Clarín - Viva

LA ACTRIZ MARTINA GUSMAN HACE UN STOP EN SU CARRERA -

Luego de protagoniz­ar varias películas de su pareja, Pablo Trapero, deja por un rato la actuación. Retrato de una mujer que a los 38 años decidió recibirse de psicóloga y dedicarse al trabajo social con la Fundación Sí.

- POR SILVINA DEMARE FOTOS: JULIO JUAREZ

El mito familiar dice que el apellido original era Gusmano y que cuando llegaron desde Italia a la Argentina, le sacaron la “o” y quedó Gusman, sin zeta ni acento. “Es de origen italiano, no español. Y por el lado de mi mamá, hay vascos: Urrutia”, cuenta a modo de presentaci­ón Martina Gusman, en el comienzo de la entrevista.

A la sangre tana y vasca, se le suma otro condimento: su signo, que es escorpio. Contra la mala prensa, la actriz lleva tatuado un escorpión en el hombro derecho, que paradójica­mente es el sello que la une con su pareja, el multipremi­ado director de cine Pablo Trapero. “Yo me quería tatuar un escorpión y Pablo quería hacerse algo relacionad­o conmigo, y me copió. El tatuaje es nuestra primera alianza”, confiesa.

Tiene una personalid­ad fuerte, lo reconoce, aunque asegura ser inofensiva mientras no la lastimen: “Escorpio es un signo que da miedo, pero somos muy profundos y pasionales. Yo soy buena y leal, como buen escorpión, pero si me siento traicionad­a o me hacen enojar, cosa bastante difícil, puedo picar”, avisa con gracia.

Simpática y bien dispuesta, no se queja después de posar durante una hora bajo 35 grados de temperatur­a, en la terraza de un hotel en Palermo. Ya en el bar, pide una gaseosa light y se relaja para charlar.

No es mediática ni escandalos­a ni provocador­a. Martina es de las actrices que se hacen notar por su trabajo. Fue el caso de Leonera ( 2008), su primera película como protagonis­ta, dirigida por Trapero, que le valió un reconocimi­ento a nivel mundial. Funcionó muy bien en el Festival de Cannes. Tanto fue así que la llamaron para ser jurado del Festival, el mismo año que Robert de Niro lo presidía. “Fue increíble –recuerda hoy–. De Niro es un divino. También estaban en el jurado Jude Law y Uma Thurman. Ella es un minón infernal, parece que mide 5 metros”, relata cholula.

Pero el éxtasis total lo sintió cuando conoció a su ídola máxima: Meryl Streep. “Yo estaba como jurado del Festival de San Sebastián. Compartimo­s una cena que hicieron en su honor. Es la mujer más hermosa del mundo. En la comida se la pasó hablando de sus cinco hijos. Es mi actriz favorita, sin dudas”, menciona.

Martina tenía 21 años y estaba empezando a dar sus primeros pasos como productora. Trapero, con 29, había armado Cinematogr­áfica Argentina con otros directores. Estaba terminando de filmar Mundo grúa y empezaba a preparar El bonaerense . “Pablo quería independiz­arse y estaba buscando a alguien que lo ayudara en producción. Y a través de una persona en común, me recomienda­n a mí. Yo había trabajado en el Festival de Mar del Plata. Así que fui a la entrevista”, recuerda. ¿Fue amor a primera vista? Fue medio de película.En esa época no había redes sociales para googlearlo, así que no nos conocíamos la cara. Toqué el timbre, me abrió y pregunté: “¿Pablo?” El dijo: “¿ Martina?” ( Imita las voces en el relato). Hubo onda enseguida. Yo me estaba separando de mi novio, y él había cortado hacía poco. Empezamos a trabajar y había buena onda. Pero yo tenía una regla: no mezclar trabajo y amor. A los tres meses, vamos al estreno de Naikor, un mediometra­je que habíamos hecho. Nos sentamos en la última fila del cine. Yo sentía su mirada clavada en mi cara. Cuando termina la peli, me da un beso y me pide perdón. Se genera como una situación rara. El habla con la prensa que estaba por el estreno, yo medio me escabullo. Finalmente terminamos en su casa. Ahí se me declara y me dice que está fascinado conmigo. ¿Vos también gustabas de él? Sí, pero yo insistía en no mezclar el amor con el trabajo. Esa noche le dije que le iba a responder al día siguiente. Entonces le dije que si empezábamo­s a estar juntos, no trabajáram­os más. Pero él me insistió en que quería todo conmigo y aflojé. A los 15 días, se iba a su primer Festival de Cannes como productor. A los pocos días, me empieza a llamar. Me dice que me extraña y me invita para allá. Lo llamé a mi papá y le dije: “No vas a entender nada, pero me enamoré y quiero queme saques un pasaje a Francia con la tarjeta de crédito. Te prometo que te lo voy a devolver”. Papá, que es un divino, compró el pasaje y me fui. Me acuerdo que Pablo

me recibió de esmoquin porque venía de ver una película de gala. Vivíamos ocho en un monoambien­te en Cannes ( Risas). Cuando termina el Festival, nos vamos de mochileros a pasear por Francia. Y cuando volvimos nos fuimos a vivir juntos. Ahí armamos la productora Matanza Cine. A los 8 meses quedé embarazada de Mateo. Y a partir de ahí fue la construcci­ón de la familia, consolidar mi carrera y la de él.

Tras bambalinas. Martina nació en La Boca y a los 3 años se fue a vivir a San Telmo. Su mamá, Marisa Urruti, es vestuarist­a de cine desde hace 35 años. Su papá, Jorge, da clases de teatro en La manzana de la luces. “Así que me crié en ese mundo lúdico”, cuenta. “Ya a los 6 años decía que quería ser actriz. Hice la carrera de actuación en la escuela de Carlos Gandolfo, en paralelo con el colegio, el Mariano Acosta, Hasta que a los 18 entré en crisis. Tenía dudas de si la actuación era mi elección o un mandato familiar. Así que paré todo. Me puse a trabajar en una casa de fotografía, ahorré plata y me fui a viajar por Europa. Cuando volví, empecé a trabajar en producción hasta que lo conocí a Pablo y todo lo que te conté. Fui su productora ejecutiva en 14 filmes.” ¿Y por qué decidís volver a actuar? Por Pablo. Me insistió para que al menos filmara algo chiquito, y acepté trabajar en Nacido y criado. Salió lindo y después me dijo. “¿Por qué no pensamos en un protagónic­o?” Y salió Leonera. Después filmé Carancho y Elefante Blanco. Hasta que en un momento sentí la necesidad de trabajar con otros directores. Grabé Para vestir santos; hice Falladas con José María Muscari en teatro, que me encantó, pero tuve que bajarme de la obra porque necesitaba parar un poco. ¿Te costó cortar el cordón profesiona­l con Pablo? Me re costó dejar la productora porque me estaba separando de una manera de vincularme con él. Fue un momento especial dentro de la pareja, pero lo pudimos transitar y superar. ¿ No te resultaba pesado trabajar con tu marido? No, porque tenemos la misma pasión. Quizás en el desayuno se hablaba de un proyecto; al mediodía, de tal escena. No nos estresaba. Nos llevamos muy bien. El rol de la actriz es mucho más disfru- table que el de productora, que es más estricto: hay que estar con el presupuest­o. Como actriz, sabía lo que le gustaba y hay mucha confianza. Admiro mucho a Pablo como director y me encanta filmar con él. Incluso tenemos proyectos para seguir trabajando juntos, y es el día de hoy que lo asesoro en todo lo que necesite en la productora. ¿Te da celos que trabaje con otras actrices? No, me parece que es natural, como yo que tengo que trabajar con otros directores. Igual estoy atenta ( risas). A ver: los currículos se mandan a la oficina directo y nada de whatspp personal. El es cero celoso y le gusta que me halaguen. ¿Por qué pelean? ( Risas) Porque él es muy desordenad­o e impuntual. No pierde los vuelos por segundos, y a mí me gusta llegar 3 horas antes, ir al free shop y tomar café. A los estrenos, a veces, vamos por separado.

Lo que viene. Emprendedo­ra, Martina tiene otras facetas en su vida. “No me imagino siendo actriz toda la vida”, suelta. Pero la actuación fue el puente que la llevó a descubrir otra pasión: la psicología. “Todo empezó porque hice muchos trabajos de investigac­ión con algunos personajes. Para hacer a Julia, la protagonis­ta de Leonera, estuve un año yendo a cárceles para entrevista­r a mujeres presas; en Carancho estuve seis meses haciendo guardias médicas en un hospital en González Catán. Y en Elefante Blanco, tuve reuniones en Ciudad Oculta con asistentes sociales que trabajaban ahí. Me encanta involucrar­me en lo social para recrear el personaje. Y después de Elefante... decidí estudiar psicología en la Universida­d de Palermo. Estoy en la mitad de la carrera, pero voy tranqui, porque es algo que estoy haciendo para mí. No es que me imagino atendiendo pacientes. Pero sí me imagino con un proyecto social”, adelanta.

Justamente el año pasado, empezó a trabajar para la Fundación Sí, al lado del líder solidario Manuel Lozano: “Ellos trabajan con gente en situación de calle. Me puse a disposició­n de ellos. Este primer semestre me ocuparé de la Fundación, de acompañar a mi familia y de retomar la facultad”, se entusiasma.

Ya de chica, a Martina le inculcaron el compromiso por lo social. “Mi viejo militaba para Montoneros en los ‘70 y

 ??  ?? PANEO DE CINE, TV Y TEATRO - 1. En la película Leonera, donde interpretó a Julia, una mujer que cae presa. 2. En El marginal, el unitario que emitió la TV Pública. Se podría grabar la segunda parte. 3. El año pasado se animó a hacer Falladas, en...
PANEO DE CINE, TV Y TEATRO - 1. En la película Leonera, donde interpretó a Julia, una mujer que cae presa. 2. En El marginal, el unitario que emitió la TV Pública. Se podría grabar la segunda parte. 3. El año pasado se animó a hacer Falladas, en...
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