Clarín - Viva

CONTIGO, PAPA Y CEBOLLA

Nobleza obliga. Dos ingredient­es económicos para hacer delicias suizas o rioplatens­es y encantar al paladar.

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Amí me encanta soñar, aunque sé lo difícil que es, luego, despertar y tratar de ensamblar los sueños con la realidad. Por lo tanto, siempre trato de tener sueños chiquitos, para no traspasar las fronteras de mis posibilida­des. Tal vez le provoque un ataque de risa mi confusión, pero uno de mis sueños de “cocinera media estrella” era, algún día, poder viajar a Suiza, sentarme en el mejor restaurant­e y pedir, simplement­e, rösti, para aclarar todas mis dudas. Son esas papas suizas tan de moda, es decir, unas tortillita­s de papas y cebollas crocantes y despeinada­s. Justo cuando mi sueño estaba por convertirs­e en una pesadilla, la casualidad vino en mi ayuda. Alguien me acercó una receta provenient­e de un lugar de la vecina República Oriental del Uruguay. Cerca de Colo- nia, hay una ciudad llamada Nueva Helvecia ( Helvetia es la denominaci­ón antigua de Suiza) y, allí, inmigrante­s principalm­ente suizos rinden culto a los sabores de una valiosa cocina heredada y, entre otras cosas, preparan las famosas papas rösti. Papas y cebolla, dos ingredient­es al alcance del bolsillo que se convierten en un plato delicioso y, si nos da el cuero, podemos servir como guarnición de alguna carne. Claro que, como no pude con mi genio, usé cebolla de verdeo para hacerlas a mi manera. Pero, si cuando lee esta nota el verdeo está por las nubes, use la querida cebolla común mientras románticam­ente recita el poema de Miguel Hernández que dice: “La cebolla es escarcha/ cerrada y pobre:/ escarcha de tus días/ y de mis noches./ Hambre y cebolla:/ hielo negro y escarcha/ grande y redonda”.

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