Un libro repasa la historia del matrimonio civil en la Argentina
Bodas con historia. La evolución del matrimonio civil en Buenos Aires permite entender a una sociedad que cambió. El libro Sí, quiero, de Florencia Canale y Dany Mañas, hace ese recorrido.
Através de su centenaria existencia, por el Registro Civil de la Ciudad de Buenos Aires desfilaron miles de historias buscando ratificación civil de ese amor que aspiran perpetuar en el tiempo”, escribió Ana Lávaque, directora general del Registro Civil de la Ciudad de Buenos Aires. Se lee en el epílogo del libro Sí, quiero (Planeta), de Florencia Canale y Dany Mañas, un recorrido por el ma- trimonio civil en la capital argentina, a través de veinte historias. Comienza con uno de los registros matrimoniales más antiguos que conserva el Civil porteño –el de Carlos Pellegrini y Carolina Lagos– y termina con el primer matrimonio igualitario celebrado en la Ciudad, entre Ernesto Larrese y Alejandro Vannelli, luego de la promulgación de la norma que estableció el casamiento entre personas del mismo sexo, el 15 de julio de 2010.
Mucho ha pasado entre uno y otro. Cuando Buenos Aires era solo una aldea, la Iglesia y el Estado ( la Corona española) dictaban las normas del matrimonio. Ambos iban ligados. El historiador Daniel Balmaceda, que prologa el libro, traza el devenir de las uniones civiles de este lado del Río de la Plata. Y de su influencia en el creci- miento poblacional y la formación de nuevas familias. Así, en 1514, se permitió el vínculo entre españoles y nativas, lo cual incrementó el número de uniones en el continente. Luego, con el arribo de contingentes militares se fortaleció el crecimiento demográfico. Pero era la Iglesia la que llevaba el registro de los casamientos, los bautismos y las defunciones. Entre otras cosas, el matrimonio entre personas que profesaban otros credos no estaba permitido, ni siquiera contemplado. Lo cual podía sortearse casándose en alta mar, donde el capitán del barco era quien oficiaba de ministro.
Los registros civiles empezaron a instalarse a lo largo del territorio luego de la Constitución reformada de 1860, con vaivenes organizativos y políticos. Se establecieron de manera definitiva
a partir de 1884, durante el primer gobierno de Julio A. Roca. Y enseguida se promulgó la ley de Matrimonio Civil obligatorio.
La línea de tiempo elegida por los autores del libro relata los casamientos relevantes que pusieron su firma en los registros porteños. Y trae algunas curiosidades, como la unión del bailarín ruso Vaslav Nijinsky con una rica heredera húngara, Rómola de Pulszky, quien lo siguió por toda Europa, en los comienzos del siglo XX, hasta subirse al mismo barco que él, rumbo a la gira sudamericana. Al llegar al continente, ella había logrado su cometido, llamar la atención de él, y así, viaje largo de por medio, decidieron dar el sí, quiero en el Registro Civil de Buenos Aires. Quedó asentado el 10 de septiembre de 1913.
Por mucho tiempo, las costumbres exigían “poner fecha” para formalizar una relación de pareja que fuera aceptada socialmente. Sin embargo, no todas las historias relatadas en el libro fueron lineales y bien vistas. Y hasta hubo mujeres –que contra las normas de época– demoraron la decisión de pasar por el Civil. Fue el caso de la pareja entre Natalio Botana –el legendario dueño del diario Crítica– y Salvadora Medina Onrubia. Según los autores del libro, era Salvadora quien se negaba sistemáticamente a legalizar la relación porque “el casamiento con papeles iba en contra de su defensa del amor libre y desinteresado”.
Como sea, recién después de que nacieron los tres hijos de la pareja, Salvadora accedió a casarse. Ella era madre soltera de otro varón, el mayor, a quien Botana adoptó. El matrimonio, finalmente, se celebró el 13 de febrero de 1915, en el Registro Civil de Córdoba 1635.
El tiempo pasó. Las costumbres cambiaron. Las parejas hoy se forman sin necesidad imperiosa de legalizar los vínculos por cuestiones sociales. Las familias ensambladas u homoparentales son la respuesta a estos nuevos modelos vinculares. Según datos del Anuario Estadístico del Vaticano, en la Argentina, entre 1990 y 2011, los matrimonios por Iglesia cayeron un 61 por ciento. No son los únicos. Los civiles también descendieron: alrededor del 53 por ciento, en el mismo período.