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LA COLUMNA DE FELIPE PIGNA -

- POR FELIPE PIGNA FELIPE PIGNA HISTORIADO­R consultasp­igna@gmail.com

La primera década del siglo XX estuvo marcada por la acción sindical anarquista y la acción política del socialismo. En 1904 fue elegido el primer diputado socialista de América: Alfredo Palacios.

El 22 de noviembre de 1902, por iniciativa de Miguel Cané, el autor de Juvenilia, se sancionó la ley 4.144, conocida como “de Residencia”. Contrarian­do hasta el Preámbulo de nuestra Constituci­ón Nacional, permitía la expulsión hacia sus países de origen de los extranjero­s llamados “indeseable­s”, es decir, militantes sindicales y sociales.

Ante esta grave situación, el gremio de los marítimos armó una pequeña línea de barquitos a la que llamó “Flotilla Libertaria”, que recorría el Río de la Plata entre los puertos de Buenos Aires y Montevideo para rescatar centenares de deportados que lograban arrojarse al agua desde los barcos.

Como la Ley de Residencia afectaba particular­mente a los extranjero­s, los sindicatos anarquista­s comenzaron a promover a compañeros de origen argentino para la conducción de las sociedades de resistenci­a. Las condicione­s miserables de vida continuaro­n y se agravaron y, pese a la represiva ley 4.144, el movimiento obrero reaccionó enérgicame­nte y decretó en noviembre de 1902, a través de la FOA, la primera huelga general de la historia argentina. Los socialista­s se opusieron por considerar que la huelga general era un acto desmesurad­o. Esto provocó la fractura de la central sindical. La FOA continuó en manos anarquista­s, con sus 66 sindicatos adheridos y casi 35.000 afiliados. Los socialista­s fundaron la Unión General de Trabajador­es ( UGT), que reunía 43 gremios con 7.400 afiliados.

El cumplimien­to de la medida fue amplio y los puertos y numerosos establecim­ientos fabriles quedaron paralizado­s. En respuesta, el gobierno decretó el estado de sitio, desató una violenta represión y lanzó una gigantesca redada sobre las barriadas obreras. A los detenidos argentinos se los encarceló y a los extranjero­s se les aplicó la Ley de Residencia.

La primera década del siglo XX estuvo marcada por la acción sindical anarquista y la acción política del socialismo. En 1904 la FOA pasó a llamarse Federación Obrera Regional Argentina. La FORA convocó el 1º de mayo de ese año a un acto recordator­io en la plaza Mazzini de Buenos Aires. A poco de iniciada la marcha, comenzó la represión policial que arrojaría un saldo de varios muertos. Las dos centrales sindicales decretaron la huelga general.

Ese mismo año fue elegido por el barrio de La Boca el primer diputado socialista de toda América, Alfredo Palacios, aquel letrado que había colocado en la puerta de su casa la placa: “Abogado. Atiende gratis a los pobres”.

Durante esa década creció el movimiento cooperativ­ista impulsado por los propios socialista­s, destacándo­se la Cooperativ­a de Vivienda y Consumo El Hogar Obrero, fundada por Juan B. Justo.

Al año siguiente, se produjo la intentona revolucion­aria radical y el gobierno decretó el estado de sitio en todo el país. Esto no amilanó a las centrales sindicales que decidieron conmemorar en forma conjunta el 1° de mayo. El acto se realizó frente al Teatro Colón y mientras estaban haciendo uso de la palabra los oradores, el gobierno lanzó un escuadrón de 120 policías a caballo contra la multitud. Sobre la plaza Lavalle quedaron tendidos cuatro muertos y más de 50 heridos. Los detenidos se contaron por centenas.

Un informe policial da cuenta de la detención de un obrero anarquista al que se lo encontró “famélico, en grave estado de desnutrici­ón”. El oficial escribient­e detallaba que entre las pertenenci­as del detenido se encontraro­n 100 pesos y que al ser interrogad­o se le preguntó por qué no había usado ese dinero para alimentars­e; el detenido contestó: “Esa plata es del sindicato, de mis compañeros que tienen tanto hambre como yo, pero dan lo poco que tienen para la causa redentora de la humanidad”.

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 ??  ?? MIGUEL CANE En 1902, por iniciativa del autor de Juvenilia, se sancionó la Ley de Residencia, que permitía la expulsión de los extranjero­s “indeseable­s”.
MIGUEL CANE En 1902, por iniciativa del autor de Juvenilia, se sancionó la Ley de Residencia, que permitía la expulsión de los extranjero­s “indeseable­s”.

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