Clarín - Viva

El fracaso de las dietas

- POR NORBERTO ABDALA

Doctor: Necesito bajar de peso por un problema de columna. Trato siempre de hacer dieta pero me mata las ganas de comer dulces. Todos me retan, desde los médicos hasta mi familia pero es más fuerte que yo. ¿Qué puede ser? María Virginia Calamino, Adrogué.

L as personas se ponen a dieta por diferentes motivos. Algunas por tener un peso excesivo y poco saludable, otras para tener mejor estado físico, muchas para mejorar su figura.

En general, un concepto muy instalado es la creencia de que bajar de peso se reduce a tener fuerza de voluntad, paciencia y darse tiempo. Y aunque son factores sin duda necesarios no implica que sean suficiente­s.

Es fácil comprender, por ejemplo, que a una persona con trastornos de la tiroides le será muy difícil bajar de peso aunque ponga toda su fuerza de voluntad en cumplir la dieta.

Por algo será que entre el 50 y 80 por ciento de quienes hacen dieta no la pueden sostener y vuelven a subir de peso.

Quizás no todo sea atribuible a la falta de voluntad y no siempre querer es poder.

Un factor necesario –aunque no único– para sostener una dieta es tener normal el nivel de serotonina cerebral, que además de hacer “sentir bien” es clave para lograr un adecuado sueño nocturno, un saludable humor, tolerar el dolor y controlar la ingesta de comida. Por lo tanto, en baja cantidad producirá insomnio, malhumor, angustia, irritabili­dad, depresión, apetito descontrol­ado y compulsión para comer dulces o hidratos de carbono.

Existe una franca vinculació­n dieta-serotonina: si se consumen alimentos adecuados y en horarios correctos se logra una adecuada producción de serotonina mientras que cuando escasea el cuerpo “pide comer dulces” de igual manera que pide agua cuando tiene sed.

El organismo fabrica serotonina a partir del triptófano, un aminoácido que proviene de los alimentos, por lo cual los que son ricos en triptófano ayudarán a tener niveles efectivos de serotonina.

Entre ellos se puede mencionar al pollo, la leche, el queso, el pescado, los huevos, el tofu, la soja, las nueces, la banana. Estos alimentos también tienen la caracterís­tica de ser ricos en proteínas y en otros aminoácido­s esenciales que compiten con el triptófano para ingresar al cerebro.

Un estudio del American Journal of Clinical Nutrition afirma que si se consumen hidratos de carbono 2 horas antes de ingerir proteínas y 3 horas después de consumidas estas, se elevan significat­ivamente los niveles cerebrales de serotonina.

En otras palabras, significa que aunque los alimentos ricos en proteína son fuente de triptófano, el consumo de carbohidra­tos en determinad­os horarios sirve para aumentar más aún la serotonina.

Las personas que por diversas causas tienen niveles de serotonina por debajo de su nivel mínimo normal sentirán una fuerte necesidad de comer dulces, chocolates, tortas o hidratos de carbono que aumentan rápida pero transitori­amente los niveles de serotonina en el cerebro y por este medio se mejora por breve tiempo el estado de ánimo.

La necesidad de ingerir dulces es tan potente que resulta difícil de frenar, la persona no entienda por qué lo hace si no quiere hacerlo pero ya suele ser tarde y sólo queda la culpa.

Es muy probable que quienes tienen que comer algo dulce a la tarde o noche padezcan de un déficit de triptófano que automática­mente los hará buscar lo dulce para compensar esa falta.

Por eso el fracaso de la voluntad.

Un concepto muy instalado es la creencia de que bajar de peso se reduce a tener fuerza de voluntad, paciencia y darse tiempo. Un factor necesario para una dieta es tener normal el nivel de serotonina cerebral, que además de hacer ‘sentir bien’ es clave en el sueño.

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norbertoab­dala@gmail.com
NORBERTO ABDALA DOCTOR EN MEDICINA. PSIQUIATRA. DOCENTE UNIVERSITA­RIO. norbertoab­dala@gmail.com

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