Clarín - Viva

NADAL EN BUENOS AIRES

El español ya jugó un ATP de Buenos Aires. Fue en 2005, año de su despegue. En cuartos de final lo venció Gaudio por 0-6, 6-0 y 6-1.

- TEXTO: Claudio Aisenberg (caisenberg@clarin.com)

Hizo tres puntos y el del micrófono dice 40.” El game estaba 40- 0 y el hombre advenedizo no entendía. ¿Cómo 40 y no 3? El pibe de secundaria ya había hecho un curso acelerado de reglamento: “Señor, en el tenis se cuenta así: 15, 30, 40...”. Costó, el pibe de secundaria siguió explicando la estructura del juego (tantos, games, sets), el hombre advenedizo al fin fue decodifica­ndo. Aprendía a los raquetazos, aunque quienes los pegaban estaban en la cancha central del Buenos Aires Lawn Tennis Club. Terminaba 1974, año de la irrupción popular de Guillermo Vilas y de un estallido sin comparació­n posible: un deporte para pocos sacaba, gracias a un solo jugador, patente de masividad en el país. “Vamos al tenis”, se empezó a propo- ner como programa.

Pasó un montón de tiempo, del tenis hoy se sabe todo o casi todo, lo practican muchísimos, lo siguen muchísimos más, el legendario Vilas cada día juega mejor y se puede afirmar que hay un Nadal porque hubo un Vilas, aunque uno sea español y el otro argentino.

Rafael Nadal, el número uno del mundo, encabeza la lista de preclasifi­cados para el ATP de Buenos Aires, torneo del circuito internacio­nal mas- culino que arranca mañana, aunque al cierre de esta edición lidiaba con los problemas lumbares que lo afectaron en el Abierto de Australia. Icono del esfuerzo, de la superación constante y de una entrega física que abruma, Nadal hereda a Vilas en esos pilares, aunque nació nueve años después de la máxima victoria del creador de la Gran Willy, aquella de 1977 frente al estadounid­ense Jimmy Connors en la final del Abierto de Estados Unidos.

Vilas jugaba y ganaba el viejo Abierto de la República ( lo obtuvo ocho veces entre 1973 y 1982) mientras el viento de cola de sus éxitos le otorgaba a su presencia sobre el polvo de ladrillo del Buenos Aires el aura del incansable guerrero. Nadie como Vilas hizo estremecer a la gente ni generó tanta resonancia en esas tribunas de tablones verdes, ahora poblada de butacas.

El Buenos Aires ya no es el estadio a cielo abierto más grande para tenis, superado ampliament­e en capacidad por el del Parque Roca, donde Argentina juega de local en la Copa Davis cuando la serie se desarrolla en la Capital Federal. Pero nadie le puede quitar su condición de templo deportivo. Hay no sólo prosapia –más que centenaria– sino evocacione­s recreadas a través de los colosos que pisaron sus canchas, los cambios y

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