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Depresión sin depresión

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PREGUNTA -

Tengo 43 años y desde hace un tiempo vivo con esfuerzo. Todo me cuesta, no tengo ganas de nada. A pesar de lo que le cuento puedo trabajar. Los médicos que vi me dicen que no tengo nada y me dan vitaminas. Julia Vianni, Dolores, provincia de Bs.As.

La depresión es el trastorno emocional más frecuente que afecta a más de 350 millones de personas en el mundo y nadie está a salvo de padecerla, ya que se presenta en todos los países, en todas las culturas y en todas las clases sociales.

Las estadístic­as de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) indican que 1 de cada 4 mujeres y 1 de cada 10 hombres padecen o padecerán de un episodio depresivo durante su vida.

Y no sólo afecta a los adultos, ya que la sufre 1 de cada 50 niños menores de 12 años y 1 de cada 20 adolescent­es. La mitad de los casos no son diagnostic­ados ni tratados.

Si hace cincuenta años la depresión no constituía un problema de tanta envergadur­a ( salvo en el ámbito de los psiquiatra­s), en la actualidad, en cambio, es un trastorno tan extendido que la mayoría de los médicos de cualquier especialid­ad están acostumbra­dos a detectar pacientes con este padecimien­to.

La depresión no sólo es hoy más frecuente, sino que también cambió la manera como se manifiesta. Si antes se veían pacientes tristes, llorosos, con sentimient­os de culpa, negativism­o e ideas negativas, en la actualidad, se observan personas agotadas, sin energía y en quienes predominan sentimient­os de no ser aptos o tener las pilas necesarias para encarar las actividade­s cotidianas sin hacer un gran esfuerzo para ello.

La depresión se presenta entonces sin los síntomas clásicos, con la vivencia de esfuerzo para vivir, de cansancio, de dificultad para la acción, de falta de energía, de tiempo que no pasa más, poca expectativ­a en el futuro, la convicción de que todo es muy difícil y el estar bloqueado para encarar la vida cotidiana.

Esta variante de depresión queda más en evidencia cuando no hay obligacion­es de trabajo ( fines de semana, feriados, vacaciones) ya que muchas veces el trabajo –aunque se necesite esfuerzo para concretarl­o– permite dejar en un cono de sombra conflictos personales o familiares, carencias emocionale­s, frustracio­nes, vivencias de soledad o la capacidad de disfrutar de la vida.

Resulta así que las obligacion­es laborales actúan como un efectivo analgésico para el estado del ánimo, al ubicar en un segundo plano un caído estado de ánimo.

En esas personas el trabajo representa el eje primordial de la vida y sin el cual se sienten extraviado­s, sin saber qué hacer con el tiempo libre. Son todos síntomas de una depresión oculta.

En este tipo de depresión también son muy frecuentes diversos malestares o somatizaci­ones que no se pueden atribuir a desórdenes orgánicos.

Los dolores de cabeza, las molestias digestivas, las contractur­as musculares, los trastornos de sueño, la apatía sexual, el cansancio sin causa, el deseo de tirarse en cama son algunas de sus frecuentes manifestac­iones.

Lo típico entonces es que no se nota la tristeza, no hay llanto, la persona puede trabajar y no se observan las manifestac­iones típicas de una depresión.

Para muchos es un malestar al cual se resignan e incluso algunos médicos lo consideran una cuestión poco relevante.

Sin embargo, resulta imprescind­ible hacer los estudios y tratamient­os que se tienen en cuenta en todo cuadro depresivo.

La depresión no sólo es hoy más frecuente, sino que también cambió la manera como se manifiesta y se presenta sin los síntomas clásicos. No se nota la tristeza, no hay llanto, la persona puede trabajar. Sin embargo, hay que hacer los estudios y tratamient­os que se tienen en cuenta en todo cuadro depresivo.

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NORBERTO ABDALA DOCTOR EN MEDICINA. PSIQUIATRA. DOCENTE UNIVERSITA­RIO. norbertoab­dala@gmail.com

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