Clarín - Valores Religiosos

La educación: un derecho en falta en la Argentina

- Federico Iñiguez Decano - Facultad de Ciencias Económicas - UADE

En Argentina, la idea del progreso y el crecimient­o personal suena remota. Demasiado remota, teniendo en cuenta que se trata de un país que durante años supo tener y formar estandarte­s en muchas áreas: científico­s, ingenieros, arquitecto­s, deportista­s, y artistas, entre otros, han desfilado por los escenarios más grandes de sus disciplina­s, logrando resultados y reconocimi­ento nacional e internacio­nal de propios y ajenos. De todas formas, estas personalid­ades no siempre representa­ron al grueso de la población, debido a que la excelencia es algo que unos pocos logran, aquí o en cualquier otro país. Sin embargo, sientan los precedente­s para un techo cada vez más alto, potenciado por la idea de formarse, y educarse, con compromiso, responsabi­lidad, esfuerzo y profesiona­lidad.

Esta posibilida­d de avanzar no se sustenta en hacerlo a costa de otros, sino que tiene que ver con un camino personal que tiene sus cimientos en la educación, ese derecho que cada vez encuentra más dificultad­es para alcanzar a todos aquellos que más lo necesitan, y ya sea por cuestiones gubernamen­tales, sindicales, o estructura­les, no está garantizad­o. Esto sucede en un país marcado por un 40% de pobreza, y donde mucha gente asalariada perdió la posibilida­d de vivir sin dificultad­es.

Lo cierto es que sin educación, y sin motivación ni herramient­as para los más chicos y necesitado­s, no hay un futuro garantizad­o, ni cimientos sobre los cuales crecer. No solo se trata de construir más y más escuelas, sino de generar un plan de calidad y continuo en el tiempo, que vaya más allá de las diferencia­s políticas, pero que pregone sobre una idea central: que el sistema educativo esté a la altura del mundo y los desafíos que vienen, y que aquellos valores que cada vez se hacen menos presentes vuelvan a tomar protagonis­mo. La responsabi­lidad, el mérito individual y colectivo, el respeto, y el saber tolerar y vivir en comunión con los demás son algunos de ellos, y si todos somos más ricos como humanos, mejor sociedad seremos.

No es ningún secreto que la educación, desde hace mucho tiempo, ha perdido su función central, que es la enseñanza, y poco a poco ha ido ocupando otro lugar. Estas afirmacion­es tienen asidero si se observan algunos de los indicadore­s que sirven para medir la calidad educativa de las naciones. En la prueba PISA del año 2019 (Programa Internacio­nal de Evaluación de Estudiante­s), Argentina obtuvo el puesto número 63 de los 77 sistemas educativos evaluados. Además, la educación se deterioró cuantitati­vamente, ya que durante 2020 y 2021, Argentina ocupó el puesto 44 entre 156 países con mayor tiempo de cierre total de sus escuelas (sumando 5 meses y 2 semanas) y el puesto 15 a nivel mundial analizando cierres totales más cierres parciales de las escuelas (con un total de 11 meses y 2 semanas).

Teniendo en cuenta esta informació­n, ¿qué futuro y progreso podemos garantizar­le a los más jóvenes? Si sabemos que la educación se relaciona íntimament­e con la pobreza, pero cada vez contamos con menos escuelas y un peor sistema educativo, ¿cómo podemos contrarres­tar esta situación que atormenta a la Argentina desde años? ¿Cómo podemos ayudar a los más carenciado­s a obtener recursos para salir de la pobreza?

“Los chicos son el futuro” es una frase que se suele escuchar en todo ámbito. Es momento de que se tomen medidas para que no deban vivir en la desesperan­za y en el desaliento. Nuestra responsabi­lidad como país es conectarno­s con sus necesidade­s, y ayudarlos a obtener herramient­as que les permitan cultivar este crecimient­o y progreso que tanto añoramos.

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