La feria Sabe la Tierra por dentro
Sabe la Tierra. La feria con la mayor variedad de alimentos celebra una nueva edición y permite conocer el proceso productivo de lo que consumimos.
Cada vez más gente elige hacer sus compras en estos mercados: tendencia al fin, se trata de consumidores que llegan para quedarse. Familias, jóvenes, artistas y chefs reconocidos recorren los puestos de comida en busca de nuevas experiencias. Hablamos de una oferta que permite disfrutar del contacto con los productores y con la naturaleza en busca de promover un consumo saludable. Y consiste en comprar de manos directas de los exponentes. Sabe la Tierra es una ONG que tiene apenas tres años y que hoy se consagra como un mercado de lo que se ha dado en llamar “consumo responsable”. No es para menos: convoca a más de 10.000 personas por mes.
Su nombre hace referencia a la idea de que los hombres deben correrse del lugar del saber: la que sabe, claro está, es la Tierra. “Desde el principio me centré en pensar en forma global y actuar de manera local. Hace tres años iniciamos un camino de construcción de una alternativa de vida sustentable, promoviendo el desarrollo local, el consumo responsable y el comercio justo a nivel barrial”, explica Angie Ferrazzini, creadora del proyecto. Salta a la vista que la clave, para Sabe la Tierra, es mantenerse en constante movimiento y aprendizaje. “El camino que recorrimos fue enriquecedor, con la acción como premisa. Queríamos dejar de contar y pasar del dicho al hecho”, apunta Ferrazzini.
Estos mercados se convierten así en espacios de encuentro en los que el productor puede dar a conocer sus delicias mientras revela los secretos –que en este caso dejan de ser insondables– a la hora de la elaboración. Descubrir el origen y los procesos productivos de lo que comemos es, según los organizadores, un importante refuerzo de conocimiento. Las reacciones de quienes concurren a la feria lo demuestran: todos prestan atención a las explicaciones de los expertos.
La variedad de alimentos que desfilan es verdaderamente amplia. ¿Qué podemos llevar? De todo. El trabajo de 130 productores hace posible que los
consumidores tengan en sus manos un abanico de chances: los puestos más visitados son los de frutas, verduras, pollos pastoriles, huevos, panificados integrales, quesos, cereales, dulces y conservas, miel, jugos, aceites, alimentos aptos para celíacos, chocolates, yerbas, tes, hierbas, wheatgrass, sushi vegetariano, comida macrobiótica, hindú y mediterránea. Pero hay muchos más. También se pueden adquirir plantines, semillas, y servicios e insumos para huertas orgánicas. Y para completar el paseo no son pocos los que eligen realizar un recorrido por los puestos de diseño sustentable con el medio ambiente y la cosmética natural.
En Sabe la Tierra, cada día se programan actividades para grandes y chicos: eco talleres, charlas sobre alimentación y crianza, juegos y visitas guiadas de compra a cargo de profesionales lideran la grilla. Para muchos, incluso, se trata de un paseo habitual.
“En el mercado encontramos muchos productos orgánicos y, gracias a la atención de sus productores, también aprendemos sobre su origen, elaboración, beneficios y hasta cómo utilizarlos en casa para mantener una vida sustentable”, cuentan Sol y Mónica, vecinas de Beccar. Luego de un primer acercamiento al mercado, la gente comprende que el camino tiene que ver con volver a la esencia, a la Tierra, y a vivir en armonía con la naturaleza. Muchos comienzan por un cambio de hábito en la alimentación. Otros, por desarrollar una huerta propia en sus jardines. Cualquiera sea el método aplicado, los resultados suelen ser positivos. La ONG propone “encontrarse con uno mismo, volver a las raíces y ser responsables a la hora de consumir”.
“Durante este tiempo hemos sentado las bases para el cambio de paradigma. Escribimos un Manual de 10 principios que nos guían: construir el cambio; ser transparentes en nuestras relaciones; conformar redes; generar comunidad; dar a conocer los procesos; practicar la ética del cuidado y el respeto; ser coherentes entre lo que decimos y lo que hacemos; capitalizar la experiencia; animarnos a lo nuevo y agradecer lo recibido. Todo esto nos planteamos quienes hacemos Sabe la Tierra: organización, educadores, productores y consumidores”, explica Ferrazzini.
Desde 2012, la feria inició un progra-
ma de educación de sustentabilidad en formato de talleres y jornadas en instituciones y escuelas para todas las edades. En ellas ofrecen una visita al mercado para que los jóvenes mantengan un contacto directo con los productos orgánicos y finalmente conozcan desde pequeños los diversos medios para llevar una vida saludable.
-Los tres mercados–
En febrero, Sabe la Tierra vuelve con sus tres mercados en marcha. Vicente López –en Plaza Amigos de Florida– reabre sus puertas los sábados en el horario de 9 a 14 y los viernes innova con el formato de Mercado de Noche, que podrá visitarse de 19 a 23. Este viernes se repetirá la experiencia nocturna en el mercado de Tigre (Boulevard Sáenz Peña 1400, de 18 a 22 ), con una convocatoria que supera los 12 puestos que trabajan para brindar una gran variedad de alternativas culinarias.
Este nuevo formato – pensado y aplicado sólo en el verano– plantea una comida saludable al paso, además de un catering elaborado y atendido por los mismos productores: cocina orgánica, veggie, vegana, hindú, védica, colombiana, brasileña, peruana, sushi, pastas, ensaladas o helados, entre otros productos que son elaborados por quienes confían y promueven día a día esta experiencia que ya cuenta con sus adeptos.
Se trata, en definitiva, de generar un nuevo espacio de encuentro para aquellos que comparten esta cultura gastronómica. El mercado ubicado en la estación San Fernando del Tren de la Costa (Arias y Madero), que continúa funcionando durante febrero de 10 a 19, tiene la particularidad de ser el único que abre todo el año.
“Hace un año que vengo a buscar algunos productos que no encuentro en el supermercado ni en el almacén. La harina ciento por ciento integral, las verduras orgánicas y los panificados artesanales sin conservantes ni azúcar agregada son mi excusa para visitar la feria. Además, aprovecho la ocasión para interiorizarme sobre los nuevos productos de estación que van rotando. El contacto y la relación con el vendedor son fundamentales para informarse de lo que uno compra. Algo que en el supermercado no sucede ”, dice Sofía (23), una de las tantas personas que visitan la feria en busca de una opción más saludable y orgánica.