Entre tribus y Pymes
Facebook está lleno de tías y ex compañeros del colegio: no va. Por eso, Instagram es la red social del momento para los más jóvenes. El 54% de los instagrammers argentinos tiene entre 18 a 34 años, y acceden a la plataforma al menos una vez al día, según informa Ignacio de los Reyes, responsable de Instagram para América Latina. Lejos de su primera época retro (imitaba en digital las fotos cuadradas de Kodak Instamatic y las Polaroid), hoy se volvió el lugar para que cada usuario encuentre contenido de nicho: motos, viajes, gatitos, la lista es extensa. Candela Sánchez Fourgeaux postea sobre belleza y moda, entre otros. Con casi 90 mil seguidores, es lo que las marcas denominan “influencers” y buscan como canal para llegar a estas comunidades. “Siempre pensé mi nombre como una marca”, dice ella, para quien las redes son los nuevos medios de comunicación. Estos “influencers” son nativos digitales. Conocen las reglas de la (auto)exposición en Internet, cuidan y piensan mucho aquello que suben. Los más profesionales, como Candela, incluso tienen gente que los ayuda a gestionar el contenido. Son como una “mini Pyme”. Pero los que buscan en Instagram lo genuino, les molesta ver que les venden algo. La clave es “no caretearla”. Hay que lidiar con los “haters”, los que disfrutan de hostigar en los comentarios por deporte. “Algunos me han dicho cosas que angustian a mi familia”, cuenta Agustina D’Andraia. “Hay gente despiadada detrás del anonimato y yo soy una chica de 27 años, no un personaje”, dice. Del lado positivo, está el cariño de estas comunidades. “¿Sabes qué lindo que es que 150 mil personas te digan que te bancan?”