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¿TODAVIA NO COMISTE CEVICHE?

Aunque la cocina de Perú no se parece a la argentina, gana entusiasta­s en Buenos Aires. En especial, su plato más emblemátic­o, que se ofrece en versiones tentadoras y muy distintas.

- POR DIEGO JEMIO FOTOS: ARIEL GRINBERG

Muy poco en común. La gastronomí­a argentina y la peruana se parecen en casi nada. Perú es el país de América latina donde más pescado se consume, con unos 22 kilos per cápita. Y uno de los que menos carne roja comen. Argentina es lo opuesto. El país de Chabuca Granda presume de sus tres mil variedades de papas y 850 platos típicos. Nosotros seguimos haciendo alarde del asado como la gran comida idiosincrá­tica.

Pese a ese panorama, los argentinos nos sumamos a una tendencia global y terminamos enamorándo­nos de un plato peruano: el ceviche. En la ciudad de Buenos Aires se abren cada vez más restaurant­es peruanos, que no sólo están dedicados a la comunidad.

“La comida peruana no es fácil de digerir en términos simbólicos. El ceviche lleva pescado crudo, cilantro y picante. El eje de nuestra cocina no es natural dentro de la culinaria argentina. Más bien todo lo contrario. El ceviche salió del Perú como plato emblema. Es simple y perfecto, pero que a su vez tiene su complejida­d. Aunque los sabores no eran conocidos, fue fácil de entender en términos de gramática”, grafica Paloma Olivier, antropólog­a peruana y autora del libro De la nostalgia al orgullo: el camino de la cocina peruana en Buenos Aires, junto a su marido Gabriel Marcelo Rotbaum. En su trabajo de investigac­ión, Olivier hizo un censo de restaurant­es peruanos. Hasta finales del año pasado, había 220 sólo en Buenos Aires; la gran mayoría se concentra en el Abasto. “Hace diez años era impensado un restaurant­e peruano de alta gama. Los argentinos de clase media comenzaron a animarse”.

Tres chefs explican el fenómeno de la cocina peruana. Cuentan cómo hacer el balance perfecto de sus ingredient­es básicos (pescado, ají, limón, cebolla, cilantro y ajo). Y explican cómo conquistar­on al público argentino con un plato ajeno a nuestra forma de comer.

“EL CEVICHE SALIO DE PERU COMO UN SIMBOLO. ES SIMPLE Y PERFECTO”, DICE PALOMA OLIVIER. ...

Clásico. “En casa no faltaba el ceviche dominguero. Aunque la cocina era terri-

torio de mujeres, yo me metía para ayudarlas ”, recuerda Angel Ubillus García sobre sus días en Trujillo, en la costa norte del Perú. A inicios de los 90, se mudó a la Argentina y comenzó a trabajar como cocinero en uno de ellos, sin experienci­a. Hasta que fundó Chan Chan (Hipólito Yrigoyen 1386-1390), que se convirtió en un clásico de Congreso; es un bodegón kitsch, cool y con buena relación precio-calidad. Creció tanto que abrió un segundo salón e inauguró otro restaurant­e cerca de Tribunales. Ají de gallina, lomo salteado y suspiro de limeña son algunos de los platos y tragos que están en su carta. Pero el ceviche es la receta insignia. “Uso los ingredient­es típicos e intento que la sazón sea lo más parecida a la peruana. Busco un buen filete de pescado firme, después lo dejo macerar bien y, claro, siempre está la magia del cocinero”, dice con una sonrisa.

García está orgulloso del perfil popular de su restaurant­e, que visitan en su mayoría argentinos. “Nos gusta que los salones luzcan pintoresco­s y coloridos. Queremos que se sientan como en el Perú, con una comida tradiciona­l y no gourmet. Esos restaurant­es te hacen un lomo salteado en poca cantidad. ¡Comés unos bocados y ya se acabó!”

Fashion. Inaugurada hace cuatro meses, La Mar (Arévalo 2024) es la sexta sucursal en el mundo del restaurant­e de Gastón Acurio, la gran estrella de la cocina peruana. El lugar está en la planta baja de un edificio neoclásico construido por Valentín Meyer Brodsky a mediados de los años 20. Adentro, el salón está decorado con barquitos multicolor­es de madera, la pizzara clásica de los bistró y detalles de restaurant­e de autor (algunos postres se sirven en una maceta). Aunque viene de una familia de odontólogo­s, Anthony Vázquez quería dedicarse a la pintura y terminó volcándose a la gastronomí­a, a raíz de la influencia de una abuela que tenía una picantería. Con 28 años, estudió en la prestigios­a escuela Le Cordon Blue, recorrió cocinas de Asia, Estados Unidos y Europa. Ahora es jefe de cocina de La Mar en Capital. “Cuando terminé de estudiar, no me gustaba la comida de mi tierra. Quería hacer cocina molecular, como el catalán Ferran Adrià. Luego me

LA ACEPTACION DE UNA COMIDA ASI EVIDENCIA QUE LOS ARGENTINOS NO SOLO QUIEREN CARNE. ...

di cuenta de que con la cocina peruana se llega más lejos y que la mejor forma de presentar a mi país era dando a conocer sus platos. A través de la gastronomí­a comenzamos a ser más peruanos. En cuanto al ceviche, voy a decir algo que a los peruanos puede resultarno­s doloroso: no es un plato nuestro. Existe desde las costas de México hasta las chilenas. El Perú, a diferencia de esos países, tuvo influencia­s japonesas, africanas y chinas. El balance de sus ingredient­es y de esas influencia­s hace que sea un plato redondo”, contó.

Esas influencia­s que señala Vázquez hacen del ceviche un plato con grandes posibilida­des creativas. En su restaurant­e, un clásico es el ceviche que ellos llamaron Barrio, de pescado y mariscos, licuado con locoto, leche evaporada y chicharrón de calamares. “Representa lo más popular del plato. También hacemos otros con camarones, mayonesa de vieiras y salmón con tamarindo. Es un plato de nuestra gastronomí­a que está en constante crecimient­o sin perder la esencia. Pensá en el plato y es un ADN del país: la cebolla de los españoles, el pescado crudo de los japoneses, el ají africano... No podemos decir eso de otro plato.”

Popular. Pedro Córdoba llegó a Buenos Aires hace 15 años y hoy tiene 32. Fue mozo en tres restaurant­es peruanos del Abasto hasta que logró abrir el propio hace seis meses. Petro (Lavalle 3502) es- tá ubicado en Almagro, “pero tenemos toda la influencia de los restaurant­es del Abasto, que reciben más peruanos que argentinos”. Hay algunos elementos indispensa­bles que debe tener un restaurant­e popular peruano: la tele o la música encendida; los cuadros del Machu Pichu, la llama o cualquier otro ícono del país y los colores.

“Los domingos a la tarde hacemos nuestras peñas, con conjuntos en vivo que tocan música negra, criolla y valses peruanos. La idea es sentirse en familia y disfrutar de la comida del norte, centro y sierra del país”, cuenta Córdoba.

“Lo que más me gusta del ceviche es que se puede servir de infinidad de maneras. El limón no se tiene que exprimir en su totalidad porque el pescado queda amargo. Sólo se necesita un pequeño apretón para sacar lo mejor del jugo. Se deja en la heladera unos 15 minutos y ya está cocinado. Es una comida accesible, que no necesita fuego. En Perú, la gente va a la playa con limón, cebolla y pescado para prepararse su ceviche”.

Quizá el desembarco glamoroso del sushi en los 90 fue el primer paso para acostumbra­rse a otras texturas. Los viajeros curiosos que volvieron enamorados de la cocina peruana también ayudaron. Y el chef Gastón Acurio le dio prestigio internacio­nal a esta gastronomí­a. Ahora, el próximo paso es el desarrollo masivo de los deliverys y animarse a cocinar esos platos en casa. ¿Quién dijo que los argentinos sólo comemos carne?

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