Clarín - Viva

Martín Bossi Cara a cara

Entrevista. El hombre de las máscaras se luce con su nuevo espectácul­o teatral. “Lo que me pasa a mí, les pasa a todos”, dice.

- TEXTO: Marina Aizen (maizen@clarin.com) FOTOS: Ariel Grinberg

Su simpatía acaba de dejar a la platea que arde, pero él ahora tiene la mirada concentrad­a y seria frente a un gran espejo rodeado de luces. Cuatro personas le secan la transpirac­ión, le cuidan los detalles del pelo, le quitan los pantalones y le cambian la nariz. En un discreto camarín junto al escenario, Martín Bossi está a punto de dejar de ser Axl Rose para convertirs­e en John Lennon, una tarea que insume rapidez, eficacia, ensayos de precisión quirúrgica (que duraron meses) y un par de buenos tirones en la cara. Hasta a Superman le debe doler que le peguen y despeguen cosas de la tez. En unos segundos más, el ex Beatle mutará en Michael Jackson, aunque antes éste también había sido Ray Charles y Louis Armstrong, algo a lo que casi ningún artista blanco se habría atrevido a hacer en los Estados Unidos: cambiar de color de piel, aunque sea en un teatro, podría ser visto como problemáti­co, aún hoy. Pero nuestro actor no tiene que cargar con esa mochila cultural, que no le es propia, así que esto no importa. Lo notable es que elija utilizar rostros de tantos personajes prestados para, en definitiva, hablar de sí mismo. De su barrio, de casa, de sus amores, de sus gustos, de sus preocupaci­ones íntimas, de su adolescenc­ia, de su matriz familiar. Porque Martín Bossi cuenta su biografía a toda costa, aunque te haga creer que es Pepe Biondi (cosa que por cierto consigue).

Su pasado de tenista le ha esculpido un cuerpo de musculatur­a perfecta y también le ha dado suficiente poder de batería como para hacer The Big Bang Show, el espectácul­o que estrenó en la avenida Corrientes el mes pasado, cuyo ritmo es casi a 220. La clave de todo es la complicida­d que establece con el público a través de nexos nostálgico­s sobre un pasado en común. Tiene toques que bien podrían estar en Las Ve- gas, momentos confesiona­les y otros de sentimenta­lismo puro y duro, como su homenaje a los capocómico­s: Alberto Olmedo, Biondi y Tato Bores. El público le responde con afecto a cada paso, y eso es su alimento para el alma. Un día de semana, antes de que empezara la función, nos sentamos en la primera hilera de butacas a conversar, él con los pies descalzos. Y terminamos de hablar sólo cuando tuvo que empezar el precalenta­miento para la obra: esto es ajustar la voz y transpirar y transpirar. Resultó ser un tipo abierto, humilde y ansioso por escuchar críticas. Cuando le dije, por ejemplo, que encarna personajes que fueron machistas, lo aceptó y reconoció. Y luego agregó: “No soy machista. Sobreviví al machismo. El machismo es una respuesta a la impotencia a ustedes que manejan todo”. ¿Por qué tenés tanta necesidad de ser autorrefer­encial en el show? Hay una frase que dice: pinta tu aldea y serás universal. Yo me considero un tipo muy común y creo que lo que me pasa a mí, les pasa a todos. Soy una buena medida. ¿Quién te lo dijo?

UNA ARTISTA PLASTICA TRABAJO MESES EN EL DISEñO CASI PERFECTO DE LAS MASCARAS DE LAS CARAS DE LOS FAMOSOS.

Es lo que siento. Lo corroboro con la identifica­ción social. Cuando vos decís ésto es lo que hacen los adolescent­es y mil tipos se ríen es porque lo que estás observando. Ahí se genera una comunión. Vos trabajás buscando la empatía, para tocarles el corazón, la nostalgia y la adolescenc­ia a todos. Volvés a un período de tu vida muy concreto y lo buscás en los otros como si fueran tu espejo. Sí. Es lo que siento profundame­nte que me pasa. Soy un tipo que le tiene mucho miedo a la soledad. Le tengo pánico. Este show es para corroborar un poco si estoy tan solo o no. En escena, estoy en la cama y digo soy un adicto al silencio. Y miro a ver si lo que me pasa a mí le pasa a la gente.Entonces me siento un poco menos solo. Con todo el trabajo corporal, espiritual y actoral que tengo encima, creo que estoy en una medida justa de lo que le pasa al resto. ¿Es lo que les pasa a todos? ¿O a los que tuvieron su adolescenc­ia en los años ‘80 en el conurbano? Mi mamá es una buena medida para las críticas. Le digo voy a hacer a Frank Sinatra y a Ray Charles, pero hay gente que no los conoce. Pero de eso se trata. También quiero educar. Si a un chico le puedo despertar que no es Michael Bublé el creador de un estilo, que hubo antes alguien que se llamó Frank Sinatra, por qué no citarlo con un gorrito y llevarlo por ese sonido, por qué no mostrarles a los chicos que Stevie Wonder es un genio pero que antes hubo un tipo que se llamó Ray Charles. El que lo conoce, lo conoce. Y somos empáticos. Tratamos de educar y de enseñar. No hay en la Argentina mucho show con contenido. Acá hay aplausos de contenido. Cuando hablo de las drogas, que digo que antes las pepas eran de membrillo, y la gente aplaude, es porque es real lo que está sucediendo. Y cuando criticás la cumbia villera o el regaetón, ¿estás hablando de un estilo musical o lamentando la marginalid­ad en el que abreva? En realidad, es una crítica humorístic­a. A mí me encanta la cumbia. Lescano, de Damas Gratis, me parece un genio. Mi crítica es que agarran temas del pasado y los hacen en versión cumbia. Y los hacen mierda. Si tengo que rescatar a alguien de ese movimiento es Lescano, que me parece que está a la altura de los grandes músicos de Argentina. Es una cuestión de cómo utilizamos las cosas. Si yo utilizo la cumbia para decir (canta) tengo el alma en pedazos y ya no aguanto esta pena, ésa es una canción de amor. Si digo: si tu viejo es zapatero, zarpale la lata, incitando a que aspires Poxipol, no está bueno. Si Luis Miguel tuviera un bolero instando a aspirar pegamento, también estaría en contra de Luis Miguel. Es una opinión. Me parece que ambos son emergentes de la pobreza, que segurament­e también cambió mucho la cara de tu barrio. Sí, señora. Y estás hablando otra vez del barrio. Lomas, Lomas, Lomas... ¿Dónde vivís ahora? En San Fernando. Allí hay verde, hay agua, tengo mi pileta... En Lomas tenías el arroyo del Rey, el Unamuno, el Riachuelo.... Pero Lomas era mi abuelo, mi abuela,

mi papá... Mi tía Alejandra... O sea que Lomas no es un lugar geográfico, es tu biografía. Y también un lugar geográfico. Aún voy a Lomas y conservo un amor profundo. Ojalá me muera en Lomas y me entierren en la cancha de Los Andes. En Lomas he pasado los días más felices de mi vida. Sos un conservado­r.... Absolutame­nte. Conservado­r, pero un día dejé el tenis y me cansé de ser obediente. Y me fui a tocar rock and roll y me vestí de mujer y me fui a volantear a la calle vestido de Shakira. Quién hubiera dicho esto del hijo de Jorgito.... Llegué hasta acá por un acto de rebeldía absoluta. ¿Contra? Contra lo que había que hacer. Mi vie- jo era la norma. Y para llegar a ciertos lugares, no hay que respetar las normas. Tenías una relación bien complicada con papi... Se murió mi papá y empecé a actuar. Me quedé huérfano de él. Entonces tuviste permiso. Sí. Sos un mega actor. Podés ser lo que querés. Pero no sólo otras personas. También el papel que quieras.

DEMANDO TRES MESES ENSAYAR CON UN DOBLE TODOS LOS CAMBIOS DE ROPA, MASCARAS Y

MAQUILLAJE.

Es un piropo. Me parece que tenés una versatilid­ad increíble y que todavía no vimos todo el potencial de Martín Bossi. ¿Qué estamos esperando? Creo en los procesos. Si vos veías mis dos espectácul­os anteriores ibas a ver otra cosa. Este espectácul­o es el gran paso para lo que vos decías de mí. Hacer un stand up de 40 minutos sin máscaras hablando es el gran paso de mi vida. Trabajo con textos de Emilio Tamer, quien para mí es el gran dramaturgo de este país. Escribimos juntos.El sigue mi vida. Cuando ve que me está pasando algo dramático le digo: “Anotá esto”. Llorando se lo digo. Llorando. Pero estoy yendo hacia eso que vos decís... Voy a filmar este año una película que es una comedia románti-

ca, donde no me voy a disfrazar. Voy a interpreta­r un hombre, contando una historia de amor, cómica y dramática, donde empiezo a dar mis pasos con máscaras más internas que externas, por más que me divierta mucho ponerme una peluca... No sé hacia dónde voy, pero sé que es el camino. ¿Sos un tomador de riesgos? Mirá, Graciela Borges siempre me dice ( y la imita) mirá, enano, cuando te sale algo tres veces bien me preocupa, porque estás cómodo. ¡Hay que asumir riesgos! Hay que salir de la zona de confort... El cine es el arte de la incomodida­d. Igual, yo acá estoy muy incómodo. Hay un lugar de sufrimient­o en el escenario. Tengo mil personas mirándome. Estoy devistiénd­ome. Imaginate de- cir ante mil personas: le tengo miedo al silencio, le tengo miedo a la muerte... A mí me daba mucha vergüenza que una mujer me dijera que no. Imaginate que mil tipos te digan que no. No tengo comprado el aplauso. Pero nunca estuve tan cerca de Dios y de decir a esto vine al mundo. Para comunicar esto de esta manera. Y salir del ego. En cambio digo, vengan a verse ustedes. Yo voy a guiarlos. ¿Y si vos no pertenecés a ese mun-

TAN BIEN LO IMITA “CARNA” CRIVELLI EN EL SHOW DE BOSSI QUE LA GENTE CREE QUE JAVIER PORTALES

SIGUE VIVO.

do que describís? Yo no me identifica­ba con lo que vos decías en tu monólogo. Era una chica progre, vengo de totalmente otro palo.... ¡Era “psicobolch­e”! Mirá qué loco. Porque gracias a tu profesión y a la mía, nos cruzamos. No nos hubiéramos cruzado si no fueras periodista. Y yo no me hubiera cruzado con una persona como vos, que viniera a interesars­e por mi vida, que es realmente la de un pibe que es un actor de barrio: milanesa con papas fritas. Ese soy yo. OK. Sos milanesa con papas fritas. ¿Qué comida querés ser cuando seas grande? Mirá. Me gusta por momentos ser milanesa con papas fritas, por momentos ser un Naranju (un juguito que venía

en sobre), por momentos un buen asado y por momentos, sushi con champán. Pollo al curry. Pollo al curry porque ni lo conozco. Poné pollo al curry. Al principio del espectácul­o pensé: esto puede estar en Las Vegas. Mi objetivo es ir allí. Mi sueño es actuar en el Madison Square Garden. O Las Vegas o Broadway o Hollywood. Estoy aprendiend­o a hablar en inglés hace cuatro o cinco años. Y cuando me comunico con una persona en otro idioma, para mí es un milagro. Actuar en otro idioma me parte la cabeza. Igual que llegar a otras culturas. Este es el comienzo de eso. Me llamó la atención con qué audacia te atrevés a cambiar de color de piel. ¿Cómo es eso? En Estados Unidos nunca vi un performer blanco haciendo de negro... ¿De verdad? Nunca lo había pensado. Es una mirada que me mató. ¡Y son registros de voces muy diferentes también! Cuando te metés en el alma, la voz sale por un resultado natural. Se llama metonimia lo que hago al principio. La metonimia en realidad es: yo te pongo al principio algo muy chiquito y después vos volás con tu imaginació­n. En lo personal insume mucha energía. ¿Cómo terminás después de una función? Depende de cómo esté en la vida. Hoy es el mejor momento personal. Pero el año pasado estuve jodido.

SE NECESITAN TRES TIPOS DE PEGAMENTO DISTINTOS PARA ADHERIRLE LAS MASCARAS A LA PIEL DEL ROSTRO.

¿Te dejaron? (Piensa.) No. Me dejé. ¿Qué querés decir? Uno lo deposita en una mujer. Es muy fácil. Pero después te vas dando cuenta de por qué elijo a esta persona que me dejó, la persona que yo dejé de amar. Creo que hace muchos años, a los 22 o 23, cuando comencé a consumir estímulos, lo que me permitió llegar hasta acá, fui consumiénd­olos todos. Quería comerme un asado con Marcelo Tinelli, me lo comí. Quería conocer a Maradona, lo conocí. Quería que me quieran, lo logré. Un poco. Y como yo era un chico de barrio que pasé hambre con las minas, tuve. Y ya no empezó a alcanzar nada. Y en ese momento te das cuenta de que estás vacío. Y cuan

Dios._ do me di cuenta de que estaba solo me encontré con Dios. O sea, no hiciste terapia. “Hiciste Dios.” Hago terapia y

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-TRANSFORME­REn el camarín sólo ocurre una parte de la “magia”. La otra, en el escenario.
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Jackson, luego del famoso “moon walk”.
-UN GRANDELa sombra de Michael Jackson, luego del famoso “moon walk”.

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