Miranda, el Precursor
“El venezolano universal”, como lo llamó Bolívar, fue pieza clave en la construcción del pensamiento y del accionar revolucionarios en las colonias americanas. Su influencia fue determinante en el nacimiento de esos procesos.
Hombre ilustrado, en los dos sentidos más comunes del término (participaba de las ideas de la Ilustración y fue un infatigable “educador de sí mismo” que llegó a dominar seis idiomas y cuya biblioteca reunía más de 6.000 volúmenes); militar arriesgado (el único americano cuyo nombre figura en el Arco de Triunfo de París, entre los generales victoriosos de la Grande Révolution); político capaz de pasar de los palacios de la absolutista Catalina II de Rusia a los círculos revolucionarios franceses y de ahí a reuniones con el gabinete británico; creador de la mayor organización secreta revolucionaria latinoamericana. Se podrían escribir infinidad de novelas y guiones de cine sobre Miranda, ese “venezolano universal” como lo llamó Bolívar, ese “Quijote que no está loco” como lo caracterizó Napoleón, el “Precursor” de la independencia americana, como suele llamárselo. Esta calificación, que a veces suena a simple formalidad (o, como se dice en Latinoamérica, un “saludo a la Bandera”), es sin embargo uno de los mayores méritos de Miranda, el de haber anticipado los acontecimientos que comenzaban a desarrollarse.
Miranda llegó a Cádiz en marzo de 1771, y a los pocos días se estableció en Madrid, donde solicitó ser admitido, con el grado de capitán, en el ejército. Como era práctica entonces en todas las monarquías absolutas, los cargos, tanto civiles como militares, eran considerados “merced real”, y lo normal era que su concesión se otorgase mediante el pago de una suma importante de dinero, luego de atravesar una larga tramitación que incluía obtener el favor de “influyentes” que iban ascendiendo la pirámide de la corte hasta llegar a la firma del monarca.
Mientras aguardaba la aprobación de ese nombramiento, Miranda se dedicó a “adquirir conocimientos” y “formar su carácter”. Sin duda, debe haber sentido el choque entre la ciudad de Caracas, que apenas comenzaba a crecer a partir de su designación como capital de la nueva capitanía general, y la corte de Madrid, que por esa época pasaba por uno de sus grandes procesos de renovación urbana. En ese contexto, Miranda comenzó a armar su biblioteca, que ya entonces incluía obras de Fray Bartolomé de las Casas (uno de los primeros en denunciar el genocidio cometido contra los pueblos originarios de América), los iniciadores del liberalismo inglés John Locke y David Hume, el barón de Montesquieu, quien sistematizó la teoría de la división de poderes, contra el absolutismo en boga, y el escritor británico Edmund Burke, quien abogaba en favor de un régimen liberal hacia las colonias, lo que en poco tiempo lo llevaría a apoyar la independencia norteamericana. Todas estas obras, al igual que las de Voltaire, Rousseau