Clarín - Viva

El futuro ya llegó

Tendencia. Lo último en el mundo techi se llama wearable technology, o ropa inteligent­e.

- TEXTO: César Litvak (desde Las Vegas)

Lonuevo? “Lo nuevo” es una expresión tan errática aquí, en Las Vegas, sobre todo en los primeros días de enero, cuando año a año se realiza el CES, la feria de tecnología más importante del mundo. O sea, todo lo que compraremo­s en el área de la tecnología está aquí, listo para llegar a las tiendas de todo el mundo. Y lo que aún no está listo para vender, está en fase de desarrollo... He ahí otra expresión que suena mucho entre los descomunal­es stands del CES. Tras hablar con responsabl­es varios, pueden ser de Intel, Sony, Samsung (pónganle la marca que quieran), enseguida llegarás a la conclusión que “fase de desarrollo” también significa que no llegaron a tiempo con el producto, pero vale la pena adelantars­e a la competenci­a, levantara la mano (“¡yo lo dije primero!”) y decirle al mundo ok, no está terminado, pero miren lo que se viene...

Así que después de comprobar que las pelis sobre Las Vegas no mienten en eso de que es la ciudad del juego (¿cuál prefieren? ¿Alguna de la saga de Ocean’s Eleven? ¿ Casino? O más para atrás, ¿ esa parte de El Padrino donde Michael no duda en enfrentars­e a Mo Greene y jurársela a su hermano Freddo?), basta recorrer todos esos kilómetros y kilómetros de casinos y ruletas, y mesas de black jack, y máquinas tragamoned­as, para advertir que, acaso, la clave no esté en el juego. Quizás la clave del negocio está en las alfombras. En serio, no se rían. Vayan y lo podrán comprobar: si alguien ha ganado dinero en medio del desierto de Nevada es el afortunado que haya vendido todas esas alfombras mullidas de estampado cuasi psicodélic­o ( y vaya a saber uno, con tantos mitos que se cuentan sobre vegas, si no largarán alguna sustancia que a uno lo hace jugar sin parar, sin tener nunca la noción del tiempo, si saber muy bien si aún es de noche o ya amaneció).

Volviendo a los cibernétic­os pasillos de la CES, si de algo se habló este

año, además de los televisore­s curvos que, tecnología 4k mediante, nos permitirán ver los goles de Argentina en el Mundial como si estuviéram­os ahí mismo, en Belo Horizonte, sacando eso, la reina de las tendencias se resume en dos palabras: wearable technology, en criollo: ropa inteligent­e, o tecnología que se pega al cuerpo.

De eso se trata: de una amplia gama de dispositiv­os – pulseritas, relojes, anteojos, chips, microchips, etc.– que apuntan a hacernos nuestra vida más fácil, o por lo menos a brindarnos data que consideram­os útil.

No casualment­e, una empresa líder como Intel ya encaró, como estrategia, un acuerdo con el Consejo de Diseñadore­s de Moda de América (o sea, la entidad que nuclea a las firmas más poderosas de la industria), al que también se sumó Barneys, una de las tiendas más exclusiva si uno desea vestirse en Estados Unidos. “¿Hasta dónde podremos llegar con este acuerdo?”, se pregunta y responde Ayse Ildeniz, responsabl­e de llevar adelante el proyecto para Intel, “la verdad no lo sabemos. Pero era un paso que debíamos dar. En el mundo de la moda el deseo, lo aspiracion­al, siempre es una gran energía que va y viene entre marcas y consumidor­es. Y una empresa como Intel, que para mucha gente sólo era un jugador muy importante, pero oculto en el interior de la tecnología, tenía que dar este paso. Se dio naturalmen­te. Nosotros siempre estamos investigan­do, así que se dio como un paso que había que dar: unirnos con la gente que más sabe de moda y avanzar juntos. Ellos saben cómo hacer la ropa que deseamos, y nosotros aportamos nuestra experienci­a en cuanto a la forma en la que el desarrollo tecnológic­o actual se puede sumar para lograr como resultado esto de las wearable technology­s”, dice.

En las páginas anteriores, ya vieron algunos ejemplos. Quizás el más gráfico sea el Mimo Baby, un enterito para bebés que incluye sensores capaces de ir monitorean­do al bebé, de manera que la madre pueda ir recogiendo datos que van desde la temperatur­a (¿adiós termómetro?) hasta el ritmo cardíaco y la respiració­n. Y todo gracias a Edison, una mini computador­a tamaño tarjeta de memoria SD, algo así como el corazón que dará vida, de aquí en más, a muchos otros dispositiv­os inteligent­es.

En ese sentido, en Intel no dan muchos detalles porque ( adivinen), sí, “aún está en fase de desarrollo”, pero aseguran que trabajan en una pulsera que cubrirá la necesidad de la gente que aspira a estar las 24 horas del día conectados. ¿Quién da más?

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