NARANJO EN FLOR
Deliciosa. Con las cáscaras de la naranja se pueden hacer golosinas deliciosas para disfrutar sin edades.
Cuando mis nietos ( o bisnietos) más chicos suelen preguntarme “¿ cuántos años tenés?”, generalmente respondo: más de veinticinco. Como pasado mañana es mi cumpleaños y ellos seguramente seguirán insistiendo, tengo guardadas algunas respuestas. Por ejemplo: tengo la misma edad que San Martín cuando se exilió en Francia. O: tengo la misma edad que la abuela de Napoleón cuando él tenía 6 años. Entonces ellos, como no querrán demostrar su ignorancia (ni saben descubrir mis mentiras), me aceptarán tal cual soy y darán por terminado el interrogatorio. En estos tiempos de globalización, me da la impresión de que a los seres humanos también nos han estampado una fecha de vencimiento. Y ponerla en evidencia, equi- valdría a decir: ¡ya no sirve más! Entonces correremos el riesgo de pasar a la categoría de objetos descartables. Como una naranja que se exprime y, cuando no tiene más jugo… ¡al cesto de desperdicios y a otra cosa! Pero, ¿nadie advirtió que con la cáscara todavía puede hacerse una excelente mermelada? “El humor es una lógica sutil”, diría Horacio. A mi juicio, descartar a alguien por la edad es una forma encubierta de discriminación. Inspirándome en lo anterior, guardé las cáscaras de naranja que me sobraron cuando hice jugo en el desayuno. Tienen la piel gordita y son ideales para convertirlas en… ¡cáscaras de naranja abrillantadas! Y aunque parezcan arrugadas pronto revivirán lozanamente en forma de golosina. “El camino de la juventud lleva toda una vida” (Pablo Picasso).