Para el récord
Allá en lo alto. El estadounidense Tyler Armstrong logró la proeza de llegar a la cima del Coloso de América a los 9 años. Y, claro, estableció un récord.
Tyler Armstrong escaló el Aconcagua con sólo 9 años.
Un chico de 9 años es realmente apto para intentar subir el Aconcagua, la montaña más alta de América con 6.962 metros sobre el nivel del mar? El juez que debía emitir la autorización para que el pequeño estadounidense Tyler Armstrong pudiera comenzar la travesía por el Coloso de América no encontraba una respuesta satisfactoria. Las disposiciones del Parque Provincial Aconcagua sólo permiten los ascensos para mayores de 18 años. Los más de 150 muertos en la historia del andinismo en la montaña mendocina contribuyeron a sembrarle dudas al magistrado.
Para tratar de persuadirlo, el papá de Tyler, Kevin, contrató al abogado argentino Arturo Erice, aficionado a este deporte. Juntos armaron un archivo que contenía exámenes médicos y el historial de Armstrong en montañismo. El juez quedó impresionado, pero aun así pidió hablar con Tyler para terminar de convencerse. Lo primero que le preguntó fue por qué quería arriesgarse en este peligroso proyecto. La respuesta fue contundente: “Quiero concientizar a todo el mundo sobre una enfermedad llamada Duchenne. Tres amigos míos la padecen y hay más de 300 mil casos en todo el mundo”. El permiso fue impartido al instante. Tyler estaba listo para conseguir lo que diez días más tarde lograría: convertirse en la persona más joven en hacer cima en el Aconcagua.
En Yorba Linda, California, arranca la historia de Tyler Armstrong. Con una población inferior a los 100 mil habitantes, esta ciudad del oeste de los Estados Unidos es conocida como la tierra del ex presidente Richard Nixon. En diciembre de 2010 vio un documental que lo movilizó ( The Great Divide), sobre un muchacho que unió parte del país de norte a sur atravesando 1.200 kilómetros a pie. Poco después, y luego de que su papá le contara historias sobre ascensos a montañas compartidos con su propio padre, Tyler, con seis años, decidió que ése era el camino a seguir. Que él deseaba vivir las mis-
mas experiencias. Lo que en aquel momento no sospechó era que tres años después ya sería una leyenda en el andinismo.
“¿Cuántos años debo tener para subir con vos el monte Whitney?” (el pico más alto de Estados Unidos, con 4.421 metros), le consultó a su padre, quien le dio una sabia respuesta: “No es un tema de edad, sino de que estés listo físicamente para hacerlo”. “¿Cuántos años tiene el más joven en completar el ascenso?”, desafió el nene. Al día siguiente arrancó su ardua preparación. Y si bien aquella primera vez apenas pudo correr 400 metros, hoy, a los 10 años recién cumplidos, Tyler se entrena dos veces por día. Y tres a la semana recorre más de 7 kilómetros a pura zancada por las colinas de su ciudad.
Con 7 años, Tyler hizo cumbre en el monte Whitney con su papá y quebró el récord, que lo tenía un chico de 9. “Es divertido tener récords. Ser el más joven de todo el mundo en hacer algo es ‘cool’”, dice, divertido. En una cena posterior a esta primera consagra- ción conoció a Wil, Hawken y Suhail, tres chicos de su edad que sufren Duchenne, una enfermedad que atrofia los músculos y reduce la expectativa de vida a unos 20 años. Empezó a compartir tardes con ellos y el lazo de amistad llevó a que Tyler no busque en sus cumbres solamente el éxito personal, sino también que contribuyan a la difusión de este raro trastorno sin cura efectiva. Por eso sus padres crearon lo organización Top With Tyler, mediante la cual los interesados pueden colaborar tanto en las excursiones de Tyler como en la ONG CureDuchenne.
Cuando le comunicaron al guía sherpa Lhawang Dhondup (49) que debía acompañar a un nene de 9 años a la cima del Aconcagua, éste se negó rotundamente aduciendo que Tyler era muy joven. Pero tal como antes había pasado con el juez que firmó la autorización, el historial de Armstrong sorprendió al experimentado andinista: “Pensé que lo mejor era darle una oportunidad”, cuenta Dhon, quien tiene diez ascensos al Techo de América. El nepalés eligió para el ascenso el camino Falsos Polacos, que reviste menor dificultad. “La posibilidad de tormentas fue lo único que me hizo pensar que tal vez no lo lograríamos. Tuvimos suerte el día que hicimos cumbre y Tyler mostró una determinación admirable. Durante toda la travesía nombró muchas veces a sus amigos con Duchenne”, comenta Dhon. Una de las claves del éxito es no sentir el “mal de montaña”: mareos, dolores de cabeza y vómitos. “Temía que el frío y el viento del Aconcagua me vencieran pero gracias a mi buen equipo y a que el clima ayudó no fue tan terrible. También me pusieron nerviosos los cruces en el hielo, ahí me sirvieron mis botas con crampones”, relata Tyler. Si bien llevaron un tanque de oxígeno por precaución, no necesitaron usarlo.
Tras diez días de ascenso, el 24 de diciembre a las 15.30 llegaron a la cima. “Fue increíble, estaba muy entusiasmado. Lo que más me gusta de subir montañas es mirar todo desde ahí arriba”, relata Tyler, quien no sólo se dio el
TYLER ARMSTRONG HIZO SU PRIMER ASCENSO A LOS 7 AñOS. TAMBIEN ESCALO
LOS MONTES WILSON, KILIMAN
JARO Y WHITNEY.
lujo de batir el récord (antes lo tenía un chico de once años), sino también de admirar la cumbre sin signos de cansancio. Además de dormir sobre hielo, las temperaturas nocturnas a partir de los 5 mil metros alcanzan los -20 grados, mientras que en la cima, aun bajo el sol, el promedio es de -30. Y la presión parcial de oxígeno, también a partir de los 5 mil metros, es la mitad que a nivel del mar. Estas y otras tantas vicisitudes influyen directamente en el bajo porcentaje de personas que logra vencer al Aconcagua: una de cada cinco. La cruz que le dio su amigo Wil, junto a una bandera de apoyo que le prepararon varios chicos con Duchenne, lo acompañaron y mantuvieron a salvo a lo largo de la travesía.
“El éxito en el andinismo depende del rendimiento individual. En este caso, Tyler Armstrong estaba bien entrenado y existió una muy buena comunicación. Creo que sus mejores cualidades son el poder de voluntad y su gran estado físico. Las complicaciones pueden existir cuando falla el diálogo pero fue muy fácil interactuar con él. Lo considero mi mejor cliente”, asegura orgulloso el guía.
El monte McKinley es el más alto de América del Norte. Ubicado en Alaska, a pocos kilómetros del Polo, asciende a los 6.194 metros. Si bien la altura es menor que la del Aconcagua, esta montaña es considerada una de las más difíciles de escalar por diversos motivos: la temperatura promedio es de -38 grados y casi la totalidad de su superficie está recubierta por hielo. “Sin duda me gustaría llegar a esa cima”, dice Tyler.
¿Qué motivos personales tiene este niño de 10 años recién cumplidos para realizar tantas proezas? “Me gusta ver nuevas cosas y llegar a lugares que la gente cree que un chico no puede alcanzar. No me importa ser el más ‘cool’ del colegio, lo único que quiero es que mis amigos sigan pendientes de mí como lo hacen siempre. La verdad es que cualquiera puede hacer lo que yo hago, sólo necesitan un buen entrenamiento y, sobre todo, salir de su sedentarismo y de su zona de confort.”
Sus padres tratan de explicar que su hijo es como cualquier otro. “Le gusta jugar al ‘soccer’, va al colegio todos los
montañas”._ días, es muy sociable y tiene muchos amigos”, asegura mamá Priscilla. Pero es Kevin quien da la mejor definición: “Tyler es un chico normal, salvo cuando se trata de subir