Una de enamorados
Los secretos de Blanca
El 14 de febrero se celebra el Día de los Enamorados. Y me parece lindísimo que vayan y vengan tarjetas, mensajitos, emoticones y dulces con corazones incluidos entre los jóvenes enamorados. Y que las vidrieras se vistan de rojo. Que se regalen rosas... Pero también nosotros, los más “grandecitos” podemos festejar el día de San Valentín. Recordemos que, aunque se le atribuye solamente a las parejas de enamorados, la tradición surgió a partir de que San Valentín, mártir cristiano, mientras se hallaba prisionero en su celda enseñaba a leer a la hija de su carcelero. Y solía mandarle mensajes firmando: “Tu Valentino”. No necesariamente necesitamos enviar una galleta en forma de corazón a un enamorado. Podemos mantener vivas este tipo de tradiciones (como Papá Noel o la Liebre de Pascua) simplemente enviando un mensaje de amor a alguien querido, sea amigo, vecino o pariente. ¿Por qué hacer esto?, se preguntará. La respuesta la estoy viendo en los ojos de quien reciba nuestro mensaje que se alegrará al ver que mantenemos viva la manía de mantener tradiciones en un mundo en el que todo cambia vertiginosamente y la ingenuidad está a punto de sucumbir. Creo firmemente que, cuando somos chicos, sin ilusiones no podríamos saborear nuestra infancia. Y, cuando crecemos, sin ilusiones es bastante difícil soportar la vida. Esa es la verdad. Espero recibir alguna tarjeta de un Valentino o Valentina el 14. Yo enviaré algunas y, desde este pedacito de papel, les deseo a mis amigos y amigas invisibles un “Feliz Día de los Enamorados por la Vida.” Su Valentina.