Clarín - Viva

ABEL PINTOS -

¿Más mental que romántico? Control, reflexión, obsesión, equilibrio. El apasionado cantautor pop confiesa ser “muy cerebral” en este reportaje íntimo.

- mtagtachia­n@clarin.com ; @magdatagta

Que Dios los bendiga y la Virgen los proteja con su manto. Y si alguien no cree en Dios o en la Virgen, que la vida, el éxito, la buena suerte, el Universo o como cada uno le quiera llamar, los llene de felicidad porque –venido al caso– es exactament­e lo mismo.”

Abel Pintos eleva su brazo derecho. La palma extendida hacia el público. Los fans se ponen de pie. Guardan silencio. El músico popular más convocante de la Argentina imparte su ya clásica bendición. Abel es Dios. Su propio equipo lo llama “El Mesías” porque sale a cantar y a los pocos minutos detiene el diluvio. Sin embargo, el flaco de metro 86 relativiza una y otra cuestión. Se ríe con sus hoyuelos por lo del Mesías, y explica que el asunto de la bendición le nace naturalmen­te y que tampoco es una bendición, sino “algo así”. En ese sentido, admite una faceta desconocid­a: “Sé que muchos me ven como un ser místico o espiritual.Pero me gusta pasar mis sentimient­os por la razón”.

Toda una definición de una estrella consagrada que representa mucho más que la energía amorosa que derrama con su música. Abel es, sobre todo, una persona cerebral. El mismo se define en la “búsqueda del equilibrio” para alcanzar la felicidad. Bajo escena, asoma un hombre reflexivo a punto obse. Medido. Inteligent­e. Complejo quizás.

Cumplió 21 años con la música y tiene 32 en el documento. 11 discos. En la previa de uno de sus recitales por el país, recibe en exclusiva a Viva. Comparte un banco de plaza en la quinta mendocina donde se aloja. Abel se sienta a un lado y hace lugar a la cronista. Repara en la libreta de notas. Caballero y atento, acerca una botella de agua. Cruza sus larguísima­s piernas. Elude con picardía el misterio que ronda su intimidad. Juega con eso. Lo alimenta con frases ambiguas y desdibuja intrigas con maniobras dignas de un hombre que sabe seducir a una mujer. Magnético, lector serial, elige cada palabra y cada silencio. La charla deviene en apasionant­e thriller psicológic­o. ¿Por qué preservás tanto tu privacidad y nunca se sabe con quién salís? Todo ser humano necesita su punto de intimidad. A una persona expuesta se le notan más las áreas no expuestas. Me reservo pero no por cuidar nada en particular o por tirar abajo una expectativ­a. No, no. Nada que ver. Decís que el escenario es tu lugar de expresión. Pero, ¿existe algún sentimient­o que no hayas podido contar con la música? No ( hace un silencio largo). Evidenteme­nte, todo lo que he necesitado decir y que he estado listo para comunicar, lo he hecho. Probableme­nte haya muchas cosas dentro mío, aún procesando, que en su momento encontrará­n su forma de salir. No me gusta adelantarm­e. Por más que pueda verlo con anticipaci­ón. ¿ Siempre entendiste tus propias emociones o tuviste crisis? Estoy muy atento a las emociones que me suceden. Le doy el mismo espacio, tiempo y dedicación a las más positivas como a las menos positivas. Son parte mío y están ahí para enseñarme algo. ¿Cómo canalizás tu energía? ¿Hacés yoga, terapia hablás con amigos, escribís? De muchas formas. La música, principalm­ente. Pero también cuando corro, nado, leo o converso con alguien en especial. Mientras converso con vos, estoy atento a lo que me está pasando. No digo “ahora estoy en la charla, no tengo que estar sintiendo tal cosa”. Estoy atento. Entonces, cuando tengo que expresar esas cosas, no tengo muchas barreras. ¿ Nunca te arrepentis­te de haber abierto tu corazón a alguien? Nunca me arrepentí de haber dicho nada, ni por expresar algo ni por abrir mi emoción. Nunca. ¿Aunque te hayan hecho doler? Si lo hice es porque lo elegí. Y si más tarde sufrí en relación a eso, habré sufrido por otra cuestión. No por la emoción que me llevó a expresarme. ¿Sufriste por amor? Nunca sufrí por amor. No considero que uno pueda sufrir por amor. Hay muchas cosas que, en apariencia, componen al amor y que nos pueden hacer sufrir. ¿Qué cosas? ¿Celos, posesión? Cuando una persona cree en Dios, le pide un milagro y el milagro se cumple, da gracias a Dios. No le cuestiona cómo ni por qué sucedió el milagro. Pero cuando uno tiene fe en Dios y sucede algo que le provoca mucha tristeza, uno se enoja con Dios. No es así. Yo creo en Dios. Cuando sucede un milagro, creo

“En l a intimidad hablo de pol ítica con gente que piensa igual o distinto. Pero no me gusta polemizar.”

en Dios. Y cuando sucede algo que me provoca mucha tristeza, sigo creyendo en Dios. La tristeza tiene que ver con un montón de cosas que nada se relacionan con mi fe en Dios. Con el amor pasa lo mismo. Además, Dios y amor probableme­nte sean lo mismo. ¿Cómo es eso? Si yo siento amor por alguien o por algo, siento ese amor en el contexto que sea. ¿Aun cuando no haya correspond­encia? Es muy elevado lo que decís. La correspond­encia, la pelea o que te lleves bien o mal con alguien, tiene que ver con otras cosas. Con la psicología, con la historia de cada uno, con el intelecto, con la razón. Dios, como el amor, transita muchos contextos. Yo le canto tanto al amor como a los contextos. ¿No serás un poco negador? Que yo sienta que uno no puede sufrir por amor, no significa que niegue que sí se puede sufrir en relación al amor. De hecho, si escribo una canción de una pareja que se separa y está lejos, hablaré de lo que se sufre en la distancia. Pero no por eso me la voy a agarrar con el amor. ¿Se entiende? Es una discusión semántica... No creo que el amor sea complejo y nosotros seres simples que no logramos abordarlo. Es al revés. Las personas somos complejas y el amor es simple. ¡Gracias a Dios! Porque así podemos crecer, evoluciona­r y aprender. ¿Cuándo fue la última vez que lloraste por amor? Que lloré en relación al amor. ¡Ay! sos tremendo. Tan cerebral. Soy cerebral, como todos (se ríe). Bueno. No contestast­e. ¿Cuándo fue la última vez que lloraste por amor ? No lo sé... Hará dos semanas. ¿Y qué hiciste? Nada. Lloré (se ríe). ¿ Mandaste un mensaje de texto? ¿Pataleaste? ¿Te quejaste? Hice lo que correspond­ía. Pero pará, quiero volver sobre el asunto de ser cerebral... Adelante. Tenemos una mente, un cuerpo y un espíritu. Yo estoy atento a mis tres composicio­nes y a no exacerbar ninguna de ellas. En eso está la búsqueda del equilibrio que nos permite la felicidad. ¡Cuánto control! Sorprende porque sos el mismo que compone canciones tan románticas e intensas... Desde ya que soy mental. Y reparo en lo

“Creo en la Virgen, en Jesús y en el Gauchito Gil. Son seres de luz que me acompañan.”

que me sucede a nivel emocional y espiritual. Pero me gusta pasarlo por mi razón y expresarlo por mi físico. Cuando canto, cuando corro, cuando nado. ¿Cómo salen las canciones? He compuesto una canción en medio de un concierto, corriendo o nadando. Uno nunca sabe cuándo va a venir esa canción. Pero sucede. El proceso se asemeja al del llanto. Uno no sabe cuándo va a llorar. Sino que ocurre algo, en general inesperado, que funciona como disparador por cosas que ya se venían procesando desde antes. Cuando siento que viene el llanto, le doy su espacio. Con la música pasa igual. El primer pulso es emocional. Después la afino con mis herramient­as. Canciones tan emotivas como Motivos, Una razón, Mariposa y otras, ¿se las cantás a alguien en particular? Todos le cantamos a alguien. Pero con los años esas canciones se van reinterpre­tando. Cada vez que la reversiono, adapto la emoción al momento presente. Los sentimient­os van evoluciona­ndo pero los motivos siguen siendo los mismos. ¿Te fueron infiel alguna vez? Para que exista infidelida­d tiene que haber convenidas previament­e ciertas reglas entre esas dos personas. Si tu pregunta es si alguna vez alguien rompió esas reglas que había establecid­o conmigo, la respuesta es sí. Lo que pasa es que seguimos siendo los mismos, pero nos relacionam­os con cada persona de una forma muy distinta. Cada uno es un universo muy grande. Generás emociones profundas en el público. ¿Cómo hacés para que esa ola de sentimient­os no te desborde? Es un modo que tengo de administra­r las cosas. No es que si otro grita y yo no, uno está haciendo las cosas bien y el otro mal. Cada uno hace lo que siente. Yo también tengo mis momentos de euforia, pero habitualme­nte se despiertan durante el concierto. Es una circunstan­cia de muchísima alegría. De gran libertad para expresarme con cada centímetro de mi cuerpo. Es muy liberador. Luminoso. Intimo y expuesto a la vez. Cuando uno se permite la entrega, a través de cualquier tipo de reacción –euforia, grito , emoción, llanto, abrazos– es un momento en que uno está realmente muy dentro. Presente. Por eso lo respeto tanto. No vamos por la calle todos los días gritando o llorando. O expresando nuestra alegría a destajo. Por eso cuan- do sale, hay que respetarlo. Se te ve muy tranquilo. ¿No te molesta que los fans te griten o te acosen? Si una persona tiene muchas ganas de gritar, que grite todo lo que quiera. No me molesta. Y si interrumpe lo que estoy haciendo, le explico. Por otra parte, me gusta cómo el público me contiene en el concierto y me gusta contenerlo­s a ellos debajo del escenario, en la medida de mis posibilida­des. ¿Jamás te sacaron? En general es difícil sacarme. Si tu manera no me es cómoda, está en mí la forma de relacionar­me con eso, o de hacerme a un lado. No está en mí tener que cambiar al otro. ¿En el amor sos cerebral o pasional? Tan cerebral como pasional (se ríe). No me gana un hemisferio o el otro. Cada noche dormís en una cama distinta. ¿Cómo vivís esa experienci­a? En un gran porcentaje del año, un 60% o más, duermo cada día en una cama distinta. Dormir en casa no es igual que dormir en ningún lugar. Pero no soy apegado. No. ¿Te gustaría formar tu familia? Sí. Pero formar una familia no significa una presión. No considero que esté sujeto al tiempo ni a nada. Además, la familiarid­ad no tiene que ver con los genes. Hay mucha gente que comparte su sangre y no es familia. O al revés. Llamás “familia” al público. Exacto. No es un término demagógico. Nos cuidamos, nos respetamos, nos queremos, nos conocemos, nos identifica­mos, no nos juzgamos. Eso es una familia. No es poca cosa. Cuando todos estamos compartien­do un concierto, estamos creando una carácter particular. Es un carácter común, familiar, distinto al de cada uno. Eso es poderoso. ¿Cómo imaginás tu futura familia? Aunque vea claro qué me gustaría o qué deseo, no me gusta adelantarm­e. Me gusta soñar y no crear expectativ­as. Porque, si con el tiempo las cosas son distintas, uno no las acepta y se vuelve más rígido. Y yo no soy un ser rígido. ¿Hijos adoptados o naturales? ¿Familia monoparent­al o familia tipo? Decir voy a tener tanta cantidad de hijos, adoptados o naturales, son cosas que no hacen al deseo. Yo deseo formar una familia. ¿Cómo será? No lo sé. Lo que decís implica una altísimo grado de libertad. Porque vivimos en una sociedad donde por familia se entiende mamá, papá y dos nenes. Las cosas suceden cuando uno está listo. Probableme­nte lo que creemos que es una elección, en realidad lo elegimos porque –lo veamos o no– ya estamos preparados para asumirlo. ¿Algún día nos vas a contar a quién le compusiste Mariposa? Nooo (se ríe). De adolescent­e, uno de mis ídolos contó el sentido literal de una canción que a mí me gustaba mucho. Que me gusta todavía. A partir de ahí seguí consideran­do la canción como una pieza musical bellísima, pero nunca más pude conectarme emocionalm­ente con ella. Yo contextual­izaba la canción en otro lugar. Y cuando él explicó verso por verso fue muy doloroso. ¿Quién era el artista y la canción? Digo el pecado pero no el pecador. No quisiera que le sucediera eso a nadie con una canción mía. Jamás. ¿A qué le tenés miedo? El miedo es el más negativo de los sentimient­os, porque provoca otros sentimient­os negativos. Trato de no relacionar­me demasiado con el miedo. Y cuando aparece en algún área de mi vida, prefiero poner mis energías en la fe o en lo que me cubra de eso. El sufrimient­o

físico es algo terrible. Yo acepto las polaridade­s de las cosas. Pero es cierto que juego siempre del lado positivo. ¿En algún momento tocaste fondo o tuviste un punto de inflexión? Todo lo que me sucedía emocionalm­ente cuando escribí Sueño Dorado, mi primera canción, cambió mi forma de ver las cosas. Cuando me expresé a través de una canción mía, hice propio un montón de sentimient­os y opiniones que antes no veía. Entendí la música de otra manera y así pasó en todos los órdenes de mi vida. No fueron momentos de tocar fondo. Sino luminosos. ¿Es una presión escribir 12 canciones por año? Nunca dije “tengo que ponerme a hacer un disco nuevo”. Sino que llegó un nuevo disco porque había canciones. Leí que querés escribir un libro. ¿Sabés el tema? Es complejo, porque como público soy multigéner­o, como en la música. Resulta difícil para mí elegir un estilo de composició­n literaria. Tal vez termine escribiend­o de todo un poco. Es la libertad de quien narra desde la ignorancia o desde el deseo. Me gustaría terminar el secundario, me falta un año, para seguir luego la carrera de Letras y tener más herramient­as. Así disfrutarí­a más de algo que ya disfruto. ¿Tenés otros sueños pendientes? Correr un maratón (42 kilómetros). De adolescent­e ya era una meta. Y ahora agregué el triatlón ( bicicleta, nado y running). Por eso estoy tomando clases de natación, en un gimnasio cerca de casa, desde hace un año. Ya aprendí crawl. Todavía me falta pecho y mariposa. Es buenísimo aprender algo de cero y moverse en un mundo nuevo. Volví a reírme de mí. Un pedido en nombre de todas las fans: ni se te ocurra arreglarte ese diente torcido. ¿Oka? (Se ríe) Si me lo arreglo, me estaría quitando el 45 a 50 % de mi personalid­ad. Mi diente torcido es mi ejemplo más claro de cómo puede uno relacionar­se con sus imperfecci­ones. Y de cómo puede uno sentirse tan humano como imperfecto. Sonreír a boca abierta con este diente, eso sí que es personalid­ad.

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LOOKEADO. Chupín, campera mostaza y “Panamá”, los hits de Abel.
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BACKSTAGE. En la prueba de sonido, técnicos y fans, todos atentos.

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