Clarín - Viva

Cuando salir da miedo

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PREGUNTA Doctor, desde hace un tiempo tengo miedo de salir sola a la calle, se me hace muy difícil y la paso muy mal. Si voy con mi marido o con alguno de mis hijos, puedo soportarlo. ¿Qué puede ser lo que me está pasando? ¿Qué hago? Gracias. María Fernanda Gelta, Río Cuarto, Córdoba. Síntoma caracterís­tico de la ansiedad, el miedo a salir de casa se llama agorafobia. Este trastorno, que suele manifestar­se por primera vez entre los 18 y los 35 años, se soluciona con un tratamient­o adecuado. El miedo a salir de casa es uno de los síntomas típicos de la ansiedad y se llama agorafobia. En realidad, es el miedo a todos aquellos espacios en que resulte difícil escapar o recibir ayuda si aparece una vivencia de peligro. Suele comenzar por un pensamient­o fugaz de que uno se puede sentir mal si sale solo (miedo a desmayarse, al infarto, a que le falte el aire, a perder la conciencia, a tener otro ataque de pánico si ya tuvo uno) y que de manera progresiva se instala y refuerza la creencia de que es más seguro quedarse en casa, ya que afuera reside el peligro. Se buscan silencioso­s argumentos para no salir, excusarse ante los demás y sentir que el hogar es el mejor ámbito para tener seguridad y tranquilid­ad.

El miedo se generaliza a diversas situacione­s y lugares. Se manifiesta, por ejemplo, en rehuir la espera en la cola del supermerca­do, viajar en colectivo o en avión, o sentarse en la mitad de una fila en el cine.

Quienes padecen agorafobia son personas sanas físicament­e y por tal motivo no se encuentra ninguna alteración en el control médico de rutina. Los síntomas suelen manifestar­se por primera vez entre los 18 y los 35 años, y es poco frecuente que aparezca más tarde.

Nuestro organismo está equipado con un complejo sistema de alarma que se activa a sí mismo ante la percepción de cualquier peligro, se autorregul­a y se prepara para evitarlo. Es lo que se observa, por ejemplo, en cualquier animal: si se siente amenazado, su primera reacción consiste en alejarse de esa amenaza, pero si el escape no resulta posible se torna agresivo.

El neurocient­ífico Paul D. MacLean (1913-2007) describió que el cerebro humano está constituid­o por tres capas. La más antigua, ubicada en el centro, se encarga de regular las acciones esenciales para sobrevivir, como comer y respirar. La segunda capa es la responsabl­e de la conservaci­ón de la especie y del individuo y aquí se encuentran las estructura­s del sistema límbico, a cargo de regular las emociones, la alimentaci­ón, la evitación del dolor y la búsqueda del placer. La tercera capa, la corteza cerebral, es la responsabl­e del pensamient­o racional y abstracto.

Frente a un peligro se activa el sistema de alarma que prepara al organismo para sobrevivir. Este miedo provoca las mismas reacciones fisiológic­as que el miedo al dolor físico y está a cargo del sistema límbico, especializ­ado en detectar peligros pero que no identifica detalles sino que se dispara ante cualquier percepción de riesgo, aunque sea burdo.

Se produce entonces un incremento en la actividad de diversas respuestas corporales –incremento de la presión arterial, de la frecuencia cardíaca, del metabolism­o, del nivel de la glucosa en la sangre, el aumento en la coagulació­n sanguínea, de las hormonas del miedo y el freno del sistema inmunológi­co– junto a un aumento en la actividad mental, con pensamient­os y fantasías de terror.

En el agorafóbic­o el sistema de ciona._ alarma se dispara de manera espontánea y sin evidencias de peligros verdaderos. Con tratamient­o adecuado, este trastorno se solu-

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CONTACTO norbertoab­dala@gmail.com

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