Fatehpur Sikri, la intacta ciudad de las mil maravillas de la India mogol
Desafiando los rigores del tiempo, con sus cuatro siglos y medio, este lugar es hoy el más extraordinario de los museos al aire libre del mundo.
Hay que buscar los orígenes de Fatehpur Sikri en las estrechas relaciones del tercer emperador (padishah) mogol Yalaluddín Ákbar (reinó entre 1556-1605) con el pensamiento sufí. El Sheij Salim alChishti (1478-1572), un célebre místico musulmán, perteneciente a la taríqa (orden) Chishtiya (fundada en Chisht, Jorasán, en 930), vivía en una angosta escarpa, a unos 40 kilómetros al suroeste de Agra, la capital imperial. A fines de 1568, Ákbar fue a visitar a Salim al
Chishti a pie en peregrinación, para rogar a Dios por el regalo de tener un hijo, súplica que le fue concedida muy pronto. El 30 de agosto de 1569, su esposa rajput hindú,
Begum Yodha Bai, alumbró un niño que fue llamado Salim en homenaje al sabio que predijo su nacimiento, el futuro emperador Yahanguir (en persa, ‘aferrador del
mundo’), que reinaría en el Imperio de los Grandes Mogoles de la India entre 1605-1627, y cuya esposa sería la famosa emperatriz Nur Yahán (‘Luz del Mundo’), gran administradora, cazadora de tigres y arquitecta.
Como agradecimiento y para vivir cerca de su mentor, Ákbar decidió construir una gran mezquita y un complejo palatino sobre la pedregosa escarpa, conocida entonces como Sikri (de shukri, o acción de gracias, en árabe-persa), donde Zahiruddín Muhammad, llamado Babur (‘tigre’), el fundador de la dinastía mogol, había hecho una mezquita y un jardín para agradeFathpur cer por su victoria, tras haber vencido en las cercanías a Rana Sanga, rey de Mewar, en la batalla de Janua (1527). Ákbar llamaría a su nueva ciudad Fatehpur Sikri después de la conquista del Guyarat, en 1573; es decir, Sikri, “Ciudad de la Victoria” (en persa).
Se comenzó a construir en 1570 y fue abandonada solo 14 años después, por razones desconocidas. Fatehpur Sikri fue proyectada y dirigida muy de cerca, por el propio Ákbar, que era un gran pensador y, en muchos aspectos, muy moderno. El primer y mayor edificio de la urbe fue la Gran Mezquita Comunitaria del Viernes para ser presidida por el Sheij Salim al-Chishti.
El Buland Daruáza o “Pórtico de la Magnificencia” data de 1575. Se encuentra en el muro sur de la Gran Mezquita. La “puerta más grande del mundo” tiene una altura de cincuenta y cuatro metros y está coronada por numerosos chattris (pequeños quioscos). En este pórtico (pishtaq) Ákbar hizo colocar la siguiente inscripción en persa: «Jesús, el Hijo de María, dijo: “El mundo es un puente, crúzalo, pero no construyas casas sobre él. El que tiene esperanzas durante una hora puede tener esperanzas por toda la eternidad. El mundo perdura una hora. Dedícalo a la oración, porque el resto es invisible”».
El patio interior de la mezquita contiene el mausoleo del Sheij Salim al-Chishti que posee magníficos yalí (red), término mogol que identifica a unos ajimeces o celosías que conforman cada uno una pantalla de mármol blanco exquisitamente perforada.
Sikri, como la mayoría de los edificios de la India mogol, conforma un arte sincrético que armoniza elementos arquitectónicos de los estilos persa, indio y timurí. En el complejo destacan el ‘Pabellón de las Audiencias Privadas’, el ‘Pabellón de las Audiencias Públicas’, la ‘Casa de Adoración’ (donde Ákbar dialogaba fraternalmente con representantes de las diversas religiones de su imperio: hinduista, cristiana, judía, budista y jainista), el ‘Palacio de Cinco Pisos’, y el Anup Talao (‘estanque incomparable’). En el patio Pachisi, que recibe ese nombre por reproducir el tablero de este juego indio de mesa tradicional, el emperador jugaba con su esposa. El historiador Abu l-Fadl Allami (1551-1602) – consejero y primer ministro de Ákbar– nos relata que participaban hasta dieciséis personas representando las piezas (y se movían a las casillas según el lanzamiento de los dados) y que una partida podía
Fatehpur Sikri fue construida como agradecimiento por el emperador Ákbar.
Para Muhammad Arif Qandahari es “el paraíso al borde un precipicio”.
durar tres meses. Este juego servía el propósito de Ákbar de medir la paciencia de sus funcionarios y de enseñarles afabilidad.
El cronista mogol Muhammad Arif Qandahari describe Fatehpur Sikri como “el paraíso al borde un precipicio”. El escritor y viajero español contemporáneo Ramiro Calle describe a la ciudad de Ákbar como “la Pompeya del Asia”: «Cuatro veces he visitado Agra y otras tantas me he desplazado a Fatehpur Sikri. ¿Quién puede resistir esa tentación? Una ciudad muerta, una ciudad sin alma, una ciudad desierta, pero tan evocadora, tan espléndida en su silencio y en su soledad, tan rebosante de belleza».
Su poco uso y su ubicación fuera de zonas de conflicto hicieron que Fatehpur Sikri se encuentre prácticamente intacta a pesar de los cuatro siglos y medio transcurridos.