Una película homenajea la templaza del Pueblo de Israel
“La noche que luché contra Dios”, de Rodrigo Fernández Engler, entrelaza los patriarcas con el atentado a la AMIA.
Hacía años (no sé cuántos) que los imaginaba, que leía acerca de cada uno de ellos con avidez, que buscaba –y encontraba– en cada resquicio del texto bíblico algún eco de sentido, alguna señal vital. A pesar de los milenios que nos separaban, los conflictos de las familias de Abraham, Isaac y Jacob se me hacían tan vívidos y cotidianos que podía percibir en mis propios y agitados latidos algunos de los suyos.
Con una intensidad semejante hacía años –casi 30– que las esquirlas del atentado a la AMIA me venían persiguiendo igual de punzantes que de impunes. La Buenos Aires de julio de 1994 nos estalló de vuelta (en 1992 la embajada) y yo era apenas un joven seminarista que disimulaba fortaleza mientras acompañaba a los familiares de las víctimas a reconocer a sus seres queridos en la morgue.
No sospechaba que ambas historias pudieran enlazarse. Y menos aún que lo hicieran en las sierras de Córdoba, provincia que adopté hace más de dos décadas. El culpable del encuentro fue Rodrigo Fernández Engler, director de cine y guionista, evangélico desde la cuna, que me pidió que lo ayudara con una historia extraña que involucraba temas tan disímiles como la Torá, el Holocausto, Israel y la AMIA. Le dije que sí antes de que
terminara de contarme el proyecto.
Meses después me encontré enseñándole a pronunciar a varios actores los mismos versículos en hebreo que desde siempre leo en la sinagoga, mientras descubría en Luciano Cáceres a un señor profesional, hoy también un amigo.
“La noche que luché contra Dios” es el título de la película. Pasó por los cines argentinos semanas atrás y pronto estará en las plataformas de streaming. A Luciano (Jacob), se
le sumaron actores de categoría como Tomás Kirzner y Carolina Kopelioff en roles vinculados al atentado. Por mi parte, terminé actuando de Isaac, en un papel menor.
La zona de los volcanes del norte cordobés donde se rodó la sección bíblica de la película es parecida al sur de Israel donde vivieron los patriarcas. Ese dato, sumado al profesionalismo del equipo hacía que el realismo de las escenas fuera brutal. El rodaje en Jerusalén y el río Jordán aportó aún más magia.
Ahora sé por qué a veces el cine también puede ser sinónimo de homenaje.
Pasó por los cines argentinos y pronto estará por streaming.