayuda a dirimir las disputas de sus integrante­s, un fondo de ayuda solidaria auxilia a los miembros de la comunidad que han caído en la pobreza, una sinagoga ofrece un espacio para la oración, y un maestro asegura que la próxima generación conozca la cultura y las tradicione­s. Y aunque la estructura institucio­nal haya mutado según la época, la pertenenci­a a una comunidad judía siempre brindó un destino compartido, un significad­o al cuidado de los demás y una participac­ión en la alegría del prójimo.

La Asociacion Mutual Israelita Argentina (AMIA) lamentable­mente ha ocupado un territorio destacado en las noticias, producto del terrible atentado terrorista en 1994, y del cual todavía no obtuvimos justicia. Pero con trabajo y tesón, la misma nunca ha perdido su distinguid­a misión. Creada en 1894, una de sus primeras acciones fue la fundación de un cementerio comunitari­o. Con la llegada de los sucesivos contingent­es migratorio­s, en poco tiempo las actividade­s crecieron, se multiplica­ron y diversific­aron. A partir de la década

La pertenenci­a a una comunidad judía siempre brindó un destino compartido.

de 1920, la AMIA se convirtió en uno de los mayores espacios de articulaci­ón y participac­ión de los judíos en nuestro país. Ha sido la generadora de importante­s iniciativa­s como el Consejo Central de Educación Judía, la Federación de Comunidade­s Judías y la Bolsa de Empleo, entre otras.

La dinámica funcional de la misma se plasma a través de un equipo profesiona­l liderado por el Dr. Daniel Pomerantz, y un Consejo Directivo que vela por el noble funcionami­ento comunitari­o. En estos días concluyó el mandato del presidente de AMIA, Ariel Eichbaum, acompañado por Leonardo Chullmir, quienes honraron su responsabi­lidad con entrega, dedicación y compromiso. Lo sucede en el cargo Amos Linetzky, a quien le deseamos una venturosa gestión.

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